110 Los deseos y las expectativas

Joaquina: El deseo es la causa que nos separa a los unos de los otros. Los deseos de ser los mejores, los más aceptados, como las comparaciones nos separan de los demás. Si considero el deseo como lo más importante, los demás pasan a segundo plano.

Jon: Sí, las expectativas de ser aceptados por los demás.

Joaquina: Lo primero que siente el otro por nosotros va a depender de la capacidad de aceptación de nosotros mismos. Queremos que nos acepten por encima de lo que hacemos.

Jon: Me dijiste que la expectativa de las emociones se produce por un deseo especial de ser únicos.

Joaquina: Expectativa es que buscamos que el otro me vea perfecta a mi y, sin embargo, yo veo imperfecto al otro. No podemos ser uno ni vivir en la unidad porque los deseos y expectativas nos separan de los demás. Dios creó la diversidad, pero hay un deseo de ser únicos. La aceptación se rompe en el momento en el que tenemos a alguien cerca que no piensa como nosotros.

Jon: Pero, al haber tenido todos caminos diferentes, debería ser normal que pensáramos de forma diferente.

Joaquina: Sí, pero hasta en las familias, cuando la tuya no coincide con la del otro, pero tus hijos llevan las dos esencias. Lo que suele pasar en que todos buscamos la aceptación, pero no aceptamos. Nuestros deseos y expectativas hacen que veamos en el otro errores que son nuestros. Imagínate una pareja. Van a caminar juntos, sin darse cuenta de que ella hizo un camino que es suyo y él hizo un camino que es suyo. Plantéatelo para un amigo, pareja, trabajo… Cuando le das la mano, el riesgo que tienes es que piensas que tiene que ver con los caminos separados, ella tiene recuerdos de otras parejas y él también. Cuando se dan la mano para caminar tienen que plantearse los caminos juntos, no que él quiera cambiar la experiencia pasada. Estamos con las personas para ser alumnos y maestros. El deseo que tiene ella o él de que el otro sea como ella o él, es para no cambiar.

Jon: ¿Cómo lo tendrían que hacer?

Joaquina: Tienen que cambiar desde lo que vieron el primer día: que ella tiene una luz y una sonrisa y él es acogedor y apapachador. En las relaciones humanas tenemos un recorrido hecho, todo lo negativo es nuestro y lo positivo es lo que vimos el primer día, y cuando las personas se encuentran deben respetar las experiencias y crecer desde lo que vieron, rompiendo las expectativas de que el otro sea como queremos.

Jon: Y lo que nos separa, entonces, es nuestro mundo emocional.

Joaquina: Primero nos separa el cuerpo. Con el cuerpo tenemos deseos de poder, tener, pero antes pasamos por un cuerpo emocional, nuestro padre y madre nos han dado algo positivo, pero tenemos algo negativo para superar. Hemos decidido que el uno es bueno y el otro es malo, somos incapaces de ver lo positivo de los dos padres. Nuestro padre tiene algo positivo en lo que es nuestro y algo negativo en lo que es suyo. Es el ejercicio que debes hacer con tu familia. Tus padres se encontraron y vieron algo maravilloso el uno en el otro, aunque luego se haya roto, piensa que tu concepción ha sido partícipe de algo bonito.

Jon: Preguntaré a mi madre que vio en mi padre.

Joaquina: Si cogiéramos lo positivo de nuestros padres, y dejáramos que lo demás fuera de ellos no tendríamos ningún problema. Si cogiéramos las dos personas y cogiéramos lo positivo, diríamos como Jesús: “yo soy el Hijo de Dios”…

Jon: ¿Qué nos hace elegir una de las dos partes y excluir al otro?

Joaquina: Coger lo positivo de nuestros padres y ver que pensamos que nos traemos lo malo. Darnos cuenta de que a un padre le perdonamos todo. El problema es que no vamos a tener una pareja consolidada mientras que no estemos unidos por dentro. Tenemos parejas que son como lo que no queremos tener, para decir después que el otro no es perfecto.

Jon: Los hermanos, que son nuestras primeras parejas, tendrán algo que ver en esto ¿no?

Joaquina: Los hermanos, uno ha cogido lo del uno y otro lo del otro y ahí empieza la ruptura. También empieza la ruptura interior cuando nace un hermano o hacemos disociaciones, porque ser como él te exige un esfuerzo. Si empezáramos a recordar qué vida tuvieron nuestros padres, nos daríamos cuenta de que es suyo. Si cogiéramos la grandiosidad de los dos seríamos exitosos, si tuviéramos la motivación y las cualidades, nuestra pareja también las tendría. Con nuestro hermano, él tiene lo de mi padre, yo lo de mi madre. Nuestra vida sería mucho más sencilla si nos pusiéramos en modo aprender, pero si no lo trabajamos dentro, seremos incapaces.

Jon: ¿Y si no tienes hermanos?

Joaquina: El hijo único hace pareja normalmente con el que le falta lo que necesita. El hijo único tiene las cualidades superiores de uno.

Jon: ¿Para qué no hemos incorporado lo bueno del otro?

Joaquina: Pues, por ejemplo, si no has incorporado la inteligencia de tu padre, ha sido para no aprender. No coges la inteligencia para no acceder a su poder, porque crees que te rechazarían. Lo haces entonces para no ejercer el poder. Todo lo bueno que tiene tu madre, aprendiendo lo positivo de tu padre, hace que seas el más excelso. Te conviertes en lo positivo de los dos en el momento que aprendes lo que no eres. Lo que te hace ser crítico, te hace estar roto por dentro. Tienes la expectativa de que el otro no te vea lo malo que tienes dentro, y te haces una persona crítica. La falta de ver la totalidad es lo que te da el problema. Todo lo que tiene malo una persona no tiene que ver contigo, abstráete y mira lo positivo. ¿Cómo es posible que todos seamos perfectos excepto el otro? Imagínate que tienes un hijo y quieres que tenga la totalidad, ¿qué podrías aprender de tu pareja? Por ejemplo, la paciencia. ¿Qué cualidad tiene ella extraordinaria? Imagínate que es la voluntad. ¿Qué hace cuando expresa la voluntad?: que tiene que ser ya, en el momento y su hijo ve más la paciencia de su padre, y que la voluntad es mala. Si expresa la voluntad con la paciencia, unirá las dos.

Jon: Entonces, cualquier cosa de un padre unida a algo negativo, lo excluimos.

Joaquina: Así es, porque tenemos deseos y expectativas que no cubrimos, ¿qué pasaría si empezáramos a ver lo positivo de todas las cosas y dejáramos lo negativo? Imagínate una madre fuerte, y un padre bueno. La hija piensa que, si no es fuerte, la van a dominar, no quiere ser buena, fuerte y brava, no quiere coger a su padre. La bondad la tiene, pero la excluye porque cree que la van a someter. En el momento que tenemos que jugar con la fuerza de los dos no queremos ni pensarlo, ¿qué hace que cuando lo pensamos se desmorone la unión? esa es la construcción para no vivir en armonía con los demás. Pensamos que hay buenos y malos, pero en el mundo de nuestros padres lo escondemos. Realmente empezamos a vivir en el momento que los superamos.

Jon: ¿Cómo es posible que algo que tenemos dentro de nosotros lo consideremos malo?

Joaquina: Un niño pequeño tiene la esencia de los dos. Cuando no saca lo de los dos acabará siendo una persona que va a la destrucción. Si quieres haz una prueba. Durante una semana saca lo bueno de los dos y verás como no tienes nada malo. De los grandes de la historia solo vemos lo positivo en nuestra mirada. Cuando estamos entusiasmados, enamorados, no vemos lo malo. No podemos meternos todo el rato en el berenjenal de que el otro es malo. En la juventud negamos que somos hijos de los dos. De 12 a 24 años formamos un follón interno, y a los 24 nos disculpamos porque nos damos cuenta de que tenemos lo negativo. Tenemos cero capacidad de soportar las diferencias en estos momentos. No es lo mismo pensar que puedo trabajarme la paciencia o sentir que no puedo tener la paciencia.

Jon: ¿Hay algún momento en el que lo tenemos claro?

Joaquina: Solo hay una mente preclara de 0 a 12 años, y el aprendizaje está dentro, trabajar lo inconsciente y lo subconsciente. Si piensas que lo tendrían que haber hecho tus padres, aplícate a ti la receta de lo que dices que tendrían que haber hecho ellos. Las recetas están en la familia. Cuando vamos a dejar nuestra vida nos encantaría que recuperaran lo bueno de nosotros. Si a nuestros padres los cogiéramos en un momento de nuestra vida, veríamos que tienen algo maravilloso. Recoge lo maravilloso de los dos.

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