106 El aprendizaje paso a paso

Estamos cenando después de un Taller donde Joaquina, como es habitual, ha sacado a varias personas al escenario para profundizar sobre sus casos específicos. Me llamó mucho la atención el caso de Manuel, así que investigo…

Joaquina: Manuel es una persona cuyo mayor potencial es la felicidad, y puede ser un maestro de este ámbito en sus relaciones con las demás personas. Sin embargo, hay algo que le falta y le hace sentirse incompleto: la conciencia. Cuando se pone en disposición de maestro de felicidad, transmite una duda razonable provocada por su falta de conciencia. Sin embargo, cuando debe aprender conciencia, no se siente seguro, pues considera que esta le va a impedir llegar a la felicidad absoluta.

Jon: ¿Por qué le ocurre eso?

Joaquina: Porque considera la considera severa, restrictiva, porque su concepción de felicidad es ser totalmente libre para hacer lo que quiera, y considera que la conciencia es contraria a esto. No quiere aprender, pero hasta que no la acepte con la misma tranquilidad con la que acepta el ejercicio de ser feliz, Manuel no crecerá como persona. En cuanto una persona no sea consciente de que él existe, se encontrará mal. Exige a los demás conciencia suprema sobre él, es decir, les pide que hagan algo que él no está dispuesto a aprender.

Jon: Parecía que eso le hacía sentirse culpable.

Joaquina: La culpa solo se genera porque no eres tan abierto para realizar los dos aprendizajes que necesitas hacer, situados en la dimensión de dar (enseñar) y recibir (aprender). No los afrontas con la misma amplitud, con la misma holgura o con el mismo corazón; siempre crees que debes enseñar y te niegas a aprender aquello que te falta.

Jon: Entonces Manuel se posiciona en “no me dejáis ser feliz”

Joaquina: Así es, y estará lanzando su culpa contra las demás personas en lugar de colocarte en disposición de aprender. Es mucho más fácil mantenerte en posición de maestro que pasar a convertirte en alumno. Es más sencillo pensar que todos tienen que aprender tu gran potencial, que admitir que hay algo en este mundo de lo que careces y que debes adquirir. En lugar de culpar a los demás de tu falta de felicidad debería situarse en “si yo aprendiera lo que he venido a aprender, sería mil veces más feliz”. Solo así se convertirá en alumno y podrá liberarte de la culpa.

Jon: ¿Podrías sintetizar en uno pasos cuál es el camino que recorrer para el aprendizaje?

Joaquina: El primer paso es identificar tu mayor potencial, tu área de mejora y tu maestro. Todas las personas tenemos algo maravilloso que podemos darle a los demás y algo que aprender que necesitamos incorporar. El proceso de enseñanza y aprendizaje se basan en este planteamiento: el potencial y el área de mejora te llevarán a ser maestro y a ser alumno, respectivamente. No hay ninguna otra posibilidad de liberar la culpa que no sea a través de reconocer tu potencial y comprometerte con él, además de aceptar que las demás personas son maravillosas en algo y que debes aprender de ellas.

Jon: El ejercicio para borrar la culpa consiste, entonces, en recordar tu luz y respetar la luz del otro.

Joaquina: Así es, en primer lugar, debes buscar el potencial del que nunca podrán hacerte dudar, independientemente de que esté o no activo. Este puede ser la felicidad, la pasión, la paciencia, la alegría, cualquier virtud que sepas que tienes en ti mismo, aunque en ocasiones se contamine por el área de mejora, esa otra cualidad que has venido a aprender a este mundo. Piensa también en esa área de mejora, eso que sabes que te falta y que has venido a aprender. Piensa también en una persona que puede enseñarte esa cualidad de la que careces, alguien de tu entorno más cercano.

Jon: En el taller pusiste el ejemplo de Pepe.

Joaquina: Sí, el mayor potencial de Pepe es su pasión, un espíritu que le hace infatigable. La pregunta que debería hacerse, una vez está clara su gran fortaleza, es: ¿qué tengo que hacer para que mi pasión sea un canal que me lleve siempre a la felicidad? Él ha llegado a la conclusión de que su área de mejora es la tolerancia, y considera que su maestro podría ser su hermana Almudena. Una vez que tiene claros estos tres aspectos: potencial, área de mejora y maestro, puede pasar al siguiente paso. Algo positivo en el primer paso es identificar tu potencial y tu área de mejora en tu padre y en tu madre. En el caso de Pepe, por ejemplo, considera que su madre es más apasionada y su padre, más tolerante. Esta situación puede conducir a que culpe a su padre de no haberle dado su tolerancia, y la única forma de borrar la culpa sería aprender esa tolerancia e implementarla en su propia vida.

Jon: Genial, ¿El segundo paso?

Joaquina: Lo siguiente que debes hacer es identificar tres indicadores de tu potencial: cuando opera en su máximo exponente, en un momento en el que te esté haciendo crecer, y cuando estés tocando lo divino. Especifica cómo son tus movimientos, tu mirada, tu voz, tus gestos. Ten en cuenta que deben ser indicadores físicos, comportamientos tuyos que los demás puedan disfrutar, que puedan ver.

Jon: Pepe llegó a la conclusión de que sus indicadores eran: Mirada tranquila. Escucha atenta y libre de juicios. Quietud consciente.

Joaquina: Así es. Una vez que quedan claros estos tres indicadores, tienes que exigirte a ti mismo, en todo momento, ser un ejemplo de estos tres indicadores. En el caso de Pepe, tendría que reflejar siempre la pasión activa a través de una mirada tranquila, una escucha atenta y libre de juicios y una quietud en su cuerpo que le permite tomar conciencia de esa utilidad de su pasión.

Jon: Qué bueno, ¿el tercer paso?

Joaquina: El tercero es mirar a tu maestro e identificar los indicadores de su gran fortaleza, que es a la vez tu área de mejora. Piensa en tu maestro cuando pone en marcha su potencial en estado divino, siempre separándolo de ti mismo, sin mezclar lo que ves en ti mismo de lo que ves en la otra persona.

Jon: Pepe llego a la conclusión de que los indicadores de tolerancia divina de su hermana Almudena son los siguientes: Mirada profunda y reflexiva. Movimiento flexible y armónico. Voz suave.

Joaquina: Una vez que conoces estos indicadores debes incorporarlos a tu día a día. ¿Qué pasaría si Pepe uniera su pasión con la tolerancia y mostrara una mirada tranquila y reflexiva, una escucha atenta desde la tranquilidad y la flexibilidad y una quietud consciente que provocara una voz suave, templada y dispuesta a consensuar? ¿Qué pasaría si tuviera a su padre y a su madre en lo mejor de si mismos? Estaría más cerca de la felicidad, más cerca de Dios. Jamás culparía a nadie de nada, pues la culpa desaparece cuando eres consciente de tu lado divino y del lado divino del otro sin mezclarlos, sin querer que el otro haga lo que haces tú.

El ejercicio consiste, entonces, en introducir en tu vida tus tres movimientos e ir aprendiendo los movimientos del otro hasta que notes que están incorporados. Entonces notarás algo irrepetible: sentirás cómo tu cuerpo reconoce una paz que se llama el instante santo, ese momento donde lo unes todo dentro de ti y no lo separas.

Jon: Al unir el gran potencial con el área de mejora e implementar ambos en mi vida, a veces me surge una duda razonable, una palabra que rompe estos dos mundos y que me lleva a negar el aprendizaje.  La duda razonable de Pepe era si ser una persona apasionada y tolerante le impedirá disfrutar en el mundo. Su creencia es que la pasión tolerante es aburrida.

Joaquina: Pues bien, una vez has identificado tu duda, tienes el compromiso de unir estas dos cosas y comprobar si es o no cierta. Antes he dicho que, para el aprendizaje, es imprescindible conocer tu propia luz y respetar la luz del otro. Ambas parecen distintas, pero son luz. Por tanto, no debes mirar el ejercicio desde ti mismo, pues no funcionaría. Tu gran potencial y el gran potencial de tu maestro son igualmente válidos, son distintos, pero son divinos de distintas formas. En el momento en el que empiezas a compararte con el otro y a despreciar su potencial, el proceso de aprendizaje se interrumpe, así como el de enseñanza.

Jon: Entiendo

Joaquina: En mi caso, una de mis grandes cualidades es la fuerza de voluntad. Imagínate que yo hiciera un pacto con una amiga de no comer algo durante un día. Gracias a mi voluntad, a mí no me costaría nada, pero para ella supondría un esfuerzo. Si yo empezara a compararme con ella y a despreciar su falta de voluntad, estaría destruyendo al maestro. El maestro se pierde cuando empieza a compararse con el alumno. Yo solo puedo ser maestra de voluntad. Si el gran potencial de ella fuera la delicadeza y yo aprendiera de ella, sumaríamos nuestros potenciales y ambas creceríamos. Si, en cambio, nos comparáramos y cada una echara en cara lo que le falta a la otra, no existiría aprendizaje en ninguna de las dos dimensiones.

Jon: Queda claro que es muy importante separar al maestro y al alumno.

Joaquina: Eres maestro de algo y alumno de algo, y si eres capaz de mantener ambos roles en tu potencial y en tu área de mejora, respectivamente, llegarás a la divinidad. Debes mirar a la otra persona constantemente y reconocer que no tiene error, no tiene mácula, al menos en el área que tienes que aprender de ella. Si reconoces al maestro y reconoces que su cualidad es lo que te está faltando a ti, no puedes permitir que tenga una sola mácula en tu mirada. Podrá tener defectos en otros aspectos, pero esos son suyos, no tuyos.

Jon: Cuando hablas de maestros, en realidad estás hablando de los padres ¿no?

Joaquina: ¿Qué mejores maestros hay? Necesitas ver la grandeza de los padres por separado. Mezclados es imposible, pero mirándolos individualmente, la grandeza que tienen es impresionante. La mayor cualidad de mi padre siempre fue la voluntad y la de mi madre fue la entrega. Yo aprendí la voluntad de mi padre y mi hermano, la entrega de mi madre. Si yo comparara a mi madre con la voluntad de mi padre, podría cometer el error de pensar que ella no tenía belleza propia, que no tenía vida propia. Sin embargo, el compromiso que han presentado los dos en relación con sus respectivos potenciales son los ejes de mi vida. El compromiso de su entrega y el compromiso de su voluntad me han convertido en la persona que soy hoy. Cada uno puso el foco sobre su potencial, y ambos eran divinos a su manera.

La base de poder estar feliz es liberarte de la carga de mezclar a dos personas y considerar a una buena y a otra mala. Este ejercicio debe ayudarte a liberar a tus padres de esa visión. Los dos son absolutamente divinos, independientemente de que tú seas más afín a uno o a otro. Algunos padres a veces lo ponen difícil para encontrarles lo divino, pero lo tienen, pues lo único que nunca ha hecho Dios es ser injusto.

2 comentarios en “106 El aprendizaje paso a paso

  1. Gracias Jon !!!!
    Que resumen tan claro y tan bien detallado 👏🏻👏🏻👏🏻
    Me acompañará esta semana
    Lo leo y mi conciencia se enfoca en esta propuesta
    Me gusta!!!!

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