Estamos sentados en La taberna de Pedro, esperando que nos traigan un cogote de lubina con unas judías verdes. En el fondo de la sala hay una pareja que rondan los treinta y bastantes, que discuten acaloradamente, pero en un tono respetuoso. Parece que él quiere convencer a ella de algo concreto y, a pesar de estar consiguiéndolo, ella no parece feliz con la decisión.
Jon: A mí también me cuesta mucho decir que no a las personas, especialmente si las quiero.
Joaquina: Necesitamos aprender a decir un “no” a las personas que son importantes para nosotros, o a aquellas que lo son un poco menos, sin embargo, la condición para que este “no” sea verdadero y pueda mantenerse en el tiempo, es que aparejado al “no” esté un “sí” a nosotros mismos. Un “si” que surge de un respeto a nuestros valores e ideales más profundos. Debes aprender a decirte “sí” a ti mismo, a tus ideales, a tus aspiraciones, a tus grandes y pequeñas inquietudes. Es un “sí” a ti mismo, aunque pueda llevar implícito un “no” a los otros. El “no” es a lo que quieren otros que no está alineado con tus propios intereses.
Jon: Sí, la idea es buenísima, ahora, llevarla a la acción…
Joaquina: La forma de acometer esta negativa es desde la afirmación y la consideración a lo que quieres, a la vez que respetando lo que desea el otro. Necesitas entender que no estás negando a los otros cosa alguna. Ese no es el asunto. El tema que subyace en este planteamiento es que la tendencia natural es a decir “no” y confrontar al otro entre sus intereses y los tuyos, o decir “sí” a pesar de que no estés de acuerdo con el planteamiento con el fin de no vivir una confrontación.
Jon: Efectivamente, así ocurre, ¿entonces?
Joaquina: El proceso exige que digas “sí” pensando en tus deseos y que estos sean el eje central en tu comunicación. Sería algo así como: “entiendo lo que tú quieres, y me parece que puede ser muy válido, sin embargo en este momento quiero seguir en esta posición” Lo que has dicho es positivo para ambas partes, aunque te has posicionado en tu proyecto, en tus ideas, en las cuestiones que son importantes para ti. Esta forma de comunicarte te ayuda a posicionarte, a mantener el foco en tu visión de las cosas.
Jon: ¿Cómo lo puedo trabajar?
Joaquina: Para lograr trabajar el “no” es necesario desprenderse de gran cantidad de soberbia y de muchos apegos. Estás convencido de que el otro no va a aceptar un “no” y eso te lleva a someterte a expectativas ajenas, a una pérdida de control, y a desvirtuar la realidad de lo que quieres. En otros casos estás deseoso de confrontar tus ideas como si no hubiera otras más válidas. Surge el dogmatismo, la competitividad sobre quién es mejor que quién, y al final se pierden los verdaderos motivos de la discrepancia. El “no” o el “sí” cuando no son reales sólo generan pérdida de influencia y de autenticidad.
Jon: Sí, muchas veces todo se resume en: “La gente se tiene que enterar de lo que quiero…” A través de estas palabras se vislumbra cierta amenaza y poca disponibilidad hacía el “sí” o a pensar que otro pueda tener motivaciones diferentes.
Joaquina: Un de las cosas de las que te tienes que desapegar es de tener la razón, porque no existe la razón en el “no”. Nuestro cerebro no entiende un “no”. Pide un papel al camarero y haz el siguiente ejercicio: Escribe cuál es el área de tu vida en la que eres incapaz de decir no, y a quién no le puedes decir no. Si realmente cuando estás en el mundo de la pareja no eres capaz de decir “no”, tampoco serás capaz de decir “no” a un jefe. ¿Con quién tienes la dificultad para decir no? ¿cuál es la persona que más te enfrenta o te confronta con el “no” y cuál es la que más te permite decir no? Necesitas encontrar los recursos que hay en tu mente, porque vas a romper unas estructuras y tienes que saber qué es lo que tienes escondido dentro de ti.
Jon: La verdad es que no sé que es lo que me hace llegar a una pareja y no ser capaz de decirle “no” y decírselo a mi padre o decírselo a mi hermano, o a mi jefe. No sé que hace que, de pronto, mi padre represente tal nivel de condena, tal nivel de tensión, que no le puedo decir “no” porque pienso que me va a suceder algo.
Joaquina: Dentro de nuestra cabeza lo más importante que tenemos que descubrir es cómo se ha ido conformando nuestra capacidad de acceder a las cosas, si no entiendes cómo has ido accediendo a las cosas nos vas a poder resolverlo.
Jon: ¿Cómo lo hago?
Joaquina: Lo primero que tienes que saber es que hemos surgido del mundo de la ignorancia, y de la ignorancia al conocimiento hay muchas cosas a las que hemos dicho no y muchas cosas a las que hemos dicho «sí». Eso lo que hace es que tú, como ignorante, tengas un tipo de ignorancia y como deseo de salvar la ignorancia te llega el conocimiento y te haces una plantilla de lo que te interesa y de lo que no te interesa. Para pasar de la ignorancia al conocimiento, el primer pilar son los valores. Sales de la ignorancia porque le empiezas a dar al mundo una serie de valores, y al darle y plantearte que esos son tus valores, es cuando empiezas a definir, al menos internamente, lo que quieres.
Jon: Así que los valores son la primera cosa que empieza a definir nuestros «noes» y nuestros «síes», al menos internamente
Joaquina: No hablo de cómo lo entendemos fuera, pero internamente son nuestros valores los que están propiciando que digamos un “no” o digamos un “sí”. Cuando tienes los valores, debes contrastarlos con otras personas y aparecen las creencias. Las creencias de algunos de nuestros valores son positivas y de algunos de nuestros valores son negativas y aquí empieza a aparecer el primer filtro entre estos dos elementos que empiezan a intentar debatirse. Es decir, el debate primero que se produce es el de valores y creencias. Los valores son tuyos y las creencias vienen de fuera y tu empiezas a estimular que es o que no es, y aquí surge un elemento que se llama autoconocimiento. El primer pilar en el que vas a construir tu capacidad de decir “no” o “sí”, el lugar de referencia al que vas a ir es tu conocimiento sobre lo que ha sucedido, lo que eres y los valores de los demás que te van generando unas creencias cercanas o lejanas.
Jon: ¿Cómo se contrasta el autoconocimiento?
Joaquina: Cuando tienes un conocimiento que has explicitado, lo que se produce es que lo tienes que sacar a las relaciones humanas, entonces el autoconocimiento se contrasta con las relaciones y nos encontramos con dos situaciones: Hay personas a las que aceptamos y personas a las que rechazamos.
Jon: ¿Y eso?
Joaquina: Porque las que aceptamos están vinculadas a nuestro autoconocimiento y las que rechazamos es que no están en nuestro conocimiento. Aquí se produce otro planteamiento que se llama autorregulación.
Jon: Me voy dando cuenta de que vamos armando un sistema híper complejo en el que todo el rato están dos valores contrapuestos: lo que nos gusta y lo que no nos gusta, lo que vale y lo que no vale, que esa es la composición de lo que está hecho el no y el sí, un no a estas cosas y un sí a estas cosas.
Joaquina: En este camino de la ignorancia al conocimiento, es imposible que no hayas estado manejando el “no” y el” sí”, Lo has hecho porque era lo que podías hacer. Sin embargo, cuando llegas al conocimiento, que el conocimiento surge del autoconocimiento y de tu relación con los demás, aparece un conocimiento superior, que es el que te conecta con tu esencia. A partir de aquí es cuando ya no puedes decir no, porque aquí se fueron estableciendo los «noes» y los «síes», cuando a partir del conocimiento decimos no, es como si no hubiéramos sabido establecer el “no” y el” sí”.
Jon: ¿Cuándo empieza todo esto?
Joaquina: El planteamiento de los valores se asienta hasta los 12 años, el planteamiento de las creencias hasta los 24. Es decir que el autoconocimiento no está realmente reflejado antes de los 24 años, lo que hacemos es jugar con elementos que nos parecen propiciatorios para ello, pero no lo conocemos totalmente. A los 12 años tenemos valores nuestros y a las 24 adquirimos valores de los demás, que es lo que nos hace tener creencias sobre lo que es positivo y lo que es negativo. Decirle a un niño que no diga la palabra “no” es volverle loco. El niño dice el “no” y dice el “sí” para que te enteres de lo que necesita. Desgraciadamente lo que se produce es que cuando un niño nos dice “no” nosotros discutimos, cuando en realidad lo deberíamos colocar en una palestra para saber lo que no quiere y lo que sí quiere, para no entrar en la discusión, porque cuando entras en la discusión él no asienta sus valores. Cada vez que nuestros padres han discutido con nuestro “no”, no se ha establecido una riqueza de nuestro conocimiento, porque ahí es donde han empezado los miedos con el “no” y el “sí”.
Jon: Miedos y creencias unidas a ellos.
Joaquina: Efectivamente, y hemos llegado a casa y hemos dicho, “papá me parece que los señores de este partido tienen ideas muy buenas” y de pronto tu padre ha dicho que, “tu qué dices” y te mira como un asesino. Entonces empiezas a tener creencias como que no eres capaz de discutir. Has perdido el autoconocimiento para quedarte difuminado dentro del tema. Solamente puedes decir “no” y “sí” y puedes escuchar el “no” y el “sí” antes de los 24 años. Hasta esa edad el “no” y el “sí” es obligatorio, porque lo que vas haciendo es conformando tu espíritu. Todavía no tienes capacidades comunicativas. Pero ahora sí. Tienes capacidad para entender que tu conocimiento ya no lo tienes que defender, simplemente lo tiene que vivir. Y cuando dices “no” fuera es porque no está establecido el conocimiento. Ese es el rito al que tienes que ir. Esa es la parte que tienes que destruir, ya no puedes decir no, ni sí de la forma en la que lo dices. Ya tienes conocimiento, ya has pasado por todo este proceso y ya sabes cuál es tu conciencia. Conocimiento es igual a conciencia del saber.
Jon: Entonces, cuando le planteamos a una persona un “no” y queremos discutir el no, es porque en realidad estamos todavía en la etapa inmadura donde creemos que al otro le tenemos que convencer de algo.
Joaquina: No vas a convencer a nadie de nada, no lo intentes, es absurdo, es tu autoridad y es el haber pasado por ahí lo que lo permite.
Jon: ¿Entonces el niño hasta los 12 años sí puede utilizar el “no” y el “sí” perfectamente?
Joaquina: No podría hacer otra cosa, porque el niño no tiene instrumentos de comunicación, los instrumentos de comunicación surgen a partir de los 24 años donde conectamos con el cerebro neocortical y con las masas crípticas y complejas de nuestro cerebro. La etapa de 0 a 12 años es una etapa de lucha, el “no” y el “sí” son para luchar: “no quiero esto”, “sí quiero esto”, “no quiero al animal que me pega”, “sí quiero a la persona que me quiere”, pero lo que está haciendo esto al niño es mostrar cómo se van conformando sus valores. En la medida en la que un niño te dice no, tú no discutes con su no, si no que miras cómo se están conformando los valores internos y desde ahí vas viendo cómo manejar esas estructuras delicadas que todavía no tienen la capacidad de resolver las grandes incógnitas. Cuando es joven, que nos diga “no” todas las veces que quiera y que diga “sí” todas las veces que quiera, para saber qué tendencias está teniendo en su mundo de juventud, porque si no nos dice “no” a nosotros y no aprende a decir un “no” a nosotros, empezará a decir un “sí” donde no tiene que decir el “sí”. Es bueno que conozcas qué le está pasando a esa estructura tan joven, y cuando viene y te dice “no me gustas”, bendito sea, porque realmente te está diciendo que tiene una llamada de atención hacia lo que le gusta, descubre lo que le gusta.
Lo que te tienes que plantear es que ya no eres un niño, pero funcionas como el niño cuando nos dicen “no”. No eres un joven, pero que funcionas como el joven cuando nos dicen “no”. Mira qué otros recursos tienes. Ya has pasado por la etapa de la ignorancia para poder descubrir otras fórmulas. La mayoría de los equipos de trabajo se destruyen por los «noes» y los «síes» de los jefes, «noes» que no son consensuados y «síes» que no son auténticos.
La piña del postre siempre sabe mejor con un poco de autoconocimiento.
Es un tanto retórico. Las relaciones se promedian para alcanzar armonía igual que la comunicación se adapta al posible marco de entendimiento que la hace efectiva.
Usamos lenguaje adaptado, en este ejemplo: al niño incapaz de comprender economía le dicimos si a la compra de su deseado juguete y luego añadimos un condicionante temporal conscientes de su necesidad de conocer y del conflicto en el que entraríamos ante una negación total, no rotundo.
Creo que este es un buen ejemplo de decir ‘no’ y ‘sí’, tal como yo interpreté esto en su día, y que me llevó a Thomas Gordon y la escucha activa (la idea del todos ganamos).
Me siento en familia, gracias Jon.
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