Acerca de Jon Elejabeitia

CEO & Founder NEXTYOU, Arquitecto

264 Los contraideales

Jon: Locke decía que dejar de luchar y de discutir por lo que no se puede cambiar es la llave para comenzar a solucionar ciertos conflictos.  A veces es mejor una guerra perdida, pues tratar de ganar lo de que ninguna manera podemos ganar es una empresa absurda.

Joaquina: Si profundizamos en ello te darás cuenta de que el problema de flexibilidad o rigidez no está en el otro, sino en ti, que somos tan rígidos que queremos cambiar el mundo del otro porque no toleramos que no cumpla con nuestro ideal.  Por consiguiente, sería recomendable que tomáramos conciencia de cuánta inflexibilidad o falta de conceptos positivos hacia nosotros mismos tenemos. 

Jon: Pienso que a veces me doy cuenta de que no puedo cambiar algo y sigo luchando creo que se debe a que en el fondo deseo ser vencido.

Joaquina:  Aquí entra otro concepto: el contraideal. Al igual que tenemos ideales, tenemos también en nosotros contraideales. Los ideales son aquello que nos nutre para el desarrollo y el crecimiento, y los contraideales son todos los elementos con los que nos boicoteamos para no cumplir nuestros ideales.  Lo que nosotros mismos usamos contra nosotros como represalia, y que es la consecuencia de tener una creencia negativa sobre nuestro ideal, creencia que también hemos heredado.

Jon: De nuestros padres

Joaquina: Todo lo que somos lo hemos aprendido de nuestros padres, que son nuestros modelos.

Jon: ¿Un ejemplo?

Joaquina: Imagínate una situación en la que un padre nos ha enseñado a tener mucho cuidado con el dinero mientras que el otro nos ha enseñado a gastarlo sin miramientos.  Imagina que has copiado al progenitor que no lo gastaba, es decir, que has convertido esta conducta en uno de tus ideales “Lo mío es administrar bien el dinero”.  Imagina a continuación que te emparejas con una persona cuyo ideal es que el dinero hay que gastarlo sin miramientos. Los primeros meses serán, como en casi todas las parejas, estupendos, pues no te atrevererás a recriminarle al otro nada, y pensarás que ya cambiará con el tiempo. Sin embargo, pasa el tiempo, se celebra la boda, y un día le recriminas su comportamiento con el dinero. El otro te dice que lo va a intentar, pero sigue gastando. ¿En quién te vas a convertir?

Jon: En el padre que me enseñó que no podía gastar y que se pasaba el día discutiendo con mi madre, que sí gastaba.

Joaquina: Acabarás asumiendo ya no sólo el ideal de tu padre, sino también su papel de represor, y haciendo de la convivencia con tu pareja un sinvivir. Y es por tanto altamente probable que acabes arruinado y amargado, a no ser que aprendas que no vas a conseguir cambiar el hábito de gastar de tu cónyuge. Tal vez entonces también te arruines económicamente, pero conseguirás sin embargo no amargarte como pareja.

Jon: Es como si trajéramos una información interna que hemos aprendido en nuestra familia, y que no puede corregirnos nadie de fuera.  Solo la puede corregir el aprendizaje personal.

Joaquina: Por otra parte, en el interior de nosotros mismos libramos una batalla entre nuestros ideales y nuestros contraideales. Un ejemplo de contraideal sería el siguiente: sabes que la hipocondría no es buena, pero de vez en cuando das rienda suelta a tus obsesiones hipocondriacas para no llevar a cabo tus ideales, sean los que sean,  pues la hipocondría te obliga a estar obsesionados todo el día con las enfermedades y los médicos.

Jon: Si tanto los ideales como los contraideales son heredados, ¿piueden modificarse?

Joaquina: No. Es inútil que luchemos contra ellos, ni contra los nuestros, ni contra los de los demás. Pero lo que sí podemos hacer es consensuar para que la rigidez y la laxitud no se apoderen de nosotros. Para que seamos firmes y flexibles debemos conocer tanto nuestros ideales como nuestros contraideales, y te invito a que te pares para localizar cuál es tu contraideal.

Jon: ¿Cómo?

Joaquina: Debes analizar qué es aquello que no puedes dejar de hacer a pesar de que sabes que no es positivo para ti. Otro ejemplo de contraideal: pensar que debemos proteger a nuestra pareja porque si no lo hacemos creemos que nos va a dejar de querer.

Jon: ¿Es eso un contraideal?

Joaquina: Sí, porque en realidad parte de algo negativo, de un miedo, que me impulsa a hacer algo que mi pareja no necesita, y que es que esté todo el día protegiéndola sin necesidad. Ahí no sólo estoy haciendo algo inútil, sino que además tengo todas las papeletas para que mi pareja me deje de querer por pesado. Si no encuentras tu contraideal, no vas a ser capaz de cambiar tu vida.

Jon: ¿Cómo se aplica en el ejemplo que has puesto de la pareja en la que uno gastaba y el otro no?

Joaquina: El que gastaba, y en la medida en que no va a ser capaz de renunciar al despilfarro, va a acabar odiando al que intenta prohibírselo. Tal vez incluso va a acabar deseando que se muera, porque le hace la vida imposible. La persona que despilfarra, que no puede controlarse con el dinero, no puede eliminar su contraideal. Los contraideales, cuya génesis son una suerte de dragón interior que nos  van consumiendo, y aprender a controlarlos depende de nosotros mismos, y no de lo que nos reproche nuestra pareja, pues esos reproches nos devuelven a lo que vivimos de niños en casa, que es el origen de nuestro problema, y que nos afecta tanto que nos deja sin capacidad de reacción.

Jon: No se puede aprender a nadar en un mar encrespado.

Joaquina: La mayor parte de las cosas que hacemos es porque las queremos, y eso incluye no sólo conductas positivas, sino también destructivas. Quien despilfarra, quien se droga, quien come hasta convertirse en un obeso mórbido… la mayor parte de estas personas no dejan lo que les destruye porque en el fondo no quieren. Por tanto, es inútil ir contra esas conductas, porque un alto porcentaje de esas personas no desean en el fondo cambiar nada.  Y lo mejor que podemos hacer es mostrarnos tolerantes. Esas personas, si en algún momento lo desean, podrán cambiar lo que les destruye.

Jon: De alguna manera estás diciendo que detrás de un contraideal hay un profundo deseo de libertad. De ser libres de aquello que nuestros progenitores nos han impuesto, y que además nosotros hemos aprendido, pues nos guste o no, ellos son nuestros modelos, y lo que somos se lo debemos a ello.

Joaquina: Por ello, no es en absoluto extraño que cuanto más rígida sea una madre más disoluto se puede convertir su hijo, que cuanta más pureza haya en la casa más perversión puede aparecer, que cuanto más paciencia aparezca muchísima más tensión, y un largo etcétera. Es decir, que cuanto más haya de algo, más va a haber también de su contrario. De qué adolecemos cada uno de nosotros ha dependido de estos desequilibrios, y si no lo arreglamos, vamos a reproducirlos con nuestras parejas. Para que puedas comprobar que esto que digo no es una afirmación baladí, puedes hacer el siguiente ejercicio: Toma un bolígrafo y un cuaderno, y apunta qué es lo que intentas todo el tiempo que tu pareja modifique, y que no lo logras, y que además cada día va a peor. Si no tienes pareja en la actualidad, puedes pensar en alguna de tus parejas del pasado.

263 Firmeza y flexibilidad

Hace frío y con las manos en los bolsillos caminamos por un Retiro húmedo y fresco. Es temprano y el rocío todavía no ha desaparecido de la hierba.

Jon: A principios de cada año solemos tomar resoluciones que no acabamos dándoles continuidad, y me vienen a la cabeza dos conceptos de los que sueles hablar cuando tratas temas de niños: Firmeza y flexibilidad.

Joaquina: Sí, firmeza es la capacidad para permanecer estable, fuerte y constante, mientras que la flexibilidad es la cualidad que permite no sujetarse a normas estrictas y adaptarse a las circunstancias. Eres firme con tus propios valores y creencias, elementos ambos que constituyen tu columna vertebral, y eres flexible con los valores y creencias del otro, y también en la adaptación a situaciones que están fuera de ti y que no sabes manejar.

Jon: Entiendo. Hay un ingrediente en la ecuación que me falta: La tolerancia, sobre todo para la flexibilidad.

Joaquina: Si pretendemos que la firmeza y la flexibilidad sean tales y no se conviertan en rigidez y en flojedad, hay que tener un grado correcto y equilibrado de tolerancia para poder vivir de acuerdo con nuestros deseos e intenciones respetando los deseos y las intenciones de los demás. Es necesario que haya un equilibrio entre la firmeza y la flexibilidad, entre saber decir no, que sería la firmeza, y sí, que sería la flexibilidad.

Jon: Entonces podemos decir que, añadiéndole la noción de “tolerancia”, la firmeza y la flexibilidad son la capacidad de aceptación y adaptación a las situaciones que están fuera de nosotros y no podemos manejar.

Joaquina: Somos firmes en relación con algo que creemos, y flexibles en relación con algo que cree el otro, y aquí hablaríamos de tolerancia.

Jon: La pregunta que me surge para comprobar cómo tengo la firmeza y la flexibilidad es: ¿Soy libre para responder “sí” o “no” siempre que lo deseo, o por el contrario tengo dificultades e incluso no soy capaz de dar la respuesta que realmente quiero? La verdad es que me cuesta muchísimo decir que “no” así que muy libre no soy.

Joaquina: Casi todos pecamos de una falta de tolerancia hacia lo que convive con nosotros, sea nuestra familia o nuestros amigos, y esta intolerancia se debe a un conflicto de ideales e intereses.  Tal vez estos conflictos se evitarían si nos diéramos cuenta de que la falta de tolerancia no es más que la falta de respeto a ideales e intereses que no son los nuestros.

Jon: Mi tocayo, John Locke, se planteó que era necesario que las personas encontraran un lugar donde la tolerancia se produjera, pues sin ella no es posible la discusión productiva, es decir, aquella en la que se alcanzan conclusiones nuevas gracias a que se escuchan los argumentos de todas las partes. En su obra Carta sobre la tolerancia, plantea que los gobiernos, las leyes y las religiones son focos de intolerancia, o lo que es lo mismo, de rigidez, en la medida en que responden a unos ideales sin plantearse que pueda haber la posibilidad de tener otros. Las religiones y los poderes fácticos imponen esos ideales, y llevan a que los sujetos que nacen en el seno de sus sociedades se conviertan en individuos inflexibles, esto es, incapaces de convivir con otros individuos que tengan ideales y creencias distintas a los suyas. Para Locke, era urgente plantearse la legitimidad de los poderes fácticos y las religiones, puesto que conducían a los ciudadanos a no saber convivir.

Joaquina: Por eso, el trabajo de la firmeza y la flexibilidad debe comenzar con el cuestionamiento de nuestros propios ideales. Es decir, que antes de comenzar a discutir con el exterior, conviene comprobar si nuestros ideales son reales. Y una vez que lo hayamos comprobado, debemos darnos cuenta de que el “no” correcto, es decir, el ejercer una firmeza justa, significa saber decir “no” a todo aquello que rompe nuestros ideales. Y la flexibilidad debería producirse, como te dije antes, cada vez que nos acercamos a alguien que tenga ideales que no coincidan con los nuestros, pero sin que esa creencia del otro modifique la nuestra.

Jon: Pero el ideal no está sujeto a una circunstancia temporal, sino a la vida entera de una persona.

Joaquina: Así es, los ideales se forman en el tiempo, y no en el presente. Se han constituido en nuestro crecimiento familiar, en nuestro desarrollo.  Por tanto, no todo sirve como ideal.  Si decimos que nuestro ideal es, por ejemplo, acabar nuestros estudios, ahí estaríamos confundiendo el ideal con el objetivo.  Lo que tendríamos que decir ahí es que nuestro ideal es acabar las cosas empezamos. Y para comprobar si somos firmes con nuestros ideales basta con probar hasta dónde somos capaces de mantenerlos.

Jon: Siguiendo con tu ejemplo, si la persona cuyo ideal es acabar las cosas que empieza deja sus estudios porque su pareja le propone un viaje al Caribe…

Joaquina: Entonces es que no está siendo firme, y esa falta de firmeza al final le pasará factura.  Todas las pruebas de la vida están siempre en los ideales. Así que la flexibilidad es la capacidad para decir “sí” aun cuando nuestra creencia sea otra, y sin que ello suponga una ruptura de nuestros ideales. La flexibilidad es aceptación y tolerancia, y es muy fácil alcanzarla cuando no choca con nuestros ideales.

Jon: Lo interesante aquí es averiguar hasta dónde podemos llegar a tocar el terreno en el que están los ideales de los demás sin mostrarnos rígidos o laxos. 

Joaquina: Te pido que reflexiones sobre esta historia:

“Erase una montaña tan pero tan alta, que nunca era posible ver la cumbre; primero porque la vista no podía llegar tan alto y segundo porque ella siempre estaba cubierta de nubes, de muchas nubes; sólo el viento podía llegar a esa altura. En el tope de la montaña había algunas piedras, siempre acurrucadas por el frío, no había animales y en ella habitaban dos árboles; ellos eran muy valientes porque eran los únicos capaces de vivir en ese sitio, donde siempre había nubes, y casi no había sol.

Los dos árboles estaban uno al lado del otro y ambos eran muy altos, tan pero tan altos que ni siquiera con la imaginación más grande era posible ver sus copas.

Uno de ellos era un Roble, muy elegante, duro y serio; él se creía el árbol más fuerte y bello de todo el mundo; a su lado el otro árbol era un Pino, también muy elegante, pero no tanto como el Roble, era más blando y tierno, no tan fuerte, pero sí tan alto como el Roble; sus puntas estaban a la misma altura, claro con ciertas pequeñas dudas: el Roble era considerado como el mejor de los dos.

Un día de enero, que era el mes de mayor frío, un viento del Sur sopló y sopló, ambos árboles sintieron que ese viento no era igual al de todos los días, era más caliente como son los vientos del Sur, era mucho más fuerte, entonces el Roble se dijo:

  • Con mi fuerza y mi poder no hay viento que me asuste.

El Pino, un poco mas sencillo, se dijo:

  • Ese viento es peligroso, no se calma, mas bien aumenta de intensidad; esto no me gusta.

El Viento sopló más y más fuerte, algunas de las piedras del piso se movieron de su sitio e incluso, algunas se hundieron en la tierra, las nubes se movieron con tal rapidez que sólo se les veía por un instante y ahí no terminó todo; el viento se puso aún más fuerte. El Roble no temía, él era fuerte y duro, y aguantaría cualquier cosa; el Pino que era más blando se comenzó a doblar y a doblar, e incluso hubo momentos en los cuales la punta del Pino tocó el piso, este sentía por eso gran dolor, pero se doblaba y no se partía. El Roble comenzó a doblarse y doblarse, pero era tan rígido y fuerte que al no permitir que él mismo se doblara, empezó a resquebrajarse y a perder sus ramas.

El Pino lo observó y le dijo:

  • Déjate doblar, así no te partirás.

Pero el orgulloso Roble, le contestó:

  • No, yo soy fuerte y no me doblaré, yo aguantaré, ya verás.

Al Pino no se le partió ni una sola rama, pero el Roble al no permitir que sus ramas se doblaran, empezó a perderlas e incluso perdió parte del tronco; el Pino le decía:

  • Amigo, si no te doblas, te vendrás abajo, no te resistas.

Y el Roble le contestaba:

  • No permitiré que mi cuerpo, hermoso y elegante, se doble.

El viento sopló más fuerte, tan fuerte que ya las palabras no se oían; sólo se escuchaba el chirrido agudo que atormentaba los oídos y que sólo lo produce el viento al soplar muy fuerte. En ese momento el Roble comenzó a partirse por la mitad; el Pino viendo aquella situación decidió doblarse al máximo y así al acercarse, pudo soportar el peso del Roble y logró que éste no se partiera y muy poco a poco, fue logrando que el Roble se doblara hacia él, siempre, el Pino sosteniéndolo y de esa manera el Roble pudo tolerar la inmensa furia del viento.

Poco a poco el viento pasó, tardó días en dejar de soplar por completo, el Pino sentía un gran cansancio, no sólo por luchar contra el viento, sino por tener que soportar el enorme peso del Roble para que éste no se partiera, y por ello el Pino, nuestro amigo, quedó extenuado. Al terminar de soplar el viento, el Roble se pudo enderezar y el Pino quedó doblado, había sido tanto el esfuerzo que no pudo enderezarse; el Roble había perdido parte de su tronco, muchas hojas y ramas, pero estaba todavía en pie y al ver al Pino doblado le dijo:

  • Amigo Pino, ¡qué gran amigo eres tú!, te has sacrificado por mí, que incluso te despreciaba por tu debilidad; me has demostrado que la debilidad en algunos momentos de la vida es lo que más fuerza nos da y que hay que ser flexible y eso te permite tolerar los vientos más fuertes, y me has enseñado que la fuerza está en la amistad y en la tolerancia. Gracias, querido amigo, de los dos, tú eres el más fuerte y aún doblado, eres el más bello de nosotros dos.

Y así, luego de ese gran susto, ambos árboles estando aún de pie, fueron grandes amigos y lograron crecer aún mucho más, con el tiempo y con algunas ramas del Roble que ayudaron, nuestro amigo el Pino logro enderezarse y hoy por hoy, es un Pino muy derecho y bello.”

Joaquina: Te recomiendo que hagas un listado de cuándo has sido roble o pino, y que en ambos casos señales a quién has tenido cerca cuando has sido roble, y a quién cuando has sido pino.  Asimismo, conviene que reconozcas cuál es tu tendencia. ¿Piensas que es mucho mejor no ceder, aguantar hasta el final y que los demás nos cuiden, o por el contrario tienes tendencia a ser pino? Y en este último caso, ¿has aguantado más carga de la que podías porque no has sabido decir “no”?

262 Revisión 2022

Acaba de comenzar el nuevo año y estamos, como en tantas otras ocasiones, en la tranquila Fuerteventura dejándonos acariciar por su agradable clima y preparando material para los cursos que vienen.

Jon: ¿Qué sentido tiene hacer una revisión de lo que ha pasado en el año?

Joaquina: Una revisión anual tiene como fin conocer qué ha sucedido en un espacio de tiempo, relacionando los resultados con las expectativas. En muchos casos las esperanzas no han sido marcadas con anterioridad y eso conduce a una sensación de frustración no identificada como tal, apareciendo un estado nostálgico, a veces un grado de depresión, falta de motivación y un amplio etcétera, afianzándose la idea de que la vida es injusta.

Jon: Yo veo que pocas veces somos capaces de verbalizar esta situación, y la falta de análisis con perspectiva nos sumerge en un camino sin final, con falta de límites y sin propósito consciente.

Joaquina: El ánimo inconsciente crea un resultado negativo del que te vas resintiendo, almacenando el déficit año tras año, dificultando así las posibilidades de superación. Lo que deberías hacer es optimizar esta visión hacía el año que está a punto de finalizar, comprobando la incidencia que han tenido todos estos aspectos. Alégrate muchísimo de lo que ha ido estupendamente y ponte a conocer las causas y posibles soluciones de lo que parece presentar un resultado peor. En cualquier caso, se trata de gozar de lo que has aprendido. Cada experiencia ha sido una gran maestra de la vida.

Jon: ¿Debería hacerlo separando la vida personal de la profesional?

Joaquina: Definitivamente sí.

Jon: Vale, empecemos por la vida profesional. ¿Cómo puedo conseguir un desarrollo gradual ascendente?

Joaquina: Siempre y cuando se reúnan las siguientes condiciones: Que emplees los conocimientos como un bien personal y comunitario. Que tu empresa tenga un proyecto que esté dentro de tus ideales personales. Que no esperes resultados ni el reconocimiento de los demás. Y que exista un respeto a las ganancias o remuneración y en ningún caso se critique. La capacidad de vivir los ideales en los proyectos o entrega empresarial te dará como respuesta una economía saneada junto con una equilibrada autoestima. Ambos son pilares básicos para poder desarrollar investigaciones más satisfactorias en el futuro.

Jon: ¿Y qué hacemos con esa sensación, que a veces nos persigue, de no poder hacer lo que deseamos?

Joaquina: Los sentimientos de pobreza, imposibilidad económica, sensación de no poder hacer aquello que se desea… desembocan en un desequilibrado valor personal en el campo de los conocimientos o de la razón. Si te parece podemos ir analizando según el tipo de trabajador.

Jon: Genial. Empieza por los trabajadores por cuenta ajena. Por ejemplo, yo, que trabajo para ti.

Joaquina: Los trabajadores por cuenta ajena son personas que trabajan en la idea de otra persona, teniendo que entregarse y respetar las directrices que vienen incluidas en este proyecto no personal. El salario normalmente tiene un incremento anual marcado por convenios y es difícil valorar qué cuantía de esta subida es por rendimientos propios o por la globalización salarial. En todo caso, lo que hay que tener en cuenta es la disponibilidad al proyecto, la satisfacción profesional y los logros personales que se estiman dentro de la competencia desarrollada.

Jon: Y entonces, cualquier merma en este análisis va a producir un deterioro de la autoestima, y eso nos crea una sensación de no ganar lo suficiente, o una falta de estímulos.

Joaquina: La forma de poder definir estos desequilibrios es más emocional que económica y se inicia en una bajada en el rendimiento, disculpas explicitadas o no, falta de creatividad, etc.

Jon: ¿Por qué?

Joaquina: Las causas pueden ser una desobediencia innata que se va desarrollando a más cada año, o a la falta de criterio y proyecto personal. Los efectos más notables son la desmotivación creciente y la falta de creatividad con una constante exigencia de reconocimiento de los mandos superiores, sentimiento de infravaloración y dificultades para salir de su propio descrédito. Todo lo que sucede en su puesto de trabajo depende de la creatividad, motivación, seguridad y, en suma, del ideario de otro. Los rendimientos de la empresa, así como los criterios aplicados, necesitan de la confianza de cada participante del proyecto. La primera y origen de las demás, es la confianza en sí mismos, así como en la elección del lugar donde quieren aplicar sus conocimientos. Ser capaces de cosas que nunca experimentan es quizá la tendencia más frecuente de las personas que viven esta experiencia profesional. Por lo tanto, muchos de los individuos en esta situación creen que ellos harían mejor, podrían desarrollar, mandar, dirigir, organizar…y en su irrealidad, factible, pero no comprobable, van aumentando su salario y su insatisfacción día a día.

Jon: ¿En qué deberíamos centrar la revisión?

Joaquina: La revisión tiene que centrarse en la motivación, estímulo hacia el proyecto, capacidad de aplicar la creatividad a lo realizable, etc. En ningún caso debe centrarse en la subida salarial. Esta podrá ser considerada en las conclusiones y las decisiones posteriores. Hay que tener en cuenta si la sensación de riqueza o pobreza guarda relación de un año a otro dentro de los movimientos salariales. Si yo ganaba 12.000€ anuales en 2003 y me sentía bien, cuando me han subido el IPC aplicado a toda la empresa en el 2004, ¿qué he sentido? ¿Qué actitud he tenido después por ello? ¿Siento que he perdido valor y he bajado mi rendimiento y ánimo de permanencia en la empresa? ¿Qué tengo en cuenta al realizar este estudio, lo que rindo o lo que quiero que me paguen? ¿He estado ejerciendo todas mis capacidades, o estimo que la empresa tiene que pagarme haga lo que haga? Cuando la mente no participa en toda su capacidad en un proyecto sea del tipo que sea, empieza a debilitar su aptitud y en contra empieza a exigir mucho más.  El resultado es un sentimiento de pobreza y decadencia.

Jon: ¿Y en el caso de ser un profesional por cuenta propia?

Joaquina: Es una visión mucho más sencilla. La persona trabaja en su proyecto. El estudio de este profesional va a determinar si es capaz de trabajar por su idea o por el beneficio económico. La estabilidad de los rendimientos, la proyección en el tiempo y la capacidad de mantenerse en una idea ampliándola, pero en ningún caso desviándose de ella, son el principio de la investigación que hay que realizar. Lo que es importante dirimir es la rentabilidad. Para ello debe analizar los resultados económicos desde varios puntos de vista:

  • Los ingresos comparando los últimos cinco años. En este resultado se encuentra la credibilidad que tiene su proyecto y si es íntegro en él.
  • Los gastos en relación con el año anterior. En muchos casos cuando hay una reducción de valoración y autoestima se aumentan el consumo en proporción directa con la bajada de los ingresos con el ánimo de satisfacer la pérdida de valor. Hay un deseo superficial de disimular ante los otros esta falta de rendimiento.
  • La cuenta de resultados (ingresos menos gastos) del último año en relación con el anterior. El equilibrio en este dato es la base de todo el análisis. La avaricia o acumulación de bienes o el despilfarro, facilitan mucha información de los cambios que hay que realizar.

Jon: ¿Qué debería saber la persona?

Joaquina: La persona tiene que saber ganar el dinero que necesita para su proyecto vital sin esfuerzos, respetando la energía de este y el movimiento de crecimiento social, aportando puestos de trabajo, más fluidez y venciendo el egocentrismo. Solidaridad con los menos capacitados, favorecer la educación, cuidar el crecimiento espiritual, son labores que devuelven los bienes empleados.

Jon: ¿Podemos mirar ahora la vida personal?

Joaquina: Esta mirada requiere de una sensibilización en las relaciones interpersonales y habilidad para hacer introspección sin culparse, pero desde luego, sin evadir responsabilidades. Está conectada a la vida afectiva, desarrollo físico emocional y tiene mucho que ver con la salud en las relaciones sexuales o expresivas, con el entorno y con parejas de amor más concretamente.

Jon: ¿Parejas en el sentido amplio de la palabra?

Joaquina: Cada persona que ha estado en nuestra vida, aunque sea un solo instante, ha sido un maestro para nosotros de alguna manera. Tenemos que revisar y profundizar tanto en el amor que hemos sentido como en el resentimiento que nos ha quedado con cualquier relación, hasta la más insignificante, en tiempo o en profundidad. La relación de pareja es una de las más estimadas para las personas. Muchas veces creemos que son aquellas personas con las que sentimos la pasión desbordante y por ello efímera. Dos personas en cualquier situación forman una pareja, encontrados en un punto para compartir, comunicar, reír, gozar o de alguna manera sufrir. Para lo bueno y lo menos bueno dos que se encuentran en un punto deben poder resolver sus diferencias sin que medie la ruptura.

Jon: El debe y el haber de las relaciones existe y el capital de amor o resentimiento hay que analizarlo en toda su dimensión. ¿No?

Joaquina: Los apegos a una relación concreta, la sensación de fracaso, el abandono a uno o al otro… Cualquiera de esas experiencias tiene que ser observada con minuciosidad y en un detalle hasta quisquilloso. Todo lo que se resiente en esta investigación habla de dos partes de nuestra personalidad. Primero, la necesidad de ser aceptados donde hay una mirada más a las propias expectativas que lo que quiere el otro. Y segundo, la necesidad de aislamiento o soledad, interviniendo en este caso un miedo a las expectativas del otro y a la dificultad para marcar el territorio personal.

Jon: En ambos casos se presenta la falta de responsabilidad y obediencia a uno mismo. ¿Tu crees que el Ser en su más pequeña derivada, sabe lo que le hace feliz, qué quiere, en qué quiere participar y qué personas son válidas o no para crecer y aportar su experiencia?

Joaquina: Sin duda. Realiza un estudio de qué personas han entrado en tu vida y si han sido por tu búsqueda de aceptación, o por tu búsqueda de aislamiento. Y el mismo análisis sobre qué personas han desaparecido y cuál de los dos motivos lo ha provocado.

Jon: Al fin y al cabo, somos seres seres sociales y en la medida que buscamos aprender buscamos las personas que lo propicien.

Joaquina: Si pretendemos ser aceptados, escondemos nuestra negación a valorar a los demás hasta que no somos estimados por ellos. Las parejas que encontremos tenderán a medir nuestra capacidad de valorar antes de serlo nosotros. Hay una sincronía extraña, tanto el que busca aceptación como el que busca rechazo, en realidad buscan lo mismo, sólo que uno de ellos lo esconde hasta que ha cautivado, al contrario. Dos fuerzas contrapuestas se aniquilan, a veces con mucho dolor, otras con mucha frialdad. En el caso segundo, aislamiento y rechazo, las parejas tenderán a buscarlos, acompañarlos, demostrarles amor y, escondido detrás, estará una necesidad de reconocimiento hasta compulsa por parte del que llega y una infravaloración y falta de creencia en sí mismo por parte del que desea ser rechazado.

Se acerca un camarero y nos pregunta, extrañado de que llevemos toda la mañana en la terraza del hotel rodeados de cuadernos y libros, si vamos a ir a la playa. Nuestra mirada y sonrisa le contestan.

261 La Navidad y la competencia práctica

Joaquina: En las Navidades, toda la persona que no tiene competencia práctica entra en una crisis depresiva, de mayor o menor nivel. Añoran su infancia, añoran a sus padres, añoran el poder estar con gente…es una añoranza de algo que no tienes, cuando la competencia práctica te exige adaptarte totalmente a lo que tienes y vivir con ello, sin más.

Jon: Veo que estamos sometidos a reconocer nuestra falta de competencia con casi todas las cosas que pasan.

Joaquina: La siguiente etapa para darnos cuenta hasta que punto tenemos o no competencia relacional es la primavera. La primavera es el desequilibrio de todas las personas que no tienen esta competencia. El enamoramiento desmedido, el descontrol, la sensación de una inestabilidad emocional muy grande…

Jon: Me estás diciendo que la competencia práctica y la relacional son las dos grandes crisis, pero serán también las dos grandes potencias con las que hemos nacido.

Joaquina: El mundo ha vivido mucho tiempo en la competencia práctica. Hasta el s. XV el hombre ha vivido a la inclemencia del entorno. Es donde más habilidades ha conseguido aprender. La competencia relacional empieza a aparecer, a desbordarse, más adelante. Y en el s. XIX aparece la competencia intelectual. Pero estas dos competencias, la relacional y la práctica, son innatas al hombre. Por lo tanto, saber adaptarnos y saber acomodarnos es algo que hemos aprendido en el tiempo.

En el 1492, con el descubrimiento de América, es cuando empieza a aparecer el sentimiento de interrelación universal. Si el hombre tiene esa sensación de universalidad, de que somos todos uno, es a partir de ahí, que es cuando desaparecen los guetos de la competencia práctica en el mundo y aparece la relación de civilizaciones, las culturas, la multidiversidad… es cuando el hombre empieza a unirse al hombre con relaciones interpersonales de gran sentido. El hombre sabe cómo es su entorno, su universo.

Hasta que no se descubrió América había ignorancia para la competencia práctica. A partir de ahí descubre que la tierra es redonda y empiezan a aparecer las sensaciones de estabilidad. El hombre ya sabe dónde está, y esto genera un espacio de confianza. Y esto permite que el hombre se relacione con el otro con un grado de confianza mucho más grande. A partir de ese momento el hombre empieza a desarrollar su competencia relacional, que es la habilidad para desarrollarse con gentes de múltiples culturas. Se tiene que acomodar a diferentes formas de vivir, adaptarse a la diversidad, al disconfort que representa lo desconocido…

Jon: Y la Navidad pone a prueba la capacidad que tenemos de adaptarnos a las personas que nos rodean, incluso a los familiares.

Joaquina: Siempre que esté con una persona debes saber la capacidad de adaptarse a su medio y su capacidad de acomodarse a las personas que la rodean. Esos son sus dos pilares: El agua es la angustia, la pesadumbre y el miedo. El aire es la cólera, la ira y la agresividad. Y la ansiedad. Y la tensión.

Jon: Pero la angustia es un problema de miedos…

Joaquina: Lo que significa la angustia es que tú no puedes resolver algo. Es una paralización. La angustia te conmueve hasta el punto de no poder adaptarte. Mientras que la tensión, la agresividad, la ira, la cólera…tienen que ver con la acomodación. Si notas que una persona tiene angustia, tienes que trabajarle la competencia práctica, que es lo que piensa que no puede. Los problemas de viento son de acomodación con el entorno, de ti hacia los demás y de los demás hacia ti.

Jon: A mí, de las cosas que más me molestan en las reuniones familiares es la cantidad de ruido que se genera, tonos de voz muy altos, carcajadas desmedidas…

Joaquina: Todos los problemas relacionados con los ruidos tienen que ver con los oídos. Tiene que ver con un miedo infantil. Los oídos están regidos por el agua, el frío. Cuando tenemos miedo es que hemos tenido un desequilibrio, algo del entorno que te ha asustado mucho.

Jon: Así es, y mis oídos están bastante mal. ¿Y el viento?

Joaquina: El viento no da alegría. El viento lo que hace es darte placeres. El viento es el placer y el gozo. La alegría te la da la luz, el sol y el calor. La pasión desmedida, el descontrol emocional… son los vientos. Las carcajadas no se hacen desde el viento, sino desde el calor desmedido. La carcajada es inconsciencia. Hay personas que piensan que tienen una alegría desmedida, y lo que tienen es una necesidad de placer desmedido. El viento templa el calor y da paciencia, da templanza, da la capacidad de la tranquilidad, da la paz…pero hay que saber manejarlo. Por eso la competencia relacional te permite vivir en el gozo. Tienes un amor a ti mismo que no te permite que te vayas a ningún sitio.

Jon: Antes has mencionado la primavera.

Joaquina: En la primavera no tenemos alegría, tenemos pasión. Y esa pasión te puede hacer sentir un gran placer. Las estaciones internas existen: la primavera es de 12 a 24 años. Cuando nos enamoramos de alguien de una forma apasionada estamos con el viento. La pasión de la motivación es algo excelso. La competencia intelectual va desarrollándose y las competencias van quedándose paradas. En la competencia relacional prima mucho más el amor, la acomodación, el sentir que eres amigo, que te entiendes con el otro… debería ser la competencia de estas Fiestas.

260 Claves de una relación Santa

  • El error es personal. En ningún caso dos personas pueden verle igual.
  • Es algo que se ve en el otro, pero que uno sabe que está dentro de si mismo.
  • Cada uno puede cometer un error diferente que el otro no puede comprender.
  • El error solo se produce porque crees que el otro es diferente.
  • En la medida que no quieres reconocer que el error está dentro de ti deambulas buscando personas.
  • Si tu error está fuera la persona que encuentres será un reflejo de ese error.
  • En un primer momento no serás consciente de esa coincidencia, pero con el paso del tiempo será muy evidente y empezarán el sufrimiento y el dolor.
  • Basas tu relación en la idea de la diferencia.
  • La diferencia sólo existe en la forma y esta es una percepción.
  • Todos somos maestros. Es nuestra decisión cómo emplear la maestría.

259 Víctima y victimizador

Joaquina: En la relación especial jugamos dos papeles imposibles de arreglar: el que victimiza y el victimizado. Siempre jugamos uno de estos dos papeles en todas las relaciones de nuestra vida, aunque nos comportemos de distintas formas dependiendo de las situaciones y personas. Entre dos roles iguales no hay interés, por eso la relación entre victimizadores o víctimas se rompe casi al comienzo.

Jon: Y eso también es válido para nuestro mundo interior.

Joaquina: Así es, si victimizamos fuera, nos victimizamos interiormente. Una víctima ataca precisamente buscando constantemente el ataque del otro. Una víctima para el ataque teniendo muy claro dónde quiere ir: “pase lo que pase yo hago lo que creo que debo hacer” Una víctima ha venido a enseñar, en lo que a trabajo personal se refiere, porque está siempre dispuesta a aprender.

Jon: ¿Y el opuesto?

Joaquina: Un victimizador puede pasar exteriormente por el ser más débil del mundo, con tal de atacar al otro. Puede pasar de tener forma de víctima a forma de victimizador dependiendo de la situación. El cambio exterior o superficial de víctima a victimizador es el juego del ego que nos confunde para que no sepamos nunca dónde estamos. El victimizador ataca donde él tiene que aprender. Sin embargo, la víctima vive en la comodidad de creer que los otros son los malos. Pero la víctima es un suicida. Que nos mate otro, si somos víctimas, significa que nos hemos suicidado nosotros mismos. Y no podemos presentarnos ante Dios habiéndonos suicidado.

Jon: Cuando nos damos cuenta de que funcionamos así ¿cambiamos el rol?

Joaquina: El trabajo personal es cambiar el “aquí” y el “ahora”. No hay que cambiar el rol que jugamos en la relación especial, simplemente tenemos que darnos cuenta de que es irreal. Si aclaramos cómo atacamos, seremos capaces de parar el ataque. Cuando vamos a atacar siempre nos sentimos separados del otro. Todo el trabajo personal se hace única y exclusivamente para parar el ataque.

Jon: ¿Y cuando somos los receptores del ataque?

Joaquina: El ataque que recibimos se para no atacando nosotros. Cuando paramos el ataque nos encontramos con nuestras emociones, con nuestros sentimientos. Propiciamos la parada del ataque del otro. Lo que nos hace perder la calma es nuestro ataque, no el ataque que recibimos.

Jon: En la relación especial entiendo que jugamos dos papeles imposibles de arreglar: el que victimiza y el victimizador. Sin embargo, creo que en el contexto individual de la persona siempre se vive un único rol: de víctima o victimizador. Siempre jugamos uno de estos dos papeles en todas las relaciones de nuestra vida, aunque nos comportemos de distintas formas dependiendo de las situaciones y personas a las que nos enfrentamos.

Joaquina: En ambos casos, los dos han sido víctima en un momento de la vida. El victimizador ha sido víctima de uno de sus padres. La víctima ha sido víctima de uno de sus padres o de ambos.

Cómo saber cuál de los dos roles ejercemos:

VICTIMIZADOR:

El victimizador es un ser que nace con la creencia de que ha sido un error el estar aquí. Los padres, liberándose de su culpa, atacan al hijo, hiriéndole profundamente. El hijo no está dispuesto a que nadie en el mundo le vuelva a hacer lo que acaba de vivir: no cree que él sea culpable, sino sus padres, y decide no volver a sufrir nunca más ese dolor. A partir de ahí se convierte en victimizador, y utiliza eso que tanto le ha hecho sufrir como instrumento de ataque. Un victimizador puede surgir por haber nacido un hermano, de un abuso sexual, etc.

Un victimizador es un ser que ha amado tantísimo a uno de sus padres que no ha podido soportar el ataque de ese padre. Ha vivido la identificación máxima. El victimizador nace así del gran amor y se sitúa en el gran odio. El único rencor real del victimizador procede de uno de sus padres. Ese rencor le lleva a una venganza proyectada en su primera relación. El victimizador no se atreve a mirar realmente a nadie, por el inmenso dolor que ha vivido. Es el Gran Amor que no se da porque se convirtió en odio.

La realidad del victimizador es su creencia en que nunca es culpable de nada. Para el victimizador el culpable y la culpa siempre están fuera. Nunca ve ningún problema en él, siempre en los otros. El victimizador cree que cualquier cosa que da ya es excesiva.

Un victimizador puede pasar exteriormente por el ser más débil del mundo, con tal de atacar al otro. Puede pasar de tener forma de víctima a forma de victimizador dependiendo de la situación. El cambio exterior o superficial de victimizador a víctima es el juego del ego que nos confunde para que no sepamos nunca dónde estamos.

La victimización se puede dar en los tres niveles: mental, emocional, físico.

Un victimizador mental es una persona para quien los errores de su pensamiento en el trabajo, en las relaciones, etc., son de los demás. Es dogmático, cree que siempre tiene la razón.  El victimizador emocional buscará el punto débil del otro y le atacará donde la emoción del otro sea débil. El victimizador físico es el que ataca en el dinero, en el sexo, en lo que se hace, etc. descalificará profesionalmente al otro, en su aspecto exterior, etc.

Hay victimizadores expresos y soterrados. Un victimizador soterrado no va a hacer manifiesto su pensamiento de que no se equivoca, de que no es culpable, etc. Su ataque será entonces no hacer lo que el otro espera; por ejemplo, un hijo victimizador con un padre victimizador será un victimizador soterrado que suspenderá, se drogará, etc.

El victimizador nunca se venga: está en su ley, lo que hace nunca está mal, hace justicia y justicia equilibrada. La víctima en cambio dará mil explicaciones de todo lo que hace, intentará justificarse.

El victimizador ataca donde él tiene que aprender.

Las claves para reconocer al victimizador

•   Cree que no se equivoca

•   Nunca se cree culpable

•   Los demás no cambian, ¿por qué va a cambiar él?

VÍCTIMA:

La víctima nace con la sensación de que trae una culpa enorme que tiene que limpiar. La víctima nace de haber sentido el gran rechazo a estar aquí. La víctima recibe también el ataque de sus padres. Inmediatamente piensa que la culpa es suya. La liberación de la culpa inicial (que existe antes de los padres pero que no se experimenta hasta los padres) es el juego eterno de la víctima.

La víctima nace del gran odio, y se lanza a la búsqueda de ser amado, busca el reconocimiento, busca la limpieza de su culpa. Y cuando recibe de los demás lo mismo que le hicieron sus padres siempre piensa que le castigan porque se lo merece. La víctima ve expiar su culpa cada vez que recibe un castigo, reconoce siempre un poso de culpa, un poso de dolor.

Una víctima ha venido a enseñar, en lo que a trabajo personal se refiere, porque está siempre dispuesta a aprender.

Una víctima ataca precisamente buscando constantemente el ataque del otro, y vive en la comodidad de creer que los otros son los malos. La víctima no se cree merecedora de recibir, por eso siempre pone enfrente a quien le va a decir “no”.

Las claves para reconocer a la víctima:

•   Cree que se equivoca siempre

•   Se cree culpable

•   Los demás cambian y él no

•   Cree que los errores propios no tienen disculpa

258 Como perdonar a los demás

Jon: Encuentro que es relativamente fácil perdonar nuestros propios errores, o por lo menos disculparlos. Sin embargo, veo más complicado perdonar los errores de los demás.

Joaquina: Es un tema que me pone un poco tensa. Independientemente de mi estado de ánimo de pensar que todos somos perfectos, lo que sí tengo claro es que el mundo entero rezuma mucha culpabilidad, mucho dolor y mucho malestar.

Jon: Entonces ¿tiramos la toalla o hay algo que se puede hacer?

Joaquina: Sitúate en el primer día que conociste a una persona que has amado profundamente. Ese primer día, lo que viste fue a un maestro, un maestro lleno de luz.

Jon: ¿Quiere decir que esa persona era perfecta?

Joaquina: No. Quiere decir que esa persona tenía la capacidad de enseñarte aquellas cualidades en las que tú necesitabas un aprendizaje en ese momento. No analices lo que era esa persona, sino lo que pusiste sobre ella; ese día viste a alguien que tenía unas características que tú necesitabas para crecer.

Jon: Situado estoy.

Joaquina: Aunque esta persona tenía ante tus ojos unas características maravillosas, también poseía su propia vida, que no era la vuestra. Esa vida iba ligada a una serie de comportamientos que, cuando eran puestos en práctica, hacían que te olvidaras de la persona y le colocaras el nombre de los comportamientos. Esto se llamar personalizar los comportamientos. Te olvidas de diferenciar persona de comportamiento: empiezas a llamarla impaciente, dices que es egoísta, déspota, que no te quiere, que no te hace caso. Pero en realidad no estás hablando de la persona, sino de sus comportamientos, y estos son universales, lo que quiere decir que también hablas de ti mismo. Cada vez que personalizas en el otro y dices “esta persona es impaciente”, estás diciendo que tú eres impaciente. Echas fuera la culpa, y para liberarte de ella necesitas aprender la diferencia entre tener un pensamiento descriptivo o uno personalista.

Jon: Entendido.

Joaquina: A continuación, debes descubrir cuál es el comportamiento que personalizas permanentemente, que lanzas fuera permanentemente, esa acción del otro que te hizo inmediatamente echarlo fuera. Piensa cuál fue ese comportamiento con el que pusiste la etiqueta a la persona, echándole por encima tu propio error. Cuando proyectas en el otro y le dices “es que eres muy impaciente”, no estás hablando de la persona. La persona es en sí misma, los comportamientos solo son actitudes que tienen que ver con el devenir de sus propias actuaciones. Esa persona no es impaciente: tiene un ritmo más alto comparado con el tuyo. Si al hablar con la otra persona fueras descriptivo y le dijeras: “yo hago las cosas a este ritmo, pero cuando estoy contigo siento que lo hago más lento y me enfado”, no habría posibilidad de discusiones. Pero en lugar de describir las acciones, las personalizas, conviertes actuaciones en ser.

Jon: Me reconozco ahí. ¿Qué debo hacer cuando pasa?

Joaquina: Vas a hacer dos miradas profundas: una de ellas es para comprobar cuál es la cualidad o el comportamiento que menos puedes soportar, para hacer una reflexión y darte cuenta de que es tuyo y, además, vas a ver a la persona a la que más culpas para darte cuenta de que estás lanzando un concepto personalista que debería ser descriptivo.

Jon: Quieres decir que, si describo un comportamiento nada más vivirlo, nunca habrá culpa, y si lo describes cinco minutos después, sí la habrá.

Joaquina: En el momento en el que la cabeza empieza a pensar algo de alguien, descríbelo, porque si no estarás hablando de ti mismo. Busca ahora la cualidad que más trabajo te cuesta describir. Sigamos con el ejemplo de la impaciencia, que es que te cuesta trabajo aceptar el ritmo de los demás. Si piensas que una persona es más lenta, verás que eres incapaz de sacar la descripción de ella, terminarás diciendo “es una pachorra”. Comprueba que, si dices en el momento las cosas y las describes, no hay posibilidad de rencor; si las guardas, no hay posibilidad de perdón porque todo lo que está en la cabeza, el cerebro piensa que es para ti. Cuanto más daño te haces, más daño crees que te ha hecho el otro.

Jon: Entonces los estados descriptivos aíslan a la persona de hacer algo bueno o malo.

Joaquina: Exacto. Tú puedes decir ahora mismo: “esta persona ha hecho un acto de violación de la fuerza de otra persona”. Si le llamas violador, tu cerebro adquiere la forma de un violador a los dos segundos. El cerebro no entiende que tú hables de algo que no eres, y solo aprende de razón, de aprendizaje y de expresión. Nosotros tenemos una dificultad: creemos que somos cuerpo y emoción, pero no lo somos. El cuerpo es la vasija y la emoción es el movimiento de nuestra presencia divina. La voz, el movimiento y el cuerpo forman parte de la experiencia para estar con personas, mientras que la mirada forma parte de la experiencia para estar con Dios. Esa es la gran diferencia. A partir de ahí, te das cuenta de la diferencia que existe entre estar mirando y aprendiendo o estar mirando y personalizando. Cuando personalizas, Tú has decidido que el comportamiento de una persona, que es algo físico, que es algo actitudinal, se convierta en el espíritu de esa persona, y eso es inviable. La persona no es una materia de actuación; llega a ello porque hay algún aprendizaje que no ha conseguido hacer. Hay algo que ha pasado en su persona, y esa experiencia es suya, no es tuya. Ese comportamiento es de él, no es tuyo. Tú has aprendido a un ritmo, y la otra persona aprendió a otro ritmo. La descripción tiene que empezar por ti, no por la otra persona.

Jon: ¿Puedes poner otro ejemplo?

Joaquina: Claro. Puede que tu descripción del amor sea que el otro te coja la mano 10 veces al día, pero puede que la descripción de la otra persona no sea así. El amor no se comparte, se vive. La otra persona no siente tu amor, siente el suyo. El amor es incompartible, no se puede compartir, no se puede romper, no se puede hacer nada con él más que vivirlo. Solo puede experimentarse. Cuando quieres agarrar el amor del otro a través del personalismo, lo que haces es perderlo.

Jon: Me resulta difícil aplicarlo al, por ejemplo, egoísmo.

Joaquina: El egoísmo es una de las cualidades sobre las que más personalizamos. No hay ninguna persona en el mundo que se queje de egoísmo y que no sea porque ella misma es egoísta. Cuando es generosa, no está pidiendo nada y no se queja de que el otro sea egoísta. El proceso descriptivo del egoísmo es: “en este momento estoy queriendo tener esto y estoy pidiendo que tú me lo des cuando debería estar dándomelo yo mismo”. Describes qué estás esperando, describes lo que es, cómo es y acabas. No hay ninguna persona que no vaya a funcionar ipso facto con un estado de generosidad increíble. Le dices eso al otro e inmediatamente se da cuenta de que ella misma no estaba dando algo que podía y, desde ese ejercicio, las dos empezaréis a darlo. Cuando le dices a alguien “yo estoy necesitando esto, y yo tendría que estar dándotelo en lugar de esperarlo”, es inviable que la otra persona rápidamente reconozca que ella tampoco está dando. Se abre la puerta al reconocimiento. Cuando no hay ninguna reclamación, no hay ninguna exigencia, ningún enfado.

Jon: ¿Sería algo así?: “En este momento estaba esperando que vinieras a mi lado y te pusieras a hablar conmigo, cuando soy yo el que tendría que sentarme a tu lado, dado que es lo que yo estoy necesitando. Es más, tendría que estar pensando si tú realmente estás necesitando hablar conmigo. Perdóname. Mi actitud en este momento es profundamente egoísta”.

Joaquina: Debes aprender que, por encima de todas las cosas, tienes que desarrollar la capacidad de expresar. Que tus acciones tengan una coherencia con lo que realmente eres. No eres cuerpo, no eres emoción. Tu ser está en una vasija, que es tu cuerpo, y se mueve a través de una emoción. Todas las culpas que echas a los demás están en la emoción y en el cuerpo, no en el ser. Para conocer realmente a los demás, debes aprender a ser descriptivo de los hechos, no descriptivo de las personas. Las personalidades no son personas, sino que estas van más allá. Cada vez que razonas lo que hacen los demás, vives en la culpa. Razonar algo es utilizar tu inteligencia, tu experiencia y tu forma de ver las cosas para ponerle una etiqueta. Describirlo es utilizar tu inteligencia a través de elementos asépticos que tienen un valor para ti. Las personas llevan a cabo comportamientos, pero no son sus comportamientos. El impaciente tiene 500 cualidades más; el incomunicativo tiene 500 cualidades más, así como el egoísta. Pero date cuenta de que la relación se acaba por ese personalismo que has hecho.

El método de trabajo comienza, entonces, por ir a ti, a tu culpa, ver qué cosa tienes que aprender de la situación y ponerte a aprenderla. No entres en la relación, porque entonces te vas a poner a recriminar. Vas a empezar de la siguiente manera: “en realidad yo he visto que tú has hecho esto que seguramente no te parecerá que es esto, pero a mí me lo ha parecido”. Pero recuerda que hay que empezar por decir: “yo pienso esto de esta situación”.

Ocúpate de las personas, no te preocupes nunca de las personas. Ocuparse de las personas es dejarlas ser, dejar que cuenten o no cuenten lo que sienten, dejarlas vivir. Lo que una persona es no puede ser expresado en un solo comportamiento. Puede comportarse de cierta manera en un momento, pero existen miles de facetas que no caben en ese comportamiento concreto.

Describir comportamientos o vivir personas, esa es la gran diferencia.

257 Los 5 niveles del éxito

1.- AUTOESTIMA

  1. Voluntad y valentía para generar objetivos
  2. Fijación de límites. Aceptación de la diversidad. Más allá del conflicto si/no
  3. Confianza. Escucha activa

2.- GESTIÓN EMOCIONAL. Autorregulación

  1. Sentidos
  2. Emociones
  3. Sentimientos

3.- GESTIÓN DEL COMPROMISO

  1. Claridad de propósitos
  2. Motivación
  3. Amor a sí mismo

4.- LIDERAZGO. Toma de decisiones

  1. Obediencia
  2. Gestión del cambio
  3. Gestión de las oportunidades

5.- AUTORREALIZACIÓN. TRASCENDENCIA. El gozo de perdonar. Entrega

  1. Punto óptimo
  2. Punto válido
  3. Punto infinito. Libertad total

256 El aprendizaje paso a paso

Jon: Te he oído decir en repetidas ocasiones, y estoy de acuerdo, que a este mundo hemos venido a aprender. ¿Cómo funciona eso de aprender?

Joaquina: Aprender es saber convertirte en alumno y en maestro, siempre a través de ver a cada uno tal y como es, sin contaminarlos con nuestras propias dudas.

Jon: ¿Lo podemos ver a través de un caso práctico?

Joaquina: Claro. Manuel es una persona cuyo mayor potencial es la felicidad, y puede ser un maestro de este ámbito en sus relaciones con las demás personas. Sin embargo, hay algo que le falta y que le hace sentirse incompleto: la conciencia. Cuando se pone en disposición de maestro de felicidad, transmite una duda razonable provocada por su falta de conciencia. Sin embargo, cuando debe aprender conciencia, no se siente seguro, pues considera que esta le va a impedir llegar a la felicidad absoluta.

Jon: ¿Por qué rechaza la conciencia?

Joaquina: Porque la considera severa, restrictiva, porque su concepción de felicidad es ser totalmente libre para hacer lo que quiera y considera que la conciencia es contraria a esta. No quiere aprender, pero hasta que no la acepte con la misma tranquilidad con la que acepta el ejercicio de ser feliz, Manuel no crecerá como persona. En cuanto una persona no sea consciente de que él existe, se encontrará mal. Exige a los demás consciencia suprema sobre él, es decir, les pide que hagan algo que él no está dispuesto a aprender.

Jon: ¿Se genera ahí algún sentimiento de culpa?

Joaquina: La culpa solo se genera porque no eres tan abierto para realizar los dos aprendizajes que necesitas hacer, situados en la dimensión de dar (enseñar) y recibir (aprender). No los afrontas con la misma amplitud, con la misma holgura o con el mismo corazón; siempre crees que debes enseñar y te niegas a aprender aquello que te falta. Si te posicionas en “no me dejáis ser feliz”, estarás lanzando tu culpa contra las demás personas en lugar de colocarte en disposición de aprender. Es mucho más fácil mantenerte en posición de maestro que pasar a convertirte en alumno, es más sencillo pensar que todos tienen que aprender tu gran potencial que admitir que hay algo en este mundo de lo que careces y que debes adquirir.

Jon: Es decir, en lugar de culpar a los demás de su falta de felicidad, Manuel debería situarse en “si yo aprendiera lo que he venido a aprender, sería mil veces más feliz” ¿Y ya está?

Joaquina: Solo así se convertirá en alumno y podrá liberarte de la culpa. Te propongo un ejercicio. Hay 4 pasos fundamentales que te ayudarán a poner en marcha el proceso de aprendizaje.

Primer paso: identificar tu mayor potencial, tu área de mejora y tu maestro

El ejercicio que vas a hacer consiste en comprender que todas las personas tenemos algo maravilloso que podemos darle a los demás y algo que aprender que necesitamos incorporar. El proceso de enseñanza y aprendizaje se basan en el planteamientode que el potencial y el área de mejora te llevarán a ser maestro y a ser alumno, respectivamente. No hay ninguna otra posibilidad de liberar la culpa que no sea a través de reconocer tu potencial y comprometerte con él, además de aceptar que las demás personas son maravillosas en algo y que debes aprender de ellas.

Jon: El ejercicio para borrar la culpa consiste, entonces, en recordar tu luz y respetar la luz del otro.

Joaquina: Así es. En primer lugar, debes buscar el potencial del que nunca podrán hacerte dudar, independientemente de que esté o no activo. Este puede ser: la felicidad, la pasión, la paciencia, la alegría… cualquier virtud que sepas que tienes en ti mismo, aunque en ocasiones se contamine por el área de mejora, esta otra cualidad que has venido a aprender a este mundo.

Piensa también, entonces, en esa área de mejora, eso que sabes que te falta y que has venido a aprender. Piensa en una persona que puede enseñarte esa cualidad de la que careces, alguien de tu entorno más cercano.

Cuando tengas claros ambos aspectos, rellena la siguiente tabla:

POTENCIAL
 
ÁREA DE MEJORA (¿De quién puedo aprenderlo?)
 

Un ejemplo práctico: El mayor potencial de Pepe es su pasión, un espíritu que le hace infatigable. La siguiente pregunta que debería hacerse, una vez está clara su gran fortaleza, sería: ¿qué tendría que hacer para que mi pasión fuera un canal que me llevara siempre a la felicidad? Él ha llegado a la conclusión de que su área de mejora es la tolerancia, un aspecto que considera que su maestro podría ser su hermana Almudena. Una vez que tiene claros estos tres aspectos (potencial, área de mejora y maestro) podrá pasar al siguiente paso. Algo positivo en este primer paso es identificar tu potencial y tu área de mejora en tu padre y en tu madre. En el caso de Pepe, por ejemplo, considera que su madre es más apasionada y su padre, más tolerante. Esta situación puede conducir a que culpe a su padre de no haberle dado su tolerancia, y la única forma de borrar la culpa sería aprender esa tolerancia e implementarla en su propia vida.

Segundo paso: identificar los indicadores de tu mayor potencial

Lo siguiente que debes hacer es identificar tres indicadores de tu potencial cuando opera en su máximo exponente, en un momento en el que te esté haciendo crecer, cuando estés tocando lo divino. Especifica cómo son tus movimientos, tu mirada, tu voz, tus gestos. Ten en cuenta que deben ser indicadores físicos, comportamientos tuyos que los demás puedan disfrutar, que puedan ver.

Rellena la siguiente tabla con estos indicadores:

LOS INDICADORES DE MI GRAN POTENCIAL

1.
2.
3.

Continuemos con Pepe. Él, después de reflexionar sobre los indicadores de su pasión, ha llegado a la conclusión de que estos son:

  1. Mirada tranquila.
  2. Escucha atenta y libre de juicios.
  3. Quietud consciente.

Una vez que quedan claros estos tres indicadores, tienes que exigirte a ti mismo en todo momento ser un ejemplo de estos tres indicadores. En el caso de Pepe, tendría que reflejar siempre la pasión activa a través de una mirada tranquila, una escucha atenta y libre de juicios y una quietud en su cuerpo que le permite tomar conciencia de esa utilidad de su pasión.

Tercer paso: identificar los indicadores de tu maestro en tu área de mejora

Una vez que has escrito los indicadores de tu mayor potencial, tienes que mirar a tu maestro e identificar los indicadores de su gran fortaleza, que es a la vez tu área de mejora. Piensa en tu maestro cuando pone en marcha su potencial en estado divino, siempre separándolo de ti mismo, sin mezclar lo que ves en ti mismo de lo que ves en la otra persona.

Rellena la siguiente tabla con los indicadores de tu maestro:

LOS INDICADORES DE MI ÁREA DE MEJORA

1.
2.
3.

En el ejemplo de Pepe, él ha llegado a la conclusión, a través de la observación, de que los indicadores de tolerancia divina de su hermana Almudena son los siguientes:

  1. Mirada profunda y reflexiva.
  2. Movimiento flexible y armónico.
  3. Voz suave.

Cuarto paso: incorporar los indicadores a tu propia vida

Una vez que conoces estos indicadores debes incorporarlos a tu día a día. ¿Qué pasaría si Pepe uniera su pasión con la tolerancia y mostrara una mirada tranquila y reflexiva, una escucha atenta desde la tranquilidad y la flexibilidad y una quietud consciente que provocara una voz suave, templada y dispuesta a consensuar? ¿Qué pasaría si tuviera a su padre y a su madre en lo mejor de sí mismos? Estaría más cerca de la felicidad, más cerca de Dios. Jamás culparía a nadie de nada, pues la culpa desaparece cuando eres consciente de tu lado divino y del lado divino del otro sin mezclarlos, sin querer que el otro haga lo que haces tú.

Jon: El ejercicio consiste, entonces, en introducir en nuestra vida los tres movimientos e ir aprendiendo los movimientos del otro hasta que notamos que están incorporados.

Joaquina: Entonces notarás algo irrepetible: sentirás cómo tu cuerpo reconoce una paz que se llama el instante santo, ese momento donde lo unes todo dentro de ti y no lo separas.

255 El deber

Jon: Mencionaste hace un par de conversaciones que hay tres motores de voluntad, y que deberíamos detectar cuál de ellos nos falta: Sexo, poder y deber, basados en tres tipos de personas: Persona que le gusta hacer cosas. Persona a la que le gusta sentir y lo desarrolla todo desde sus emociones y la conexión con los demás. Persona que le gusta pensar y lo desarrolla todo desde la razón. En estos tres pilares está la forma de ejercer la voluntad y también los tres detractores para no ejercerla correctamente. Sobre el deber, Kant dice que el hombre se pone él sus leyes y lo normal es que las cumpla.  Dice: “La voluntad nos confiere la libertad”, por que tú eres el que te pones tus leyes, tú eres el que decides lo quieres hacer a través de tu moral, de tu ética, …

Joaquina: Hablaba de la voluntad santa donde pones tu intención en aquello que te lleva a lo mejor de ti, y tu voluntad no santa humana que te lleva a satisfacer tus instintos, en realidad lo que hace Kant es que da una estructura a Schopenhauer y Nietzsche y mete la parte divina que el tiene. Dice que el hombre es quien se pone sus propias leyes, decide lo que come, hacia donde quiere llegar, y desde ahí se pone el deber. El deber de conseguirlo, compromiso y responsabilidad. Si el hombre no cumple esas cosas es porque los instintos le atraen, o porque se deja llevar por el poder de hacer las cosas. Si esto lo cumple junto al progreso lo llama la voluntad santa y a los instintos y a lo que detrae de nuestra voluntad lo llama voluntad humana.

Jon: Eso es que en el deber estaría el compromiso que has adquirido con tus propias voluntades.

Joaquina: Podemos hacer una síntesis con los tres perfiles y diríamos: tenemos una voluntad de desarrollo o de inclinación, tenemos una voluntad que nos lleva a crecer o nos lleva a paralizarnos.

Jon:Kant no habla de los deberes impuestos, habla de los deberes que nosotros nos ponemos como leyes para que las cumplamos.

Joaquina: Así es. Tenemos que ver si tenemos el deber puesto al servicio del desarrollo y del poder o puesto al servicio de la debilidad. Normalmente casi todos vivimos con deberes que permean nuestra sociedad, el deber de cuidarte y el de progresar y esto te lo manda la sociedad y de aquí haces tu propia ley y ves que cosas quieres de un lado y de otro, y lo conviertes en tu deber. Todo lo que hagas que esté impregnado de lo que crees que necesitan los demás no está en tu ley está en tu sociedad. Lo que tienes que descubrir es cuál de estas cosas está impidiendo que cumplas tu deber, tu ley.  Tenemos que descubrir nuestra ley. El deber es el propósito de vida.

Jon: Entonces, el deber entendido como lo que piensa la sociedad es un deber impuesto y no tiene nada que ver con nuestro deber.

Joaquina: Hemos nacido con la palabra deber inculcada en nuestra cabeza. Esa es la ley impuesta por lo demás, yo me refiero a la ley que llevamos dentro, la ley hacia donde tú quieres progresar, la que es el deber contigo mismo. Kant decía la voluntad no puede estar impregnada de falta de libertad, para tener libertad uno tiene que ver la ley que uno tiene y obedecerla.

Jon: Lo que quiere decir que, para encontrar nuestra libertad, nuestra voluntad, es imprescindible discernir entre lo que es impuesto por la sociedad y lo que es deseoso de nosotros mismos, lo que hemos elegido como ley.

Joaquina: Independientemente que a los demás les parezca mal ésta es nuestra ley y es lo que nos permite avanzar, y tenemos que definir si es una ley que va hacia la razón, hacia el progreso o es una ley que nos lleva a la inclinación o a los instintos, y aunque fuera así tenemos que reconocerlo como nuestra ley, en ningún momento ir contra nuestra ley. Kant lo llama deber, yo lo llamo propósito personal o vital.

Jon: ¿Cuál es tu ley? 

Joaquina: Nos tenemos que permitir penetrar en qué cosas nos ayudan a crecer y qué cosas no. En realidad, hay un cúmulo de experiencias que se han convertido en nocivas porque alguien nos ha dicho que el sexo es malo, comer ciertas comidas es malo. Debemos ver una cosa que tenemos en positivo y otra en negativo en el sexo que nos potencia o debilita la voluntad. Lo mismo en el poder, y qué cosa queremos hacer con nuestra vida, aunque sea a corto plazo que nos apetece y que lo que tenemos en el sexo y el poder nos potencia o debilita. Después decide con cuál de las dos (del sexo o poder) te debilita.

Jon: En resumen, propones un ejercicio en 2 pasos:

  1. Hacemos diagnóstico.
  2. Decidimos de las dos que nos debilitan cual es más fácil, si la del sexo o la del poder, y sobre ella trabajamos, nunca sobre la difícil porque no la vamos a poder trabajar, se arregla sola.

Joaquina: Si no lo encontras, para saber que te atasca solo hay que ver que te separa de las personas, lo que las personas te están reclamando todo el día. Si no eres capaz de discernir lo que te está paralizando es porque hay algo que está por encima de ti que no quieres que funcione. Esto es lo que llama Nietzsche el no deseo de poder. Schopenhauer dice que la voluntad es siempre un estado de frustración e insatisfacción que te lleva nunca a ser feliz, por eso tenía ese pesimismo tan tremendo, en el que estas todo el día buscando algo, pero la razón queda oculta y el conocimiento en aras de esa voluntad que te la está jugando.

Jon: ¿Cómo sería un ejemplo viendo esto como los peldaños de una escalera?

Joaquina: El primer peldaño sería: ¿Qué cosas de tu sexualidad es decir de todo lo que es el aliento de vivir, todo lo que es supervivencia está en este escalón? ¿Cuál es la que más te debilita, aquella que, aunque quieres flaqueas?

Jon: Por ejemplo, las parejas.

Joaquina: ¿Qué cosa dentro de tu supervivencia es positiva?

Jon: Que me alimento bien.

Joaquina: ¿Cuándo estas en pareja te alimentas bien? ¿Cuándo estas mal con la pareja te alimentas bien? El segundo escalón sería la ambición de progreso ¿Qué es lo que te debilita en el crecimiento de tu poder?

Jon: Las relaciones con los otros.

Joaquina: Habilidad social.  ¿Qué es lo que más fuerza te da dentro del poder?

Jon: soy trabajador.

Joaquina: ¿Cuál es tu propósito?

Jon: Escribir libros.

Joaquina: El propósito no tiene nada que ver con los dos escalones anteriores, estos te van a permitir llegar al propósito. Has decidido que los elementos que están en tu ley son: lo que te alimenta dentro del vivir es una buena alimentación y lo que te desnutre tu relación con las parejas. En tu poder lo que te alimenta es que eres trabajador y lo que necesitas potenciar son las relaciones. ¿Qué es más sencillo para ti aprender relaciones sociales o tener buenas relaciones de pareja? ¿que es lo que te hace sufrir más?

Jon: Me hace sufrir más la pareja.

Joaquina: lo que hace sufrir no lo vamos a tocar y nos vamos a centrar en lo que es más fácil. No te vas a quejar ni un solo día de lo que sucede, el foco está en alimentarte bien y empezar a hacer relaciones sociales. Este es el primer paso, miro los dos lugares veo el que me hace daño y el que no, lo mismo en el segundo paso y me pregunto ¿Cuál de los dos me hace sufrir y cual menos? Y elijo el que me hace sufrir menos. Jamás hacer un plan sobre lo que os hace sufrir porque no va a funcionar, hay que ir a la satisfacción. La voluntad no se construye desde el dolor se construye desde el gozo. Si consigues mejorar tus relaciones sociales, tu próxima relación será mucho mejor porque habrás conseguido empoderarte y cuando te empoderas ya no tienes problemas con los demás.

Jon: ¿Y si no nos funciona la vida?

Joaquina: A todas las personas que no les esté funcionando su vida es porque les pesa más el lado negativo del sexo y del poder. Cuando en tu cabeza está el no, no hay propósito de vida. Estas personas siempre que van a hacer un ejercicio de voluntad les falla que permanentemente piensan que no tienen propósito, motivación, no tienen una ley de vida, viven todo el día contra la ley, viven en la ley de los demás no en la suya. Mientras que no lo hagan jamás tendrán un propósito porque el deber que tienen es un deber impuesto.

Jon: Y Kant dice no habrá ninguna persona en este mundo que pueda conseguir avanzar mientras que no encuentre su ley, mientras que viva en la inclinación o en la razón de los demás. 

Joaquina: Toda persona que le pesa más el conflicto que el conocimiento es una persona que no quiere estar en su ley sino en la de los demás, toda persona que la voluntad de hacer la tiene aniquilada por las relaciones es una persona que lo que decide es: es más importante lo que no tengo que lo que tengo. ¿Qué prefieres aplicar a tu voluntad, el conocimiento para aprender a vencer el rechazo, o la voluntad para poder trabajar las relaciones?

Jon: el conocimiento.

Joaquina: Te es más fácil trabajar en el conocimiento. Entonces no vas a trabajar en el propósito, vas a poner todo tu trabajo en aplicar un 1% de conocimiento diario para solucionar conflictos que nunca tengan que ver con personas. Los conflictos tienen que ver con uno mismo no con las personas. Toda persona que no tiene propósito es que el lado negativo del sexo y el lado negativo del poder pesan más que lo positivo, a partir de ahí no pueden clarificar su propósito porque no tienen herramientas porque la voluntad está en el no. No vas a encontrar un propósito, ni el éxito profesional, ni saldrás del paro, si estás fuera de tu ley, si piensas en la cabeza de otro, o en la forma de otro, si estás pensando fuera de ti. La voluntad es gozo, el sacrificio nos lleva al desastre.

La voluntad que tenemos es la que queremos y a partir de ahí podemos conseguir todos los cambios que queramos. Cuanta más verdad digas de tu voluntad más posibilidades tienes de encontrar tu voluntad superior; cuanto más la escondas menos posibilidades tienes de encontrarla. La luz no está en pensar que la voluntad que tienes no existe, está en pensar que hoy esa voluntad es la que tú tienes, mañana será la que hayas aprendido, pero hoy es esa.