271 Escuchar las creencias

Joaquina: Debemos escuchar hasta el final nuestros propios razonamientos sobre aquello que creemos que es malo y sobre lo que pensamos que no lo es, y también debemos escuchar los de los demás, porque si lo hacemos, incorporaremos la semilla para el cambio. Me gustaría que hicieras el ejercicio de averiguar tu valor o visión de vida, tu creencia y tu contravalor.

M: Mi visión de la vida es la bondad.

Joaquina: Ahora vamos a ver tu creencia limitadora con respecto a la bondad, y para ello ponte en otro lado, porque el valor y el contravalor lo tenemos en zonas diferentes del cerebro que funcionan a la vez. El valor está en una parte del cerebro, y la creencia limitadora se pone en el otro lado para trabajar. Ahora, piensa en un momento donde hayas visto una persona muy bondadosa a la que le hayan hecho daño. Normalmente es en la familia.  Es muy probable que hayas visto a una persona muy buena maltratada por otra, aunque fuera sin mala intención.

[La génesis de la creencia limitadora está muy marcada en la biografía y, escarbando un poco más, se puede llevar a las personas a que nos digan en qué momento la creencia se inoculó en ellas.]  

Joaquina: Piensa en ese momento en el que has visto a esa persona muy bondadosa en la que la bondad le haya dado alguna dificultad, y eso ha generado en ti la creencia limitadora. ¿Cuál es?

M: Quizá esa persona es mi padre.

Joaquina: No me interesa desnudarte. Sólo quiero que sepas qué ha pasado. Yo daría mi vida porque ningún niño se encontrara en una situación de tener que elegir. Si has elegido la bondad, hay una parte de ti que no has elegido. Esa elección es buenísima, pero junto a ella ha habido una sensación negativa, y es que la gente que no es bondadosa hace daño a los bondadosos, porque no se saben defender. Esto es un ejemplo, y lo que me interesa es que aprendas que la autoestima es un proceso muy interesante de encuentro con nuestra visión infantil. Debemos averiguar qué pasó ahí, qué nos limitó.  Tenemos un padre y una madre que no piensan ni se expresan igual, y nosotros tomamos partido quedándonos con algo y excluyendo algo. Tú has tomado la bondad, y al lado hay algo que no quieres vivir porque te parece que no es bondadoso. Dime, ¿qué creencia tienes en relación con que una persona es muy bondadosa y no se sabe defender?

M: Mi bondad excesiva me puede llevar a perder mis ideales.  A estar en contra de ellos.

Joaquina: Tenemos, por tanto, que tú eres bondad y que tu bondad excesiva te puede llevar a perder tus ideales, a estar en contra de ellos. Algo ha pasado en tu vida para que hayas incorporado una creencia negativa, y me gustaría que lo recordaras.  Uno no pasa de la bondad a creer que pierdes los ideales si eres bondadoso. Ahí ha pasado algo. Por favor, busca dentro de ti algo que realmente repites continuamente y que va contra ti. Y que no sea una creencia sino algo que es como un valor, aunque no sea positivo para ti. Pasa siempre y lo tienes siempre. Cambia de sitio y cuéntamelo.

M: ¿El contravalor? ¿Puede ser huir de conflictos?

Joaquina: Puede que seas una persona que necesitas estar siempre siendo bueno, no generar conflictos, no confrontar. Ahora cambia de sitio y siente la bondad.  Lo que tú vives en la vida es la bondad y la creencia de que la bondad te lleva en muchos casos a perder tus ideales. Eso no sería posible si no hubiera habido un gran bloqueo generado por la creencia de que, si te confrontas, no te van a querer, van a pensar que no eres bondadoso y esta falta de confrontación te está llevando a perder y a creer que no vas a defender tus ideales.  Pues bien, yo quiero decirte algo. Somos personas que funcionamos con un cerebro que hace un trasvase de información. Por un lado, está lo que el cerebro ve, y por otro lo que cree. Lo que ve es real, y lo que cree es perceptivo. Cada vez que pasamos de lo que vemos a lo que creemos, recibimos un golpe que es el que va haciendo que tú decidas no confrontar, porque cada vez que lo hacías alguien te decía que eras malo, y como no quieres ser malo decides que mejor no confrontas. La vida te va a llevar a un momento donde la confrontación se va a producir de forma inevitable, tal vez después de muchos momentos de no confrontar. Tu batalla en la vida es la bondad. Has dejado de luchar con las cosas que te parecían que no eran interesantes y decidiste que la bondad era tu batalla personal y que eso no lo querías cambiar. En tu camino de ir buscando más allá de las cosas, decidiste que confrontar podía ser un riesgo importante, y te has quedado con una creencia de que si eres una persona buena al final tus ideales no los vas a poder defender. Me gustaría que me hablaras sobre esto, porque mi intención es escuchar todas las cosas que te han llevado a ello. Cuéntanos qué ha pasado o cómo has construido esta realidad en la que piensas que la bondad te lleva a perder tus ideales

M: Quizá no he tenido la fuerza necesaria para defender la bondad frente a otros que si la tenían. No sé; no lo tengo muy claro.

Joaquina: Bien; es obvio que hay un discurso interno porque, si no, no habrías llegado a esas conclusiones. Cuéntame alguna situación donde hayas notado que una persona bondadosa de pronto haya estado contra sus ideales y que tú hayas notado que eso era así.

M: En una relación sentimental, por ejemplo.

Joaquina: De acuerdo. Entonces, tú te has traicionado a ti mismo y esa traición ha ocurrido en ese ejercicio bondadoso donde estabas dando lo mejor de ti, pensando que eso abonaba una situación diferente, y te diste cuenta de que en esa situación lo único que hacías era traicionarte a ti mismo. Cuéntame cómo ha sido tu bondad en esos momentos. ¿Cómo has desarrollado esa bondad que tienes?  Me gusta oírlo porque yo no habría llegado nunca a esta conclusión, posiblemente porque la bondad no sea mi planteamiento de vida, pero tengo interés en saber cómo llegas tú a esa conclusión, qué te ha llevado a ella, para poder entender lo que me estas queriendo decir ¿Cómo te sentías en ese momento? ¿Te sentías bondadoso?

M: Sí.

Joaquina: ¿Y qué notabas en ese sentimiento?

M: Que me llenaba.

Joaquina: Muy bien, me voy a quedar con lo que me has dicho, que eres muy bondadoso lo noto, y que estando de alguna manera traicionando tus intereses te sentías bien, feliz y bondadoso, y eso es para mí un dato importante.

Jon: ¿Para qué me cuentas este caso?

Joaquina: Para que nos demos cuenta de que lo importante es que la persona encuentre y exprese, y nosotros reconozcamos y reforcemos su valor y su camino. Trabajar el “sí” y el “no” es un proceso de incorporación de lo que la persona aprendió. Si cuando empezamos una relación con alguien y nos parece que lo que nos está diciendo es de locos y empezamos a querer ganar esa guerra, ¿cómo se va a sentir el otro? Desde luego, no muy bien. Si en cambio nos limitamos a estar cerca y a tratar de aprender de sus creencias, es probable que esa persona empiece a modificar su creencia limitadora. M ha reconocido que era feliz dándose, y eso es lo importante. 

Jon: Entonces, el trabajo es hablar hasta el final de nuestras creencias limitadoras, y dejar que los demás nos hablen hasta el final de las suyas.

Joaquina: En ese camino de búsqueda vamos ciegos, lo hacemos peor o mejor, y desgraciadamente alguien nos golpea, alguien nos dice que no es así, y surge una creencia sobre la que nunca más volvemos a hablar porque la gente nos la quiere quitar. “Pero ¿de qué vas ““eres tonto” “¿cómo puedes decir que la emoción no existe?” “¿cómo puedes decir que te traicionas?” … En las creencias estamos todo el día discutiendo. Y es por ello por lo que no debemos tratar de quitarle sus creencias a los demás. Lo que debemos hacer ahí es escuchar, aceptar y reconocer. Debemos escuchar con toda la atención y reconocer que se ha llegado ahí por una decisión. Hemos llegado después de estar ciegos y decidiendo que queremos contarle al mundo lo que creemos, y entonces el mundo entero se vuelve contra nosotros: “¿Cómo es posible que digas que no vales?”, “Es que estás tonta ¿cómo es posible que digas que no tienes poder?”. Nos encontramos todo el día con que alguien nos dice que lo que estamos diciendo que creemos es mentira. Cuántas veces nos habrán dicho que sí valemos, o que las emociones sí valen, o que no hace falta demostrar que somos bondadosos… ¿y de qué ha servido? De nada. Por tanto, no vale tratar de llevar al otro a tu terreno, lo único válido es escuchar cómo el otro ha llegado ahí. Qué le ha hecho a la persona llegar ahí, para que de ese modo la persona entienda la génesis de su creencia limitadora. Hay que escuchar a la persona, dejar que diga cómo llegó ahí sin contradecirla, sin poner nuestra creencia encima de la suya. Si la persona dice “me voy a arruinar” debemos escucharla, pues sólo si escuchamos y la persona dice su verdad y no se la contradecimos se puede empezar a cambiar, a asimilar nuevos aprendizajes. 

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