Jon: Se habla mucho, sobre todo en el mundo empresarial de la misión y de la visión. ¿Dónde ves tú las diferencias?
Joaquina: La visión hace referencia a nuestros valores o ideales, la visión que tenemos del mundo, y la misión se refiere a las creencias que poseemos para cumplir nuestra visión.
Jon: Es decir, que vemos el mundo de una manera y queremos hacer realidad esa visión del mundo.
Joaquina: Sí. El término misión aúna dos elementos: el objetivo vital que tenemos, lo que queremos hacer en la vida, y el proceso para lograrlo. Los valores o ideales no podemos modificarlos, pero las creencias sí, y ahí es donde entra nuestro trabajo con nosotros y con los demás. Fíjate en que la misión refleja nuestra visión, el contravalor y la creencia limitadora, creencia que pensamos que si la tocamos estamos perdidos. La creencia limitadora destruye nuestra misión.
Jon: Entonces, la creencia limitadora está relacionada con lo que nosotros pensamos sobre nuestra visión.
Joaquina: Sí, y es muy importante que en la visión no metas ideales ajenos, es decir, cosas que te parecen bien, las típicas ideas bonitas que están en el ambiente, pero que no ejerces. Un valor lo es porque lo llevamos todo el tiempo a la práctica.
Jon: Así que no vale decir que nuestra visión de vida es, por ejemplo, que la educación cambia el mundo, si no nos dedicamos diariamente a educar, con una vocación que nos surge de dentro y a la que estamos abocados.
Joaquina: Además de ser algo a lo que estamos dedicados, tiene que ser concreta. No vale decir que nuestra visión es estar al servicio, si no sabemos de qué estamos al servicio. Por ejemplo, hace unos días estuve trabajando con una mujer joven, y me dijo que su visión era estar al servicio. Yo le respondí:
“-Acuérdate de que es una visión que te va a llevar a hacer algo.
-Mi visión es que lo que yo voy aprendiendo lo pongo al servicio a los demás.
– ¿Y cómo lo formularías?
– Mi visión es apoyar al cambio o acompañar en el cambio.
-Tu visión es estar al servicio para apoyar en el cambio. ¿Y cuál es tu creencia limitadora con respecto a eso?
-Pienso que no valgo.
– ¿Y cuál es tu contravalor?
– Ser valorada, gustar.
– Pues dilo todo ahora alto y fuerte
– ¡Yo lo que quiero es estar al servicio para generar cambios!
– Bien, ¿y qué pasa?
– Pues que pierdo la fuerza. Me pierdo cuando necesito me valoren.
– ¿Para qué utilizas tu creencia de que si no gustas no vales para nada?
– Como entre ahí estoy perdida.
– ¿Y cuándo puedes estar al servicio para generar cambios?
– Cuando me doy cuenta de lo que sé.
– ¿Y?
– Y lo pongo al servicio.
– Tu problema es éste: ¡me doy cuenta de lo que sé, pero es que no me lo ha dicho el jefe! ¡soy estupenda, pero no me lo ha dicho mi padre! ¡soy genial, pero no me lo dice mi hermano!… Estás diciéndote sí y no a la vez”
Jon: Esto es lo que genera esta creencia limitadora. Tenemos nuestra visión diciéndonos “sí” y nuestro contraideal diciéndonos “no”, y cuando entramos en esta contradicción se genera la creencia limitadora.
Joaquina: Estamos en todo a la vez, y nuestra misión se aborta por el contravalor. Cuanto tengamos más claro qué elemento tenemos en el contravalor, más fácil nos será salir. Y desde aquí comprenderemos que no hay nadie fuera que nos haga decir un “sí” o un “no” cuando no queremos, sino que estos se producen dentro de nosotros.
Jon: ¿Cómo se arregla este entuerto de contradicciones?
Joaquina: Hay que poner valor en el contravalor. Los profesionales del coaching deberían enfocar su trabajo para que la persona encuentre sentido a lo que hace, de tal modo que si se encuentran con alguien que afirma que no vale, sepa que tiene que llevar a esa persona a encontrar situaciones en las que sí ha sido válida y empezar a cambiar a esa persona desde ahí.
Jon: Esto es igual que saber cómo se invierte en bolsa: hay que aprender el proceso para poder manejarlo.
Joaquina: El paso del valor al contravalor no se produce de manera espontánea. Si alguien dice que su valor es tener éxito en todo lo que se proponga y su contravalor es que no vale, eso no ha surgido de un día para otro. Quienes sean maestros sería bueno que aprendieran a sacarles el valor a los niños, y en general todos deberíamos estar atentos a cuándo nuestros amigos, familia y parejas nos dicen que pueden y no pueden hacer algo, cuándo se contradicen.