251 Cristiano Ronaldo

Jon: Un grupo importante de personas que conozco rechazan el futbol por considerarlo un deporte de masas en el que poco o nada interviene el intelecto, la cultura, la calidez y no sé cuántas cosas más que algunos grupos exigimos para mantener relaciones que resulten interesantes, aunque luego resulten no serlo. Otros muchos que yo tildo de intelectuales, inteligentes, capaces de mover el mundo, adoran el futbol hasta el punto de que cuando hay un partido importante todo lo de alrededor deja de existir. Bastantes no están en ninguno de estos dos grupos. Pasan de futbol, del deporte, de casi todo lo que tenga que ver con el cuerpo, el espectáculo o las multitudes.

Joaquina: Sin embargo, casi todas las personas con las que he compartido momentos interesantes vivieron un giro rápido e inusual cuando surgió el movimiento de “La Roja” La mayoría de los españoles vivimos un pálpito patriótico. Las dos Españas quedaron de momento disueltas, y casi todos estábamos muy cerca de un sentir popular alrededor de la selección de fútbol como un medio fácil y desconocido de avanzar en el respeto dentro y fuera de nuestras fronteras.

Jon: ¿Por qué crees que fue así?

Joaquina: Porque el futbol, como ningún otro deporte, mueve algo dentro de las personas, sean mujeres, hombres o niños. A todos por igual les enfebrece. Hay una conexión con algo atávico y primitivo que nos impele a la emoción aunque queramos abstraernos de ella. Es más, pienso que algunos que rechazan el futbol de forma visceral si acudieran a un campo cuando España se bate contra cualquier otro equipo, sentirían algo que inconscientemente les recorrería el interior de sus entrañas. El pulso emocional que palpita en las gradas es un recuerdo sin duda de los anteaños juegos de la Grecia Clásica.

Jon: Si no te conociera diría que te gusta el fútbol.

Joaquina: Sí me gusta el análisis de lo que moviliza a las personas hacia una decisión u otra. Durante algún tiempo he observado los grandes movimientos de masas y la pérdida del sentido racional en el que a veces caemos todos, bien sea en el deporte, en la música, o en un momento de amor no correspondido. Si abrimos cualquiera de las redes sociales que hoy son las propulsoras y generadoras de pensamiento para nuestros jóvenes, nos encontraremos con sorpresas tales como el número de seguidores que tiene un joven de a penas 18 años, o las veces que se ha visto un video en YouTube…

Jon: ¿Qué hay detrás de todo esto?

Joaquina: Hay algo que conmueve a nuestros jóvenes en cada uno de esos personajes de las redes. ¿Qué hay detrás de esos mitos que algunos cuando logran la cima de la popularidad se rompen y todo parece esfumarse?. Algunos hundidos en las drogas, otros fallecen buscando la eternidad… En todos estos casos juegan un papel importante la voluntad y la pérdida de la misma. La disciplina y la irresponsabilidad con ella cuando se ha llegado a la cima.  Los seguidores aman esa imagen de héroe que ha alcanzado lo inaccesible. Permanecen fieles a sus ídolos porque en ellos hay algo intocable que admiran y envidian en muchos casos por igual.  Sin embargo, cada una de estas celebridades tenían algo en común en sus inicios: una profunda ilusión, una entrega sin límites a las propuestas, una inocencia y disfrute sin igual, la voluntad hacia el triunfo, y la disciplina para los requerimientos que el mismo exigía.

Jon: ¿Son la disciplina y voluntad puestos al servicio de un logro los generadores de grandes artistas?

Joaquina:  Sí, pero lo que los mantienen en el tiempo y evitan la ruptura de esa combinación valiosísima son los deportistas. La clave para mantenerse en la cima es que su cuerpo esté a su servicio, que la fuerza y la energía pueda responder a la exigencia diaria. Algunos de estos hombres se preparan inagotablemente para vencer a todos sus oponentes en una prueba que dura minutos cada cuatro años en las olimpiadas, o en los campeonatos mundiales cada dos.  Y ese momento es esperado por millones de seguidores. Después de haber analizado las características más identificativas de la autoestima he llegado a la conclusión de que la capacidad volitiva es la que más colabora para llegar a la autoconfianza y permanecer en ella.  Cada profesional puede emplear técnicas que sean las propias de su disciplina para ser el mejor, sin embargo, lo que va a mantener su motivación, constancia, perseverancia, atención, curiosidad y ritmo en el tiempo, será su voluntad al servicio de sus deseos y la disciplina que marca. Revisadas actitudes y comportamientos de cientos de personas en los últimos diez años, pienso que los actores sociales que pueden ser medidos en su rendimiento son los deportistas de élite, seguidos de los financieros a través de sus cuentas de resultados y en tercer lugar aquellos consultores que quieren llegar a las cotas más altas de su desarrollo profesional. Individuos que están dispuestos a entregar su vida, su tiempo y sus deseos a alcanzar el reconocimiento y la admiración de todos los que les rodean a través de cuantificar sus logros.

Jon: Todos ellos cumplen un mismo comportamiento, el resultado está por encima de su diversión, sus relaciones, su ocio o cualquier cosa que les aleje de su meta. Su afán es llegar a ser los primeros, los mejores, los únicos…Y todos ellos emplean su fuerza volitiva para que se cumpla ese deseo.

Joaquina: Claves repetidas, movimientos comunes, posturas afines, para cada uno de estos tipos de personas me he encontrado con reiteraciones no verbales que se dan independiente de si es ganar un partido, lograr el cliente con la cuenta más ventajosa o dar las claves exactas del resultado de una compañía. Los gestos de poder, la pisada firme, la mirada directa, cierto grado de desprecio, poca cercanía, un gesto de “yo estoy aquí, mírame y admira quién soy”… Un gesto de posesión y dominio cuando logran algo por sus medios, por su intervención que muestra un grado de individualismo y deseo de reconocimiento que está inscrito en su piel.

Todas estas señales son de triunfadores en el mundo del deporte, de los números o del poder económico. Estos gestos no los he encontrado en los artistas populares. En ellos hay una subrogación a la aceptación, una búsqueda de gustar que hace que hipotequen su fuerza y caigan en la pérdida de voluntad en el momento que dudan sobre qué siente el público por ellos, en el momento que se comparan con otro artista que acaba de aparecer o ven que en las listas de éxito sus canciones u obras ya no están.

Jon: Entonces, la mente volitiva queda diezmada porque el resultado no depende de sus deseos, ni de sus capacidades, está a merced de los vientos perceptivos y volubles de las gentes.

Joaquina: Así es, no obstante, algunas de las claves de estos héroes sociales pueden ser analizadas antes de que caigan en la competitividad. En los primeros momentos, cuando se inician, la voluntad permea toda su actitud, muy parecida a los tres colectivos planteados antes. La disciplina, la motivación, el esfuerzo está a disposición de su arte y su profesión. Sin embargo, no es posible hacer un análisis en el tiempo porque cuando han logrado un cierto éxito caen en una espiral muy difícil de parar. He aprendido que hay grupos de personas para cada uno de los objetivos señalados en su destino. Lo mismo que hay grupos de individuos que llevan con ellos el estigma del fracaso.

Jon: De alguna manera estás queriendo llenar un espacio de conocimiento en el que los jóvenes puedan emplear lo que llama Stephen Covey nuestro primer don de nacimiento: La libertad de elegir.

Joaquina: Si bien estoy de acuerdo con este autor en que todos tenemos este derecho, y que la sociedad debe proveernos de los medios para alcanzarlo, la realidad diaria nos conmina a que todo lo que hemos recibido en nuestro entorno ha fijado el resultado que no es otro que cada cual tiene una pequeña limitación a la hora de la elección que no podemos olvidar.  La meta es que la información nos permita encontrar medios para que esta libertad inalienable pueda llevarse a término, si o sí. La comunicación no verbal analizada a edad muy temprana puede determinar si las condiciones físicas y evolutivas del joven están dispuestas para que tenga la libertad de elegir un proyecto físico, emotivo o intelectual. De poco o nada sirve que nuestro joven piense en ser Cristiano si no le damos las facilidades para que al menor lo intente. Los movimientos recriminatorios de algunos padres, maestros, educadores han convertido a niños con cierta debilidad corporal en personas abocadas a la sumisión y a la ignominia y han sido anulados de su posible desarrollo deportivo a causa del maltrato de su entorno.

El documental que se realizó: Cristiano Ronaldo al límite podemos comprobar en qué parte de su cuerpo pone la fuerza, qué sucede en su biomecánica, qué partes de su musculatura está a su servicio y cuál está más detenida. También veremos que los hábitos son los propulsores del éxito, y que la conciencia de la costumbre ayuda a que los rendimientos sean mayores en unas pruebas que en otras.

Jon: Esto puede ayudar a que padres que sueñan con el éxito de sus hijos en los deportes comprendan que hay algo que pueden hacer y es preparar a sus hijos a nivel de comportamiento motor para que alcancen lo que puede ser uno de sus sueños.

Joaquina: Gareth Bale, un fichaje millonario del Real Madrid, a diferencia de Cristiano, es velocista, recorre el campo en línea recta, con grandes zancadas. Sus rodillas se elevan, su cuerpo está hacía atrás y su pierna es como un baile que cruza por encima de los otros jugadores. Bale no es un jugador de fuerza, ni de enfrentamiento, es un jugador de grandes movimientos que necesita espacio y salir desde atrás para con esa velocidad de corredor de 200 metros llegar a la zona de portería e introducir la pelota de una forma sutil, casi sin percibirse. El portero no la espera y pasa a su lado como si de una forma invisible se tratara. Ese es Bale. Dos formas de jugar diferentes, exquisitas las dos.  En una la fuerza está en las piernas, en su energía y en el encuentro casi cuerpo a cuerpo, en el otro la distancia, la rapidez, el cuerpo recto, las piernas ágiles y flexibles. Uno ha aprendido desde mirar el mundo de cerca y atacar todo lo que ve, el otro ve un campo verde por recorrer y lo disfruta de campo a campo sin fatiga. Ambos se han preparado y cualquiera de ellos está dispuesto a triunfar, pero sólo desde su peculiaridad podrá disfrutar y lograr el máximo rendimiento. Sus familiares, su entorno, sus horas de juego, la vida y el entorno configuraron su fisonomía y en cualquiera de los dos casos ambos han puesto su voluntad y disciplina al servicio de la victoria.

Jon: Recuerdo que a tu último curso de Comunicación Aplicada asistió una joven de unos 35 años de movimientos muy apocados, presentando una expresión atemorizada ante cualquier propuesta arriesgada que le planteaban los profesores. Sus caderas estaban sujetas a ese miedo y sus movimientos parecían de una muñeca robótica exenta de cualquier belleza o armonía. Sus gestos llenos de desprecio a si misma, amen de una mirada huidiza la convirtieron en un ser extraño y ajeno para el resto del grupo. Cuando hablaba sus palabras pendían de un hilo en la voz que casi no era audible para todos los presentes y el temor a herirla impedía una interacción saludable con el resto.

Joaquina: Sin duda era el resultado de unos padres opresores, exigentes de responsabilidad a la edad más propia del juego infantil. Su libertad para elegir se había quedado relegada a un estudio profuso de materias en las que su mente melancólica podría acogerse y  sentirse reconocida. El intercambio entre el mundo interior y el exterior había quedado anulado por aquella vivencia retorcida y perversa de su entorno en la edad infantil. Sin duda esa mujer habría sido más poderosa antes de que alguien domeñara todos sus deseos hasta dejarla derrotada, reduciendo sus músculos a pequeños esquejes de dolor vencidos, y donde podría haber estado una bailarina, una deportista o simplemente una mujer fuerte y poderosa, hoy estaba una niña inmadura asustada, de movimientos arrítmicos y voz monótona.

Jon: ¿Habría cambiado todo con otra madre?

Joaquina: Seguro que esta mujer no tuvo en su vida a la madre amorosa y potenciadora de Cristiano Ronaldo. María Dolores dos Santos que entendió que su hijo necesitaba vivir sus aspiraciones y sus sueños. Facilitó que saliera cada día a jugar a la calle, que durmiera con su balón debajo de la almohada, que decidiera entre el balón o la escuela.  Sus largas horas de entrenamiento con los hombres o niños del pueblo, sus largas tiradas contra las paredes de las casas, como campo el asfalto roto de la carretera de su barrio, y todas y cada una de las propuestas que fueron cuidadas y atendidas por su madre y potenciadas por la aquiescencia de su padre. Cristiano desarrolló todo su potencial contra una pelota, sin embargo, su cuerpo era delgado, poco formado, poco hábil seguramente para ser el gran jugador que llegaría a ser. Pero cuando alguien se lo recriminó supo buscar la forma de fortalecer su masa muscular, de potenciar su cuerpo más allá de la imagen incierta que producía antes de sus 17 años. Fue ya en el Sporting de Lisboa donde desarrolló la musculatura que es el soporte de la que hoy presenta. Imágenes vívidas que hacían concebir a los observadores si sería capaz o no de lograr lo que se proponía. Era su cuerpo, su marca física la que hacia o no presagiar el mejor o peor futuro para el joven.

Jon: Así que Cristiano nos da una visión doble de una misma moneda. Por un lado su deseo de ser el mejor le hizo trabajar a favor de las cualidades que precisaba para ello y por otro lado al lograr su cuerpo confirmó que este le permitía llegar mucho más alto.

Joaquina: Esta es una historia de un hombre con libertad para elegir. El precio quizá muy alto en el camino, sin embargo, fue el coste que él quiso pagar para llegar a ser quien hoy es.

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