Seguimos sentados en la playa y se nos acerca una conocida para saludar. Es una mujer morena, con una cara agradable y llaman la atención sus grueras piernas. Joaquina le comenta que estamos hablando de boiotipos y que si puede servir de ejemplo. Ella sonríe y conociendo a Joaquina acepta.
Joaquina: Decíamos que el mundo tenía un entorno. Ya no tenemos un entorno hostil sino un entorno de personas hostil. Como somos personas sociales vamos a ver los biotipos como una entidad social y vamos a decir, si sus piernas son cómo se relaciona con el entorno y el entorno es el poder, me voy a dar cuenta de que ella siente que necesita más poder para defenderse del entorno. ¿Tiendes a querer tener el poder en tus relaciones?
María: Sí.
Joaquina: ¿Te das cuenta de que eso significa que no lo tienes?
María: No.
Joaquina: Si tú tuvieras el poder en tus relaciones tu pierna no necesitaría un edificio mucho más grande del que para ti sería el aceptable. Tus piernas son un edificio o las columnas de tu edificio y están grandes. Cuando uno tiene el poder las piernas no están más grandes, sino normales. Si tú las has sobredimensionado es porque quieres tener el poder. Lo cual quiere decir que no aceptas el poder del otro, sino que lo discutes. ¿Estás de acuerdo? ¿Qué sucedería si en tu vida aceptaras el poder de otra persona? ¿Qué sentirías dentro de ti? Eso que acabas de decir con la comunicación no verbal dilo con las palabras.
María: No lo soportaría
Joaquina: Mientras que no lo puedas soportar tus piernas no solamente van a crecer, sino que se van a deformar, y lo que es muchísimo peor, te vas a odiar. Con que durante 3 semanas seas capaz de ver la autoridad en el otro, si la tiene, verla, no discutirla. La ves, que tengas la capacidad de entender que el poder es algo universal, no personal, es algo que tenemos todos y que necesitamos compartirlo porque el poder es el conocimiento, es la edad, son un montón de estructuras. Si durante un tiempo que se asiente dentro de ti, consigues ver la autoridad en otro lugar, la reconoces y la aceptas, tus piernas se reconvertirán en piernas el 75% más delgadas. ¿Te merece la pena?
María: Claro.
Joaquina: ¿De quién no soportas la autoridad?
María: Del hombre.
Joaquina: María, imagínate que ese hombre mesomórfico del bañador azul es tu pareja. Él tiene el poder. Él sale y dice: “yo tengo el poder” y tú te sometes. Luchas contra los que tienen ideas y te sometes a los que tienes fuerza. Eso no te va a dejar cambiar las piernas. Esa es la conversación que quiero que tengas. No te plantees tener otra conversación. Tu cuerpo se ha formado así porque tu entorno es hostil para ella. Eso te lleva a elegir unos alimentos que te permiten tener ese cuerpo.
Jon: ¿Quieres decir que elegimos los alimentos para dañarnos?
Joaquina: Las 3 partes del cuerpo eligen lo que comen. Todos comemos dependiendo de nuestro biotipo. Una persona endomórfica va a comer cosas que tengan harina, que sean grasas, que tengan dulce, porque ella está necesitando tener una endomorfía.
Lo importante es que ella va a estar todo el día con un diálogo interno que la va a estar diciendo su deficiencia, que no existe. Nadie en la calle la va a decir, es que cuando está con un endomórfico te sometes y cuando estás con un ectomórfico te revelas.
María: Más que decirme nada lo que van a hacer es mirar la carne.
Joaquina: La carne es una conversación sobre nuestras deficiencias: de poder, de amor, y de conocimiento. Ahí es donde tenemos que poner el foco, para darles a las personas mucho en lugar de pedirlas. Dejar de pensar si los cuerpos están gordos o delgados y empezar a pensar que el cuerpo es una comunicación permanente y que cuando una persona con su cuerpo no consigue las cosas lo transforma para poder seguir consiguiéndolas a través de una alimentación o lo que sea.
Jon: ¿La conversación de las piernas es siempre poder?
Joaquina: La conversación de las piernas siempre es poder, luego la pierna tiene 3 niveles de poder, la parte de abajo, desde el pie hasta la rodilla nos estaría hablando de la mesomorfía. La parte que va desde la rodilla hasta aquí nos hablaría de la endomorfía, y la parte de arriba del todo nos habla de la ectomorfía.
Jon: Es decir, que cuanta más cadera tenemos, menos pensamos por nosotros mismos.
Joaquina: Cuando una mujer tiene unas caderas muy fuertes menos piensa por sí misma, más hipotecada o necesitada está de que la otra persona la proporcione el poder. Si miramos el poder, evidentemente el poder está en el cuerpo. Yo no voy a cambiar lo que está escrito en todos los lugares del mundo, no voy a cambiar que la mesomorfía es músculos, ni que la visceroctomía es vísceras. Lo que quiero es que des una vuelta de tuerca para que veas la conversación, y si alguna persona trata con mujeres o con hombres con defectos físicos por estética y demás, y les escucháis os daréis cuenta de que lo que estoy diciendo es verdad. Cuantas más dudas tengas de ti en relación con los demás, o estás pasando una crisis o tu pareja en este momento tiene mucho más poder que tú, empezarás a ensanchar más tus caderas.
María: ¿Solo nos pasa a las mujeres?
Joaquina: El hombre en general es más armónico, tiene una tendencia a tener menos caderas, porque no suele dar el poder. En su cultura no está dar el poder a nadie a través del cuerpo, sino que el cuerpo en sí mismo es una manifestación. Muchas mujeres tienen las piernas por abajo super gordas, y eso tiene que ver con que necesitan poner estructura en lo que hacen. La parte de la rodilla está regida por las vísceras, y cuando nos vamos haciendo mayores esta parte se deforma, se pone peor. En las piernas está el poder de hacer, el poder de mi autoridad, el poder de manejar mis decisiones. Muchas gracias, María, te dejamos seguir tu paseo.
María: A vosotros. Nos vemos en Madrid.
Jon: Qué amable María prestándose a tus ejemplos. Además de piernas tenemos tronco.
Joaquina: El tronco que va siempre desde el asa de la cadera hasta encima del pecho, y habla de nuestra capacidad de relación con los demás. Entonces aquí tienes que ver si la persona saca el estómago, no si está gordo, sino la actitud que tiene. Una persona puede no tener tripa, pero arquear la espalda para intentar tenerla, o al contrario y en el fondo no tenerla. Tiene que ver con la relación, con la empatía, con la capacidad de querer, de pasártelo rico. Hay personas que por mucho que pase el tiempo nunca echan grasa ahí, son personas que no se dejan llevar por los placeres, sino que son personas con tendencia a manejar sus placeres y a tener un control sobre ello. Y hay personas que estando delgadas tienen unas tripas enormes porque el placer es muy importante para ellas.
Jon: Y en el tronco están los brazos.
Joaquina: Los brazos son para abrazarte mejor. Los brazos están entre el mundo de las ideas y el mundo de las emociones. Siempre que muevas los brazos en consonancia con lo que dices están unidos a tu cerebro, y si lo haces en consonancia con lo que haces con lo que sientes o con lo que quieres cautivar están unidos a tus emociones, y podríamos decir que son cositas que van hacia donde quieren ir. Pienso que la persona tiene una conversación que puede cambiar, y si la cambia su cuerpo cambia y eso es lo importante.
Jon: ¿Y lo heredado?
Joaquina: Yo no creo en los genotipos familiares como una carga, pero sí creo en los genotipos fisiológicos, es decir, que hay una alimentación que subyace familiar que puede tener una carga después para que tu fisonomía sea de una forma concreta por la carga familiar de la comida. La cultura alimentaria y la cultura de la estética están llevando a que muchas personas no tengan una conversación honesta con su cuerpo, que eso es lo peor.
Jon: Las personas tendemos a pensar que no hay soluciones y que las soluciones tienen que ser por pasar por el sacrificio.
Joaquina: Esto se cura con el entendimiento. Si me encuentro con una persona que noto que sus caderas están dilatando y sé que en ese momento no siente el poder, voy a darle su poder. Estoy con esa persona y juego a que tiene el poder, a que lo disfruta y noto que conmigo al menos, no necesita sobredimensionar su cuerpo, que lo puede recoger. Y yo noto que, aunque no desaparezcan las caderas desaparece esa necesidad de posición. O cuando una persona tiene esa necesidad de decir: “yo me lo paso pipa” y de pronto relaja a esa necesidad y se tranquiliza, para mi es un gozo. Observas y te das cuenta de que le puedes dar al otro tanto, tanto, tanto. Imagínate una persona que de pronto notas que empieza a tener mucho, que ha engordado muy violentamente en unos días, ya sabes que ha pasado una crisis. Si la coges, si la aceptas, si no la preguntas por su cuerpo o si la preguntas, la estás preguntando desde otro sitio para que te cuente. A mí me molesta que me digan: “es que ha habido navidades” Las navidades no te pueden hacer engordar. “Es que he decidido disfrutar de mi familia” Eso me gusta, pero luego pregunto, bueno, algo no habrás disfrutado, porque si has tenido que hacer grasa… y entonces te cuentan “es que mi padre no vino y me fui con mi madre…” te das cuenta de que han comido para poder superar esas situaciones familiares, y entonces hablamos desde otro lugar. Ya no hablamos de comida, sino de conversación no verbal. Me estás contando con tu grasa lo que te está pasando, y eso es importante para mí.