Joaquina: Todos tenemos una duda universal que nos induce a pensar que no somos únicos, que siempre habrá alguien mejor que nosotros, alguien que sepa hacer algo que nosotros no. Esta duda puede generar diversas actitudes como, por ejemplo, la desconfianza. La causa más importante de dolor para alguien con este problema está en que esa persona sabe que hay alguien mejor, y seguramente sea así. Hay alguien mejor, pero ¿en qué? Podrías buscar dentro de ti y aprender de esa persona que te supera, pero en ese momento decides que tu patrón de comportamiento será la desconfianza, y eso hace muchísimo daño.
Jon: ¿Cuáles son los pasos?
Joaquina: El pensamiento te dice que hay alguien mejor. Este pensamiento genera una actitud, la desconfianza y esta, a su vez, induce a un comportamiento, en este caso, la huida. Este comportamiento tiene unos indicadores, unos movimientos. Por ejemplo, cuando te encuentras en una situación de huida, dejas de mirar, dejas de hablar, te alejas de las personas.
Jon: ¿Y cuando desconfiamos?
Joaquina: Cuando desconfiamos elaboramos un indicador para que el otro lo lleve a cabo y nos permita liberarnos de la culpa, lo lanzamos para que las personas hagan lo que nosotros creemos y entonces podamos proyectar la culpa en ellos. La culpa se genera porque nosotros estamos reflejando, creando espejos de nuestra propia debilidad. Llega un momento en el que es tu deber darte cuenta de que toda tu vida, desde la desconfianza, has estado testando a personas para poder confiar en ellas o desecharlas. Y eso seguirá siendo así hasta el momento en el que recojas los indicadores, te atrevas a mirar, a hablar, a estar, aunque desconfíes, rompas esa debilidad y te sitúes, por fin, en la confianza.
Jon: ¿Cuál es el error?
Joaquina: El error que cometen muchas personas es el de trabajar en ser buenos fuera de su cualidad, salirse del cuadro de trabajo y marcar otros hitos de desarrollo para justificar y disculpar el ser malos en esa cualidad. Mientras no entremos en la caja del verdadero trabajo, todo lo demás serán pruebas de dolor; podemos haber hecho los méritos más impresionantes, pero si estamos fuera de la línea de trabajo, estas pruebas solo nos harán llenarnos de desconfianza, no habremos hecho nada en nuestra vida. No importa que trabajemos, que estemos haciendo cosas permanentemente. Si no trabajamos la causa concreta de la duda, todos esos esfuerzos no valdrán de nada. Las pruebas seguirán siendo durísimas si no somos capaces de darnos cuenta de que estamos aquí únicamente para salir de la duda. Lo demás es accesorio.
Jon: Pero eso puede llevarnos a pensar que la vida es un sistema injusto.
Joaquina: Sin embargo, nuestro sistema es justo, sencillo y razonable. En el camino para vencer la desconfianza existen muchos matices de trabajo: aceptación, conciencia, decisión, seguridad… Si, cada vez que sientes esa desconfianza, te dieras cuenta de que te ocurre porque no estás trabajando en tu línea de acción y decides actuar en consecuencia, tendrás una liberación absoluta del problema. Sin embargo, si lanzas la culpa a la otra persona, si te estancas en el pensamiento de que la otra persona huyó de ti, no te quiere, estarás proyectando tus propias inseguridades. Necesitas darte cuenta de lo que has venido a aprender: la superación de tu desconfianza.
Jon: ¿Cómo vencer la duda?
Joaquina: Dios pone a nuestro servicio todas las herramientas de amor para vencer la duda, y todas las herramientas de desamor que encontramos son porque hemos salido del camino; no las pone Dios, nos las ponemos nosotros. Cuando una mujer mira a la persona que tiene delante y le reprocha que no la ama porque está rehuyendo su mirada, porque no está hablando, si la culpa por no amarla como se merece estará cometiendo el mayor fraude. Estará diciendo al otro que no tiene derecho a hacer lo que ella hace. Cada vez que lanzamos un dardo contra otra persona debido a nuestra desconfianza, el mundo nos lanza las pruebas más duras para que podamos darnos cuenta de que nos hemos salido del espacio de trabajo y volvamos otra vez al redil. Si echas la culpa a alguien de lo que tú haces, las pruebas serán terribles. Todo lo que pasa a tu alrededor que no es aprovechable para el cambio, para la salud, para el camino, todo lo que no te da la riqueza, que no te aporta prosperidad y no te facilita la vida que persigues, todo eso se debe a que has lanzado la culpabilidad contra otras personas.
Jon: ¿Cuál es el método de trabajo?
Joaquina: Para vencer el miedo debes “matar” a tu persona, convertirte en la profunda desconfianza para poder resurgir y llegar a la confianza absoluta. El gran asesino de esta línea de trabajo, el asesino de la culpa, se llama disculpa.
Jon: Volvemos a lo que has dicho antes: muchos de nosotros trabajamos fuera de nuestra cualidad para poder justificarnos, disculparnos.
Joaquina: Son cosas extraordinarias que creemos que deben ser valoradas por los demás y que continuamente estamos llevando a cabo. Para seguir este método debemos, en primer lugar, encontrar nuestra cualidad, que marcará la línea de trabajo. Somos extremadamente algo y extremadamente “desalgo”. Esto quiere decir que algunas veces utilizamos la cualidad muy bien y otras muy mal, dependiendo de con quién estemos o la materia en la que estemos ocupados en cada momento.
Jon: Pon un ejemplo.
Joaquina: Una persona será muy confiada con algunos conocidos y muy desconfiada con otros. De la misma manera, alguien puede ser muy paciente con los asuntos que le interesan y muy impaciente con los que no.
Jon: El equilibrio está en el centro.
Joaquina: No debemos, por tanto, estancarnos en la certeza, en el pensamiento de que alguien es mejor que nosotros. El pensamiento real al que debes llegar y que tu vida te va a pedir que elabores, que debes convertirte en alumno aventajado de la persona que tiene la cualidad que tú crees que no tienes. Si hay alguien mejor que tú en, por ejemplo, la constancia, todo tu trabajo deberá centrarse en conseguir aprender ese tesón. No trabajarás en la constancia, pues de entrada careces de ella, sino que la aprenderás para superar la desconfianza, tu verdadera cualidad, en la que puedes ser realmente brillante. De la misma manera, esas personas de las que tenemos que aprender tienen una cualidad negativa de lo que nosotros tenemos en positivo. Tendrán algo que aprender de nosotros, igual que nosotros debemos aprender de ellos.
Jon: El método de trabajo es, por tanto, aprender esa cualidad de la que carecemos con el objetivo de trabajar aquella que sí tenemos. Debemos penetrar en la culpa para que se disuelva, saber qué es lo que nos falta y qué es lo que genera nuestros problemas.
Joaquina: En este caso, la constancia es lo que da sentido a que trabajes tu desconfianza. Las personas que encuentran cualidades que les faltan tienden a pensar que Dios les ha hecho incompletas, y eso es lo que genera desconfianza, el pensamiento de que hay alguien mejor.
Jon: Cuando nos demos cuenta de que no debemos tener envidia ni desconfiar, sino aprender, lograremos superar el verdadero problema.
Joaquina: Esto se explica bien con un ejemplo: en una relación de pareja en la que él le da todo a ella menos una cosa, hay una conversación frecuente. “Pero te lo estoy dando todo”, dice él. Y ella contesta: “sí, menos esto”. No hay relación en el mundo que soporte esta afirmación, y es precisamente eso lo que llevamos dentro. Podemos darlo todo, hacer las cosas más impresionantes, pero nuestro ser nos dice, “sí, menos confianza”. Este es el camino. No podemos permitir que nada que se aleje de lo que hemos venido a aprender.
Jon: Entonces, la plenitud en tu confianza no la vamos a tener hasta que no seamos constantes. Veremos la plenitud, pero si no está unida a eso que nos falta, hasta que no lo aprendamos, no la conseguiremos completamente. Es grandioso, porque Dios nos permite que nos separemos de ahí, nos permite aprender lo que nos falta y alcanzar la plenitud en nuestra cualidad.
Joaquina: Lo que no nos permite es odiar a sus hijos, y el principal de ellos somos nosotros mismos. Cuando nos hace bajar hasta el fondo de nuestro problema, hasta nuestra mayor desconfianza, también envía un mensajero que nos indica el camino para volver. Si sabes que tienes algo y crees que hay algo que no tienes, apréndelo. Ponte en disposición de aprender. No tienes por qué no tenerlo. No puedes sentirte incompleto. Recuerda: toda palabra que implica que otros nos hacen algo está fuera de la línea de trabajo. Cuando crees que los demás hacen algo contra ti, les estás culpando. Debes hablar de ti mismo; si no, estarás lanzando la culpa fuera. Por ejemplo: “no soy emocional porque no me han tratado bien”, “no me puedo desapegar porque me abandonaron”. Esto son disculpas, discursos que no valen. La impaciencia es falta de paz, y la paz en sí misma es una cualidad. La paz, la tolerancia, la conciencia… son cualidades originarias en sí mismas. Una de las cualidades del amor es la paz; esa paz que te permite respetar el tiempo y el ritmo de todos los demás.