Paseamos por una importante calle de Madrid iluminada de Navidad. Muchos padres con sus hijos hacen las últimas compras y la conducta de los pequeños, en muchos casos, deja mucho que desear.
Jon: Escucho a muchos padres desesperados justificarse de sus errores alegando que “no venimos con un libro debajo del brazo que nos enseñe cómo educar a nuestros hijos”.
Joaquina: Ciertamente parece que es así, sin embargo, si el aprendizaje se produce por experiencias, no cabe duda de que todos hemos sido hijos, y hemos vivido en primera persona, con mas o menos dolor, los aciertos y los errores paternos. Cada uno de nosotros hemos almacenado en nuestro archivo de experiencias, actitudes y comportamientos de nuestros mayores que juramos que nunca íbamos a repetir.
Jon: Sin embargo, no suele ser así, una y otra vez vamos cayendo en situaciones que antaño nos resultaron dolorosas. No creo que haya maldad, o deseo de herir, es como una fuerza que nos abduce y nos conmina a actuar de esta forma.
Joaquina: Descubrir en qué modo influyen las emociones en las tomas de decisiones nos permitirá entender el por qué repetimos comportamientos no gratos una y otra vez. Aprender a manejar la comunicación nos permitirá inferir en los cambios con el máximo resultado. Cada etapa de nuestro desarrollo está influenciada por una necesidad concreta de aprendizaje en el plano físico, emotivo y cognitivo. Conocer cómo opera en estos procesos el cerebro, y en qué modo potenciar su mejor funcionamiento es uno de los pilares de la educación.
Jon: El proceso de desarrollo de un niño, ¿no debería ser natural?
Joaquina: El proceso de desarrollo de un niño es tan complejo como natural. Todos participan de unas necesidades básicas, búsqueda el afecto, el respeto del entorno, poder cumplir las expectativas intelectuales… Nuestro paso por la vida estuvo marcada por estos procesos, y si alguno de ellos no lo vivimos adecuadamente dificultará que podamos trabajar de forma óptima con nuestros pequeños, tengamos un vínculo familiar o profesional con ellos.
Jon: Descubrir nuestras dificultades en el proceso evolutivo también nos debería permitir mejorar la relación con los otros, además de entender el por qué de nuestros comportamientos.
Joaquina: El período de 0 a 12 años es nuestro patrón de aprendizaje. En estos años hemos absorbido todas las actitudes de nuestro entorno y sobre ellas hemos conformado nuestros valores, creencias y motivaciones. Nuestros hijos sufren las secuelas de todo aquello que no se construyó con los mejores materiales. Difícilmente podemos educar sobre las bases en las que no hemos recibido instrucción. Nuestras carencias forman la estructura endeble de nuestros sucesores.
Jon: ¿Tan importante es esta etapa de la que casi ni nos acordamos?
Joaquina: El niño absorbe durante estos doce primeros años de su vida toda la información que precisa para construir su yo íntimo, desde aquello que observa que está directamente ligado a las manifestaciones de sus maestros directos, sus progenitores, y de los indirectos compuesto por los demás miembros de la familia, educadores, y el entorno social.
Jon: Y eso marca su evolución…
Joaquina: Su evolución está marcada por procesos vitales, emotivos e instructivos. En todos ellos su percepción está sensibilizada por los motores de actuación que le rodean, pero mediatizada por sus necesidades personales. Los primeros 12 años están marcados por el logro de la autoestima, la confianza personal y el desarrollo de la voluntad, unido todo ello a la superación del miedo originado por los cambios constantes. Este periodo exige disciplina, autoridad, conocimiento de los límites, unido todo ello al reconocimiento de su individuación, la aceptación de su particularidad y el respeto a su personalidad.
Jon: ¿Qué significa aprender a ser padres?
Joaquina: Ante todo, aprender a desbrozar la realidad personal para desde ahí potenciar el conocimiento del niño y los medios para optimizar su desarrollo y su felicidad. Es muy difícil propiciar un aprendizaje que no se ha adquirido previamente. La falta de autoridad y de autoestima por parte de los padres conducirá a una paternidad falta de motores de cambio, con estructura disciplinaria débil, ajena a los valores que aportan los hábitos….
Jon: Y eso viene de un pasado sin resolver por parte de los padres ¿no?
Joaquina: El pasado sin resolver induce a los padres a dos actitudes poco efectivas ambas: Primera: Actúan exactamente igual a como lo hicieron sus padres y que tanto han rechazado. Segunda: Actúan de forma totalmente diferente no sabiendo manejar esta nueva situación.
Jon: En otras ocasiones hemos hablado de la importancia de la etapa de supervivencia, de 0 a 4 años.
Joaquina: Es el tiempo donde es necesario encontrar la fuerza interior para moverse en entornos múltiples ajenos al miedo y con absoluta confianza en el poder personal. Si un padre no ha logrado superar esta etapa con acierto, tendrá muchas dificultades para ejercer su autoridad provocando desconfianza en los pequeños. La desconfianza en ser bien conducidos provoca en los niños confrontaciones con la autoridad nada positivas para cualquiera de las partes.
Jon: ¿Qué y cuándo debe aprender el niño en esta etapa?
Joaquina: El niño debe aprender a marcar y defender su territorio, y para ello debe reconocer su cuerpo, aceptar la autoridad y saber ejercer su propia voluntad. La palabra concreta, la aportación de confianza y el respeto a sus necesidades es imprescindible.
Jon: ¿Qué necesita para su desarrollo?
Joaquina: De 0 a 1 año: Acceso a sus necesidades básicas con absoluta naturalidad. Manejo del sueño, de la alimentación, de la higiene. Importancia del gateo. Aprender a vivir en su cuerpo. De 1 a 2 años: Encuentro con su aparato locomotor. De 2 a 3 años: Reconocimiento de las diferencias. De 3 a 4 años: Autodeterminación.
Jon: Luego vendrá la etapa emocional de 4 a 6 años, imagino.
Joaquina: Sí. En esta etapa está el Aprendizaje de las emociones desde la autenticidad y la expresión de su sensibilidad. El maestro aprende a ser flexible pero firme. De 4 a 5 años: Necesidad de ser aceptado como es. Tendencia a la manipulación para ser aceptado. De 5 a 6 años: Expresar sus sentimientos, alejado de los desbordamientos y la contención.
Jon: ¿Qué ocurre de 6 a 8 años?
Joaquina: Es la etapa emocional creativa. Etapa de cambio donde el niño aprende a incorporar datos disfrutando y con lógica. El maestro aprende a comunicarse con claridad y belleza. De 6 a 7 años: Distensión para recoger datos. Entender no es aburrido. De 7 a 8 años: Que los datos sean lógicos para procesarlos e incorporarlos en sus intercambios.
Jon: ¿De 8 a 10 años?
Joaquina:El niño entra en la etapa mental receptiva. El niño aprende a decidir y para ello tiene que aprender a obedecer. El maestro aprende a creer en el alumno. De 8 a 9 años: Manejar los primeros impulsos, saber estar en cada momento. De 9 a 10 años: Su acción deber ser consciente y respetuosa.
Jon: Y te queda una última etapa.
Joaquina: La etapa del desapego y la liberación. Lo que aprendió tiene que hacerlo suyo y romper los vínculos que le impiden salir al mundo. El maestro aprende a ser íntegro. De 10 a 11 años: Escuchar todo lo que se le enseña. De 11 a 12 años: Lo que aprendió no es suyo, tiene que transmitirlo respetando a su maestro interior.