Joaquina: No hay ninguna persona en este mundo que, decidiendo algo físicamente, cuando lo rompe no se sienta culpable. “Debería no haber comido esto” lo como y en el interior hay culpabilidad. No hay nadie que no se sienta culpable cuando está criticando a una persona, criticándola a la espalda, cebándose en ella. También se siente culpable aquella persona que ha perdido su vida, no ha querido estudiar, y cuando ve a otras personas que lo han hecho y están en el éxito. Independientemente de que la culpa hay que trabajarla, debemos ver antes dónde hemos puesto la mediocridad de nuestro pensamiento. Dónde hemos dicho: “Dios no nos tocó” Dónde nos hemos recreado diciendo que nos falta algo. No es verdad, pero lo hemos pensado. De eso que nos falta, culpamos al mundo entero.
Jon: Así es, no de lo que tenemos, sino de lo que nos falta.
Joaquina: Tienes que ver de qué culpas al mundo entero, que crees que el mundo tiene y tu no estás lleno de ello, para que te des cuenta de que previamente tienes que ir a mirar dentro de ti qué ha pasado con esa cuestión. Y debes darte cuenta de que esa cuestión es tuya y no es de nadie.
Jon: Si entiendo bien, el proceso es primero descubrir dónde estoy, luego a ver cómo lo trabajo y después cómo se quita la culpa de los demás.
Joaquina: Si solo fuera… pero la culpa nos impide el crecimiento, nos impide el desarrollo, porque estamos culpando a alguien, y al estar culpando a alguien no estamos tomando medidas sobre nuestra vida. Eso es lo que nos aleja de Dios, cuando estamos todo el día comparándonos y preguntándonos por qué este gana lo que gano y yo no.
Jon: ¿Dónde nace la culpa?
Joaquina: En estar mirando fuera de nosotros. En valorarnos sobre cosas que no nos interesan. No me interesa la vida de mi hermano. Yo no quiero ser mi hermano. Me he dado cuenta tarde, pero me he dado cuenta. También me he dado cuenta de que no quiero ser ni mi madre ni mi padre, que quiero ser lo mejor de los dos, y me he estado fijando siempre en lo peor de los dos. A uno le culpaba de una cosa y al otro de otra.
Jon: Lo que estás diciendo es que la primera cosa para dejar la culpa es salir de la vida de los demás y empezar a mirar nuestra propia vida.
Joaquina: Sí, y eso se lo deberíamos transmitir a nuestros hijos, viéndolos como individuos separados, sin compararles con nadie, ni con vosotros no con nadie. Mira cuál es tu mayor fortaleza, hazla crecer y comunícasela a tu hija. Mira a ver cuál es la mayor fortaleza de su madre, estés con ella o no, y que se desarrolle en ella. Y si tiene hermanos, haga las cosas mejor o peor, nunca lo compares con él porque le destrozas la vida. Mira cómo lo haces tú, mira como eres tú, piensa como lo haces tú. Piensa cómo eres tú, cómo de grande eres tú. Cómo de grandioso eres. Porque, en realidad, el ejercicio es que te des cuenta de que si tienes una cosa, si eres listo es porque quieres llegar a ser inteligente. Es un camino. Si eres inteligente es porque quieres llegar a ser sabio.
Jon: ¿Me lo puedes explicar con el ejemplo de la inteligencia y la listeza?
Joaquina: Si eres inteligente, ya has pasado de lo de listo. El concepto de listo es un concepto de viveza. El concepto de inteligencia es la aplicación de la viveza. Un gitano es más listo que yo, para algunas cosas, para otras igual no. Pero él necesita una serie de cosas para vivir y yo necesito otras. Yo no necesito la listeza de un gitano para vivir, porque no he nacido gitana. Necesito la listeza de un ser humano que tiene la inteligencia aplicada a un concepto de vida. Y cuando he superado la listeza empiezo a entender lo que es la inteligencia. La aplicación de la inteligencia te hace sabio. Si tienes un 6 de inteligencia y la aplicas, tienes un 6 en sabiduría. No tienes que tener la sabiduría de Einstein ni de nadie, tienes que tener la tuya propia. Y eso configura tu nivel racional. Pero cuando tienes soberbia, cuando quieres saberlo todo, cuando el concepto de aprender está por debajo del concepto del saber, no puedes salir de la culpa.
Jon: Entonces para salir de mi culpa racional, el concepto que debo tener en la cabeza es el de aprendizaje continuo.
Joaquina: Sí, y no importa el parámetro del que partas. 0,1 te vale para empezar a salir de la culpa. Cuando el cerebro está utilizado hacia el aprendizaje, no te permite sentirte culpable. La culpa anula la serotonina, que es lo que te permite aprender, disfrutar haciéndolo… Con que pongas un 1% de aprendizaje sobre algo que te interese, y no importa qué, únicamente no te tienes que comparar con lo que le interesa al otro. Cuando el aprendizaje sea personal y no transferible, cuando aceptes que hay maestros que saben más y que hay personas que saben menos que tú, la culpa racional desaparecerá.
Jon: Y esta dijiste que era la culpa que más nos separaba de Dios.
Joaquina: Sí, porque en vez de utilizar nuestro cerebro para el bien, lo utilizamos para el mal, para destruir el bien que tienen los demás. La envidia está en el mundo racional. Esta es la mayor envidia, la inteligencia, la capacidad, la estrategia que tienen otros… Luego, en el campo Expresivo es aplicar lo que hemos aprendido en acciones. Lo que vamos aprendiendo nos permita tomar decisiones, y que lo vayamos comunicando.
Jon: Quiere esto decir que si lo que aprendemos no lo ponemos en acciones ¿no saldremos de la culpa?
Joaquina: Si cuando tenemos acciones no las analizamos para llegar a decisiones, no vamos a salir de la culpa, porque hemos tenido experiencias equivocadas y seguimos cometiendo los mismos errores. Cuando tenemos muchos conocimientos, o muchas experiencias, o mucho de algo, y no lo compartimos, no lo comunicamos, nos vamos a sentir culpables. Porque hay una llamada interior a compartir y colaborar con los demás. El ejercicio de salir de la culpa del campo racional y expresivo es muy fácil, ya que por naturaleza somos seres racionales y expresivos. Eso sería llegar a nuestra plenitud personal, y esto solo se puede liberar con una decisión clara de hacer un plan de aprendizaje: Qué grado de listeza tengo hoy, qué grado de inteligencia quiero tener mañana, y qué grado de sabiduría.
Jon: ¿Y es algo que hay que hacer a diario?
Joaquina: ¿Qué te cuesta preguntarte cada día en qué eres listo, en qué inteligente y en qué sabio? Eso es estar conectando continuamente con la experiencia de lo que tenemos y de lo que somos, no de lo que queremos tener o de lo que pueda tener otra persona.
Jon: Entonces la culpa en el plano expresivo ya está fuera, ya la hemos lanzado a los demás. Y la culpa en el plano racional que está dentro y no se la podemos lanzar a nadie. Es decir, aunque estoy mirando a otra persona porque la veo más inteligente, no puedo salir de mi.
Joaquina: La inteligencia es común al ser humano, cuando estoy hablando de otro, estoy hablando de mi. Yo ya se perfectamente que si no soy inteligente es porque no estoy aprendiendo, porque yo no quiero aprender. La conciencia del aprendizaje está en mi. Lo mismo que si no estoy cambiando es porque no quiero. Lo racional y lo expresivo es nuestro, no es de nadie, y no lo podemos transmitir a otros. No podemos pasar la culpa de no estar aprendiendo a otra persona. Podemos sentarnos y decir: “Yo no soy tan inteligente como mi padre, así es mi hermano. Yo soy como mi madre” Pero antes de acabar de decirlo, ya tengo la respuesta: “Mi hermano empleó el tiempo en aprender de los conceptos de mi padre. Yo no” Lo cual quiere decir que no es que no tenga la inteligencia de mi padre, es que yo no he querido aprender de la inteligencia de mi padre, porque requería un esfuerzo que no me interesaba.
Jon: Entonces cada vez que hablamos de la inteligencia o de cualquiera de los valores, comparándonos con un padre o el otro, debo comprender que, si hubiese querido aplicar lo que hacía uno, hoy estaría en otro lugar.
Joaquina: Eres totalmente responsable de hasta donde has llegado. El aprendizaje no exige inteligencia, exige observación, solo observación. Dios nos ha dado la capacidad de observar y si no la hemos empleado es porque no hemos querido. La inteligencia no tiene nada que ver con Coeficiente Intelectual, el cerebro de todos los seres humanos es igual. Tienen estímulos diferentes, pero no son diferentes. Si pones el foco en aprender algo te quedarás maravillado de lo rápido que lo haces simplemente con que observes. Por pura observación. Eso es lo importante, que observáramos nuestras cualidades, que observáramos lo grandes que somos, la capacidad que tenemos de conectar las cosas, la capacidad de hacerlas, que no estuviéramos todo el tiempo pensando lo que no somos.
Jon: Para salir de la culpa, tengo que valorar mi nivel de listeza hoy, y ponerme un nivel de aprendizaje para llenar de inteligencia. Y te aseguro que en muy poco tiempo habrás aprendido cosas que parecen increíbles.
Joaquina: Sí, pero no se aprende de los libros, se aprende de la vida y se confirma en los libros. El libro lo escribió alguien que lo vivió. Si vamos mirando la experiencia, luego la podemos escribir. Si estamos aprendiendo de la experiencia, la podemos escribir. El mayor aprendizaje es sobre nuestra propia existencia, sobre nuestra propia capacidad. Cuando abrimos nuestros ojos a la capacidad, los abrimos a llegar más allá. La primera comparación cerró el cerebro. Una persona triste no puede aprender. Estas dos condiciones exigen alegría. Una alegría interior profunda: la alegría de creer en nosotros mismos. La alegría de conectar con nuestra alma limpia con nuestra alma pura. No es la alegría de reírnos, de tomarnos unas copas o hacer unos chistes. Es la alegría de dentro, cuando tienes la sensación de haber cumplido lo que debes cumplir.
Jon: Entonces, abro la espita del aprendizaje, surge la alegría, y el aprendizaje se hace de inmediato, fluyo, me siento bien, noto que cambio, que aprendo…
Joaquina: Sí, eso es lo que es grandioso.