Jon: Estábamos en que los deseos son efímeros, los entusiasmos duran más, y si se trabajan pueden ser eternos.
Joaquina: El entusiasmo es contagioso, sin embargo, el deseo no lo podemos compartir ya que nos sentimos carentes y lo que queremos es tener, no compartir. El entusiasmo es dativo, lo puedes compartir, siempre estás hacia fuera, lo vives, eres feliz.
Jon: Entonces, lo ideal es que las personas estemos seduciendo siempre, y para hacerlo debemos estar en el entusiasmo.
Joaquina: Pero el juego de la seducción es el deseo. De lo que se trata es de la autenticidad de la seducción. Que puedas hablar de lo que quieres, que el otro sea tan importante como para poder escucharle, y que lo tuyo sea tan importante como para poder hablarlo. Tiene que haber un juego permanente de escucha porque al final la seducción ¿qué es sino una escucha, un compartir, un estar?
Jon: Sí, y cuando jugamos al roll de hablar solo de lo que le interesa al otro, al final entra el aburrimiento, la ruptura de intereses, la desnaturalización.
Joaquina: Mas allá de cualquier pretensión, vivir en el entusiasmo te hace permear la sociedad más allá de tus intereses y poder vivir los intereses del otro. En el mundo no hay solo un 5% de seductores, lo que hay es un 5% de defensores de su entusiasmo, y el resto no. El resto impone o declina su entusiasmo. Si hay una lucha de poder ya no puede haber seducción, de la misma manera que si hay dependencias. Son juegos de rol que al final acabarán haciendo daño a alguien.
Jon: Todos nos dejamos seducir por aquello que creemos que nos va a dar el amor que nos falta. Cuando nos dejamos seducir, hay un recuerdo escondido dentro de una mirada, un momento o algo que nos ha seducido. Toda persona que tiene el halo de seducido cae en la trampa de seductores no positivos. Hay que determinar si estamos en el entusiasmo o en el deseo. ¿Qué hacemos en esta vida si estamos avocados a lo que quiere el otro?
Joaquina: Seducir exige un esfuerzo de observación y de empatía muy elevado. El que es seducido no observa, solo quiere recibir. El seductor mira, observa, ve lo que quiere el otro, y se lo da. Los participantes de la seducción se movilizan por el entusiasmo o por el deseo. La dificultad es coincidir las expectativas de los coautores de la seducción. El seductor requiere de un permanente y estimulante movimiento que le conmueva como si estuviera enamorado permanentemente. El enemigo de la seducción es el apego, que siempre se produce por la parte seducida.
Jon: Eso quiere decir que no ser seductores es la muerte de la motivación
Joaquina: El ser que vive en la contra-seducción vive desmotivado, vive apático y dañado por la situación. El seductor está seducido por el objeto que seduce y, cuando se da cuenta que pierde el entusiasmo, siempre quiere cambiar al otro. Un seductor odia a las personas que buscan el amor, ya que sabe que el amor no está dentro. Las palabras en la seducción no tienen relevancia. Lo que sí tiene relevancia son los movimientos.
Jon: ¿Y que pasa cuando alguien no es seductor?
Joaquina: Cuando un ser no es seductor, los dos órganos que se resienten son el hígado y el bazo-páncreas. Cuando una persona no es seductora se tira todo el día tomando dulces y grasa. Cuando una persona mata a su seductor dentro, porque le han hecho daño y porque cree que le han engañado, no se ha dado cuenta de que ella estaba seducida y por lo tanto el seductor se agotó (de su negatividad o de su estar quieta). Lo que la persona hace entonces es paralizar totalmente los movimientos del corazón, los movimientos del entusiasmo. Entonces cuando nota que se entusiasma, cree que no lo va a conseguir, cree que va a sufrir, cree que no va a poder y entonces lo vuelve a aplacar otra vez. Aplaca el entusiasmo, la aceptación, situándose contra el mundo del seductor.
Jon: Y creerá que la manipulan, que hay algo por en medio que no es real.
Joaquina: En su cabeza está siempre el asesino del seductor. Lo que realmente sucede es que al único seductor que está matando es a su seductor interno, al que le acaricia el alma todos los días para que salga, al que le permite compartir, pero ella le mata por miedo al daño; no puedes salir porque te van a cortar quien eres. Lo que va haciendo es matar una y otra vez a su seductor y vive seducida.
Jon: La seducción de la que hablas es la de estar sanos, la de vivir con entusiasmo todo el tiempo.