Hemos estado revisando películas para hacer un Cineforum y, aunque no ha sido la que finalmente hemos elegido, “El Manantial”, sigue siendo un peliculón, y Gary Cooper uno de los grandes seductores de la historia del cine.
Jon: ¿Qué piensas que es seducir? Conquistar, atraer, gustar, influir, persuadir…
Joaquina: Sí, seducir es embriagador, una sensación que va mucho más allá que el bienestar. El problema es que a veces para la seducción buscamos elementos muy ajenos a lo que es la seducción, buscamos elementos muy externos.
Jon: Bueno, hay que diferenciar entre una actitud de seducción, a ser una persona que seduce.
Joaquina: Lo cierto es que la seducción es imprescindible en nuestras vidas. La primera seducción es a nosotros mismos, y después a los demás.
Jon: Sin embargo, en la seducción hay algo de manipulación, es un engaño, es una perversión del poder y de la fuerza.
Joaquina: Ese es precisamente el pensamiento que quiero limpiar. La contraseducción es: reivindicar el espacio propio, confrontar al otro, generar una batalla campal, posicionamiento de ataque, agresividad, invadir con la voz. Muchas personas no se dan cuenta de que están agrediendo constantemente al ejercer una contraseducción. Esto es debido a un miedo a manipular, a la delicadeza, a pensar que si son delicados puede que no sean naturales y sinceros. Hay dos conceptos que tenemos que eliminar. Uno: que las buenas formas son manipulación. Y dos: Que las malas formas son sinceridad.
Jon: Ciertamente hay una creencia en que si estoy claro y fuerte quiere decir que soy sincero, y si por el contrario estoy delicado es que soy manipulador y poco auténtico.
Joaquina: Para quitarnos la idea de que seducir es engañar, debemos darnos cuenta de que casi todas las personas que son bruscas y poco delicadas han surgido de un engaño de seducción. Creen que alguien les sedujo y les engañó. Sin embargo, lo que sucedió es todo lo contrario. Esas personas tenían una expectativa que no se cumplió, un interés que no se cumplió. Y no tiene nada que ver con el otro.
Jon: Entonces, lo primero que hay que quitar de la cabeza es que se puede seducir mintiendo.
Joaquina: Se puede engañar, y puede durar un tiempo, pero no se puede seducir mintiendo. Generamos un lenguaje de antiseducción cuando hemos sido seducidos en el pasado por alguien que nos engañó. Nos engañaron otros o nos engañamos nosotros mismos, no importa, pero abrirnos a estar en disposición de ser seducidos o seducir, supone un riesgo que no queremos acometer.
Jon: ¿Qué es lo que ha pasado dentro de nosotros que no sabemos manejar la lejanía y la distancia personal?
Joaquina: La seducción es una energía que nosotros lanzamos fuera. No es solamente una energía que el otro ve. Hay tres reglas: Se influye en los demás con la mirada. Se les capta a los demás con las manos. Y se les deja para siempre prendidos de nosotros con el movimiento. Seducir es estar enamorados de la vida, del momento, de lo que somos. La seducción auténtica tiene que ver con nuestras cualidades innatas.
Jon: Para eso hay que aprender a seducir de dentro a fuera.
Joaquina: Para ello, la primera pregunta que te tienes que hacer es: ¿Qué tipo de interés o motivación tienes en tu vida?
Jon: Como siempre, esos intereses están en los cinco planos: Intereses físicos: Lo que está fuera, lo que es tangible, lo que plausible, lo que medible, los valores, las cosas que se pueden ver, la belleza, el poder. Cosas inmanentes y tangibles. Intereses emotivos. Cosas con glamur, interés color, prestigio, cosas atractivas, elegancia, formas, el movimiento. Interés por el conocimiento. Queremos saber y mover el conocimiento y nos resultan atractivas las personas que lo tienen. Intereses por movilizar a la acción. Y por último, intereses en el poder espiritual.
Joaquina: La seducción es el arte de compartir. La seducción es con personas y es un bienestar, pero también es una tensión de qué va a pasar ahora. Esa tensión es importante que permanezca en el tiempo. Si no te gusta compartir tienes un problema con la seducción.
Jon: Como la clave de la seducción es el deseo, ¿aquello que deseemos es lo que nos va a seducir?
Joaquina: Lo que tu deseas te seduce a ti. Lo que a ti te entusiasma (lo que vives, lo que está en ti de verdad) seduce al otro. El deseo te hace caer en la trampa del otro y el entusiasmo hace que los demás caigan en la tuya.
Jon: ¿Cuál sería el proceso?
Joaquina: Deseas algo; luego te sientes carente de ese algo que deseas. El deseo se produce porque tú no tienes. El deseo es el que convierte la seducción en una falacia, pero en ningún momento la propia seducción es una falacia. La solución es vivir desde el entusiasmo y no desde el deseo.
Jon: ¿Qué necesitamos para vivir la seducción sanamente?
Joaquina: Amarnos a nosotros mismos. Entusiasmarnos con lo que somos y no pretender acercarnos al otro desde él y no desde nosotros. El poder de la seducción está en la autenticidad. El problema de la seducción está en el movimiento expectante: me muevo para esperar algo que en realidad no voy a lograr nunca. La separación entre el seductor y el seducido es que nos entusiasmamos con lo que es el otro, no con lo que somos nosotros.
Jon: Casi todos trabajamos desde el deseo y no desde el entusiasmo, de tal manera que la relación nos dura hasta que la otra persona se da cuenta de que ha sido engañada. Empiezan las pequeñas discusiones, las pequeñas evidencias y a partir de ahí el desencanto.
Joaquina: Si ha habido tiempo para el apego se producirá una relación no rota que permanecerá por el apego, pero no estará funcionando. Si no ha habido tiempo para el apego empezará a perderse el deseo, el entusiasmo y se empezará a romper toda la relación. Debemos aprender a trabajar desde el entusiasmo, no desde el deseo. Entendiendo que el deseo lo mostramos y que la persona nos va a dar aquello que nosotros mostramos que deseamos. Con el deseo, al estar fuera de ti, destruyes el entusiasmo. Lo importante es que tanto el deseo como el entusiasmo estén dentro, y que tu ames tu seducción.
Jon: Es decir, que hay un deseo que nos lleva al entusiasmo y, desde ahí, deberíamos amarnos.
Joaquina: Sí, sin embargo, lo que ocurre es que el deseo lo ponemos fuera. El entusiasmo es nuestro, por conseguir eso, o porque nos hagan caso. De tal manera que siempre estamos fuera de nosotros, buscando algo que nos tiene que dar alguien.
Jon: Y ese estado de ser seducido por lo que me tienen que dar es lo que me destruye.
Joaquina: De los interesas en los cinco planos nacen los 5 deseos: Deseo de poder. Deseos de una vida emocional muy completa. Deseos de saber y conocimiento. Deseo de liderar vuestra vida y la de otros. Y, deseo de vida trascendente. El deseo siempre está fuera “Yo deseo tener algo” ya que lo que tienes no lo deseas. Si te sintieras completo no estarías buscando cosas fuera.
Jon: Las relaciones fuera del entusiasmo están avocadas al fracaso. Si las dos personas están fuera de su entusiasmo, la relación va a estallar.
Joaquina: Las relaciones por deseo duran dos meses, tres como mucho; el entusiasmo dura 10 meses, 12 como mucho. A partir de ahí aparece el apego, y el apego es la destrucción de la relación: Me apego a lo que yo soy. Quiero que tu cambies. Empiezan las discusiones. Vamos a estar aquí porque tenemos costumbre. El seductor está en el entusiasmo, el seducido en el deseo. Hay que ir hacia ser uno suavemente, para que no se rompa el encantamiento.
Entusiasmo es parte de la condición del seducido hacia quién lo seduce, un sentimiento. No debería usarse ‘entusiasmo por conseguir’ como si entusiasmo fuera un sinónimo de deseo: -Interés o apetencia que una persona tiene por conseguir la posesión o la realización de algo.
Entusiasmo por uno mismo podría ser la definición de ególatra, parece ser una interpretación literal del origen griego del término entusiasmo: tener un Dios dentro; como parece desprenderse al final con la afirmación: si te sintieras completo no estarías buscando cosas fuera; y no parece adecuada la metáfora de los 5 planos cuando hablamos de seducción, relación en la que es obvio el deseo físico o la necesidad emocional. Entendería un problema la seducción derivada de complejo y necesidad extrema de sentirse atractivo, deseable… recurriendo a la famosa triada de mi madre, sin aceptar el paso del tiempo o la condición personal.
Siempre he tenido estos problemas con mi madre, supongo que soy excesivamente literal o cortito, en cualquier caso, muchas gracias Jon por esta oportunidad.
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Gracias por tus aportaciones Alberto
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