Me gusta hablar con Joaquina de niños ya que siempre está una triple visión: El niño de afuera, el niño que fui, y el niño interior.
Jon: Joaquina, en alguna ocasión te he oído relacionar la inteligencia libre y la inteligencia cautiva con la familia. Si recuerdo bien, dijiste que la inteligencia cautiva está relacionada con la capacidad de supervivencia, de adaptación.
Joaquina: Así es, el niño debe adaptarse a su supervivencia, pero en primer lugar son los padres los que deben aprender a sobrevivir.
Jon: Sí, siempre somos los padres los que tenemos que hacer el trabajo. También dijiste que la inteligencia libre está relacionada con la capacidad de innovación.
Joaquina: Cuando el niño tiene inteligencia libre, ya puede vivir procesos nuevos, experimentar cosas nuevas a través de la inteligencia, porque adquiere capacidad de adaptación. La Inteligencia cautiva está dañada cuando existen dificultades para sobrevivir, ya que una Inteligencia cautiva sana significa saber sobrevivir en cualquier medio. Todos estamos cautivos, puesto que todos los procesos de una persona le hacen cautivo de la necesidad de aprendizaje. Es importante saber qué es lo que nos cautiva, ver dónde existe el bloqueo. Para ello, debemos preguntarnos: “¿Somos libres? ¿Sabemos lo que necesitamos en cada momento?” La enfermedad de la inteligencia cautiva viene determinada por el tiempo de adaptación a una situación nueva. Cuanto mayor sea el tiempo de adaptación, más dañada estará la inteligencia cautiva. Cuando la inteligencia cautiva está dañada, proyectamos en los demás los bloqueos, impidiendo la fluidez, mientras que cuando la inteligencia cautiva está sana, la adaptación y rapidez nos llevan a la libertad. Por ello es fundamental preguntarse ¿Qué tengo que aceptar para liberarme del cautiverio?
Jon: Por ejemplo, ¿la acción de cocinar estaría conectada con la inteligencia cautiva, mientras que cocinar recetas originales, con la inteligencia libre? ¿Qué marca la capacidad de sobrevivir?
Joaquina: El país marca la capacidad de sobrevivir, es decir, en España, cualquiera que gane el sueldo base, tiene la capacidad de sobrevivir por sí mismo. Para la inteligencia cautiva es imprescindible medir límites, responsabilidades y riesgos: el ahorro de energía, de fuerza… Todos estamos cautivos, porque estar sanos en inteligencia cautiva supondría cumplir las rutinas: comida, sueño, higiene…y hoy en día eso es muy complicado.
Jon: ¿Y cómo ocurre en las etapas evolutivas?
Joaquina: De 0 a 4 años el niño está cautivo de los adultos, y a partir de los 12, el niño sobrevive. La inteligencia cautiva enferma supone no reconocerse o reconocerse demasiado con la capacidad de sobrevivir. La etapa de 0 a 1 año es muy importante, porque marca la etapa de 0 a 12 años. Es donde está todo el patrón de aprendizaje, ya que un niño cuando nace dice lo que tiene que aprender. Por ello hay que reconocerle al niño la capacidad de aprender, así como enseñarle rutinas. Lo que el niño no aprende de 0 a 1 año es lo que irá mostrando con bloqueos. El primer mes el niño no ve y no escucha, sólo oye. A los 15 días aparecen los cólicos, indicando que el niño no se siente aceptado, siente: “no he llegado al sitio adecuado…” Ese mismo sentimiento es el que tenemos cuando llegamos a un sitio nuevo, estamos cautivos de no haber llegado al sitio adecuado, necesitamos adaptarnos a un medio hostil. Por ello los primeros 15 días de vida marcan la capacidad comunicativa, reflejándose en los 15 primeros minutos de relación con los demás, marcando el éxito o el fracaso de la relación.
Jon: Entonces, siempre que empezamos algo nuevo, conectamos con esos 15 primeros días desde: “¿seré aceptado? ¿les gustará mi nuevo proyecto?”
Joaquina: La persona que busca reconocimiento quiere que se le vea porque no se ha sentido mirada los primeros 15 días, mientras que la persona que busca aceptación quiere gustar, porque no se ha sentido aceptada (querida).
Jon: Pues, para los profesores, sería interesante que dedicasen los 15 primeros minutos de la clase al posicionamiento de los alumnos, ya que es importante ver qué niño quiere ser reconocido y qué niño quiere ser aceptado para tratarlo sin hacerle daño. Tengo una amiga con un bebé que no para de llorar, ¿tiene que ver con algo de esto?
Joaquina: Un bebé que llora mucho no reclama atención, reclama que le dejemos aprender a él solo. A los niños hay que atenderlos, pero no resolverle sus problemas. El niño necesita un maestro al que mirar, debe ser él quien mire al maestro, y no al revés. Por eso no hay que acostumbrarle a ser el centro de atención, a que todos le miren, porque no aprenderá a estar solo y a mirar a su maestro. Cuando un bebé llora, muestra que no se reconoce como capaz. Los cólicos indican que le tensiona las nuevas situaciones. Hoy en día, los niños no reconocen la autoridad porque no se sienten reconocidos.
Jon: Entonces, todo ese barullo que se monta con los niños recién nacidos cuando llegan por primera vez a casa y se les dicen tonterías, y pasan de mano en mano…
Joaquina: El niño recién nacido necesita silencio y observación, ser escuchado. Lo más importante es mirarle con amor, porque el bebé siente ese amor. Cada vez que vamos a un sitio distinto, somos como un niño recién nacido, por eso es muy importante aprender a mirar al otro, para ver qué necesita. En los 15 primeros minutos de relación el otro está sumergido en su egocentrismo, por ello no debemos tenerlos en cuenta, sino considerarlos como observación.
Jon: Y volviendo a la inteligencia cautiva…
Joaquina: La inteligencia cautiva incluye los pensamientos predeterminados. Es importante analizar cuáles son nuestros pensamientos predeterminados, porque son los que les transmitiremos a los niños. El pensamiento predeterminado respecto al trabajo conecta con la relación con el padre, mientras que los afectos, la casa….dependen de la relación con la madre.
Jon: Te he oído decir muchas veces algo que te enseñó tu padre: “Todo el mundo te ve, no todos te aceptan, comunícate con todos”
Joaquina: Así es. Si nosotros nos vemos, los demás nos ven, pero el que nosotros nos aceptemos no implica que los demás nos acepten, sólo debemos conseguir que nos aprueben. A los niños hay que enseñarles primero a verse, a sentirse presentes y después a aceptarse.
Jon: ¿Y respecto al reconocimiento?
Joaquina: Si uno reconoce sus necesidades, reconoce sus límites, sus capacidades afectivas y económicas, sabrá quién es y lo que puede hacer o no. A los 3 años el niño busca reconocimiento, pero a medida que se acercan los 4 años, emergen los sentimientos que el niño no sabe manejar, por lo que a los 4 años lo que busca es aceptación. Me permito un consejo: no tratar al niño como un muñeco de feria, haciéndole carantoñas…Cuando un niño sonríe, no hay que tratar de poner la misma cara que él, sino recoger su sonrisa y devolverle la nuestra sin imitarle.
Jon: Has hablado poco de la inteligencia libre…
Joaquina: El pensamiento predeterminado es el pensamiento práctico, que permite hacer, mientras que el pensamiento creativo es el que nos permite ser felices. Para conseguir que un niño aprenda a construir un pensamiento novedoso, cuando trate de contar la misma historia dos veces seguidas, dile que ya contó y pregúntale “¿querías añadir algo más?”, De esta manera va a ir construyendo la historia y no se produce la cadena de limitación creativa: los padres limitan al niño y el niño limita a los demás. La comunicación creativa es vida. ¿Papá y mamá te permitían repetir lo mismo o te ayudaban a construir la historia?
Algunas preguntas y una aseveración: ¿Necesito reconocimiento o aceptación? ¿Cuál es mi pensamiento predeterminado? ¿Quién me lo ha enseñado: mi padre o mi madre? ¿Me siento incompleto para vivir? La respuesta a esta última pregunta para todos es sí, y es porque nuestros padres no nos han visto capaces.