Jon: ¿Qué te parece si hacemos un recorrido por la casa diagnosticando los espacios vitales? Podemos empezar por la entrada. ¿Qué representa realmente?
Joaquina: La entrada es la cara de la casa, con lo que recibimos a los demás, lo que mostramos hacia fuera y el umbral de paso del mundo exterior con el interior. En ella se viven los primeros impactos donde las personas se encuentran a la vez con un espacio nuevo, con una persona nueva…
Jon: Sí, todos somos “nuevos” cuando llevamos un tiempo sin vernos.
Joaquina: Y se encuentran con unas palabras que pueden llegar a ser avasalladoras. Hay que cuidar especialmente este espacio para suavizar lo máximo posible las situaciones.
Jon: La entrada es a la vez la salida, lugar de despedidas y la última impresión que se lleva la persona al abandonar la casa. ¿Seguimos por la cocina?
Joaquina: La cocina es el alma de la casa, es el lugar donde debe coincidir la unicidad de criterios dentro del cerebro reptil. Muy pocos son los que tienen una vida dentro de la cocina al lado de quien prepara los alimentos, pero si ha habido una cocina práctica, sensible e inteligente, el resultado es un ser sano, equilibrado e inteligente. Es el centro de la practicidad de la conjunción del aprendizaje a aceptar el premio de la vida.
Jon: Y también es el lugar más desconocido para todos nosotros en la primera etapa de la vida. Recuerdo que a mi madre le encantaba cocinar, aunque se quejaba de tener que hacerlo todos los días.
Joaquina: La queja por la elaboración de los alimentos va a llevar a considerar que vivir o sobrevivir es un esfuerzo excesivo y nos llevará a buscar elementos fáciles, pero no correctos ni edificantes para nosotros. Un exceso de diversificación entre los diferentes moradores de la casa llevará a creerse especial y a tener dificultades para vivir en grupo. Cuando uno se ha sentido obligado a comer alimentos de baja preparación, pensaremos que vivir no está lleno de deleites y elementos gratos. Una cocina limpia donde se elaboran platos con amor y muy diversificados producirá mentes alegres, capaces y nada aburridas.
Jon: Ya hemos cocinada así que… ¡al comedor!
Joaquina: Por condiciones socio económicas, muchas personas han sido educadas comiendo en la cocina o en el propio salón de estar. Los espacios se diversifican en la misma proporción en la que se respeta su uso, es decir, si un espacio se utiliza siempre para una aplicación y se respeta esa aplicación, la energía que se mueva ahí va a construir la situación. En el caso del comedor, será el lugar de la casa donde ingerimos los alimentos, pensando en ello, armonizando la energía de todos los presentes y evitando cualquier discusión o tensión en ese momento. Mantenerse en silencio sería lo más adecuado o aprovechar ese tiempo para aprender a comunicarse de una forma asertiva, delicada y amorosa exenta de crítica y noticias no gratas.
Jon: Quizá el salón sea el lugar por excelencia para aprender a escuchar y a meditar con la mente en algo concreto y sin dispersión. Me parece a mi que los malos oyentes, invasores en la comunicación, y poco reflexivos, suelen ser seres que se han sentido o muy atendidos o muy poco atendidos en este espacio de producir y vivir el máximo cuidado para el cuerpo.
Joaquina: El salón es el lugar menos utilizado en casi todos los hogares. Centro de decoración e imagen para los de fuera, sin mácula, donde todos intentamos que los demás puedan ver lo que somos a través de lo externo. Es la actitud más patógena dentro de la casa y la que va a llevar a vivir como seres de adorno sin profundidad y sin permitirnos ser auténticos y profundos.
Jon: Además. las casas que tienen el salón nada mas entrar, sin distribuidor, van a dar personas que muestran lo que son nada más verlas, por lo tanto, hay una exigencia de integridad que en algunos casos puede ser patógena. No saben ser delicados.
Joaquina: La persona que primero tienen el distribuidor, pero que luego tienen que pasar por el comedor para ir al resto de la casa, son personas que se taparán pero que rápidamente mostraran lo que son. Las personas que tienen el salón totalmente independiente y se utiliza solamente para visitas, serán personas que darán una imagen y procurarán ser descubiertas pase lo que pase.
Jon: En mi casa de la infancia, a los niños no nos dejaban entrar en el salón. Le llamábamos “El pequeño museo” porque a mi padre le encantaban las antigüedades.
Joaquina: El salón es el lugar de extensión y las mayores dificultades en este aspecto las van a tener las personas que, habiendo sido obligadas a ser íntegras, sin embargo, no les dejaron utilizarlo. Es decir, el primer caso: salón nada más entrar, pero no vivido. Diríamos que es el lema de ser íntegro, pero los demás no tienen por qué enterarse si no van a ti. En relación con este aspecto, el segundo cado, si no se deja utilizar el salón, la persona pensará que puede ser menos íntegra pero que quizá los demás no se den cuenta. En el tercer caso no habrá búsqueda de integridad y además no serán buscados ni buscarán.
Jon: Una de las piezas de la casa más usadas y difíciles de compartir es el baño. ¿Qué es el baño?
Joaquina: El baño, como centro de higiene en muchas familias, se ha vivido en una continua restricción, marcando períodos o frecuencias semanales, lo que le va a hacer a la persona tener dificultades para limpiar las cosas que hace incorrectamente. En otros casos no hay una definición de cuándo es el tiempo para hacerlo por propia iniciativa, sino que son los progenitores los que indican si uno está sucio o limpio, provocando en el individuo una sensación de ser atacado por los demás, y difícilmente comprenderán que esa suciedad se originó en ellos.
Jon: ¿Y el baño como “centro de eliminación de residuos”?
Joaquina: En casi todas las familias la evacuación es grosera y se ridiculiza hasta en el vocabulario, perdiendo la naturalidad del hecho y dramatizando en muchos casos la situación debido al olor, etc. Esto lleva a la persona a una situación de que tiene que mantener dentro de sí y ocultar lo que no le vale, como comportamientos, largos períodos en el baño, ausencia de acudir a él cuando se está en casas extrañas por vergüenza, sensación de inferioridad por tener necesidades corporales, hacen que el baño sea uno de los lugares menos cuidados y donde la energía se retiene de forma patógena.
Jon: Pasamos al segundo cuarto intimista, donde en muchas ocasiones se nos olvida la cualidad para lo que existe este lugar y pasa a ser cualquier cosa menos un lugar de descanso.
Joaquina: En el dormitorio no se pueden tener conversaciones que puedan agitar el equilibrio y la paz a la que se debe ir antes de conciliar el sueño. Se deben evitar las lecturas en la propia cama y las relaciones sexuales que no vayan a acabar armonizadas y con un alto nivel de comunicación positiva. Tu compañía no puede pasar a ser tu enemigo en ese tiempo.
Jon: Yo aconsejo que en el dormitorio que no debe haber utensilios, imágenes o elementos que puedan generar dispersión o tensión a cualquiera de los que duermen en ella, y por supuesto no televisión. Antes de dormir debe uno relajarse y desconectar las impresiones físicas, emocionales y mentales. ¿Pasamos a la zona de estudio?
Joaquina: Por las mismas razones que el salón, suele estar mezclado el espacio: dormitorio, salón, o hasta la misma cocina. Según la ubicación nos estará hablando de una diferente actitud para el estudio. Lo importante sería conseguir que la zona estuviese compartimentada o dividida, aunque fuese de forma simbólica. Cuando un niño se ve obligado a estudiar en su dormitorio, será el lugar donde ataque a los propios estudios, bien no descansando por la tensión originada en el lugar o haciendo en la habitación lo que más le puede molestar a su madre. En muchos casos los estados de impureza o perversión de actitudes se fomentan por este hecho. Fumar, beber, leer y ver cosas prohibidas, etc.
Jon: En muchos casos no hay zona de estudio, y lo hemos hecho en el salón, e incluso en la cocina.
Joaquina: Si la persona estudia en el salón, tener que llegar a comunicarse puede llegar a ser un verdadero drama para él en caso de que los estudios no le resulten gratos. Cuando se estudia en la cocina se tiende a sentir que el estudio es algo que hay que comer y masticar uno mismo si a la vez se come en la cocina, por lo que se puede provocar una indigestión de términos o la no asimilación de lo que se estudia.
Jon: Podríamos pensar que es absurdo creer que un lugar condiciona una actitud, pero me gustaría que nos detuviésemos a comprobar estos datos y a ubicarnos en cada uno de ellos haciendo una reflexión sobre el resultado en nosotros, y si hacemos recaer sobre los demás esta experiencia.
Joaquina: La vivienda es un lugar de encuentro y compartida es un baile entre el dar y el recibir en el que podemos agrupar las distintas estancias en relación con ello. Estancias de dar: Salón (enseñar), estudio (trabajo), cocina (dinero). Estancias de recibir: Comedor (aprender), dormitorio (casa), baño (sexo)
Jon: Entonces, la casa mínima ideal debe constar de los siguientes cinco elementos:
- Habitación de dormir (casa)
- Habitación para estudiar (trabajo)
- Cuarto de baño (sexo)
- Cocina (dinero)
- Salón (sociedad)
Joaquina: De esta manera se logra la unidad del cuerpo físico.