Estoy, como un alumno más, en la anodina sala de un hotel donde se imparte una clase del Curso de Coaching: Cómo fijar objetivos. El ambiente, como siempre, es intenso y las personas siguen con mirada casi hipnótica la evolución y palabras de Joaquina. Vestida de manera exquisita, se mueve con soltura y enfatiza cada palabra.
Joaquina: Muchos empezamos el año sin objetivos porque pensamos que fijar metas nos resta libertad. Creemos que el objetivo nos condiciona y nos hace vivir sujetos a un marcador que nos controla cada vez que nos salimos de la zona prefijada de actuación. También algunos de nosotros nos pasamos el tiempo marcándonos metas que nos vienen impuestas por las expectativas de otros, y a la mitad del camino cejamos en el empeño y claudicamos.
Alumno: ¿Cómo nos podemos fijar objetivos de manera que éstos sean duraderos y lleguemos a conseguirlos?
Joaquina: En mi experiencia, he encontrado una forma de fijarme objetivos que me ha permitido mantenerme en el propósito llena de voluntad y gozando de la perspectiva del logro. Esta vivencia personal me ha permitido desmitificar el proceso como una carga, una limitación o cualquiera de las cosas que he pensado anteriormente. Vivir implica reconocer nuestras necesidades e involucrarnos de manera proactiva en lograr aquello que necesito hacer realidad. Plantearnos un objetivo nos da la posibilidad de contactar con la vida, con lo que necesito y que actualmente carezco pero que estoy dispuesto a trabajar para lograrlo.
Un objetivo es una quimera que quiero hacer realidad. No puede plantearse conceptualmente. Es necesario plantearlo físicamente, y conseguirlo a través de la emoción, de la razón y de la mente. El trabajo con un objetivo exige un movimiento interior que involucra y moviliza todo el sistema cerebral que comprende el cerebro Reptil, el cerebro Límbico, el cerebro Neocortical y el cerebro Frontal, facilitando o bien, impidiendo cumplir el objetivo (movimiento exterior).
Jon: Entonces, el objetivo al surgir del interior es algo vital para nosotros para poder conectar con la voluntad, ya que ésta es una fuerza interna. El contacto con la voluntad nos permite avanzar y ver qué se requiere para cumplirse sin que exista la posibilidad de que el objetivo se pierda en el tiempo.
Joaquina: El objetivo necesita ser consustancial a nuestro cuerpo, que nos vertebre. En la firmeza o la falta de firmeza del cuerpo, así como en la comunicación verbal y no verbal de la persona puede observarse el planteamiento de un objetivo que es real y el grado de compromiso con la meta. El plano físico implica llevarlo al cuerpo, esto es, el objetivo podrá conseguirse porque somos capaces de sentirlo, vivirlo, respirarlo.Lejos de ser un objetivo conceptual, necesita ser informativo y comprender datos exactos y nítidos de lo que queremos lograr.
Jon: ¿Podríamos verlo con un ejemplo?
Joaquina: Se trata de que la persona encuentre su objetivo vital sobre el que va a poner la voluntad, “el qué”, llevándolo a 12 meses, detectando si es consustancial al cuerpo. “S” va a plantear un objetivo, y la firmeza de su cuerpo va a reflejar el ejercicio de la voluntad, por lo que la intensidad de su firmeza indicará la fidelidad del objetivo y el grado de compromiso con la meta. Cuando diga su objetivo, tenéis que mirar su cuerpo, si el cuerpo se pone firme es que el objetivo es de verdad, si el cuerpo se pone poco firme es que el objetivo lo va a dejar a los dos meses, si se pone más lo va a dejar en 15 días, y si ya se pone más, en una semana. ¿Qué quieres de objetivo?
S: Me encantaría irme de vacaciones.
Joaquina: Pues no lo va a hacer, para mí es: “me quiero ir de vacaciones” (tono de voz firme) y entonces notas que hay algo consustancial a la necesidad. Su planteamiento verbal señala que no hay firmeza y que claudicará en una semana.
S: Bueno, lo cambio, mi objetivo es aprender a gestionar el dinero.
Joaquina: Es importante el tema, ¿os habéis dado cuenta?, ella ha dicho con la cabeza “quiero gestionar el dinero” (haciendo movimientos de negación) ¿Cuánto le va a durar? Un mes, no más. Al mes claudica comprándose algo que no necesitaba.
S: (Modificando su gestual): Mi objetivo es aprender a gestionar el dinero.
Joaquina: S quiere creerlo, sin estar convencida de hacerlo. Mas bien desea gastarse el dinero en lo que le gusta, por lo que su objetivo no es vital y tardaría muy poco en claudicar. Si nuestro objetivo es vital se convierte en voluntad, de lo contrario se convierte en un paso del tiempo, en un sufrimiento. Es como si ella va ahora y dice: “mi objetivo es dejar de comer trigo”. Dilo.
S: Mi objetivo es dejar de comer trigo.
Joaquina: Al decirlo hace movimientos negativos que expresan “No voy a dejar de comer trigo”. Su objetivo es algo que realmente ella no vive dentro, lo considera una necesidad que surge del exterior, no de su interior. Te pido un objetivo que sea tuyo de verdad, que no sea de la familia, del bienestar común, de que alguien te lo pide etc. algo que para ti sea importante, no para los demás. Que si tú lo consigues te sentirás fuerte, con autoestima, sentirás que eres la mejor de la pandilla.
S: Aprender a organizarme.
Joaquina: Esto no es suyo (observando su firmeza). Es un poco más suyo que el anterior, pero necesita creérselo un poco más. La mayoría de los objetivos que no cumplimos es porque vienen impuestos por situaciones no resueltas, que lejos de convertirse en objetivos, se convierten en obligaciones. Los objetivos pueden ser imposiciones nuestras o de otros, no son obligaciones ni algo que nos hace daño. Por el contrario, son quimeras, son ilusiones, son expectativas, son algo que nos ilusiona y que repercute en nuestro bienestar.
Jon: Si S piensa que no va a poder gastar en lo que quiere, que no podrá salir a las tiendas, ni salir con las amigas, acciones que se traduce en un horror de vida, no hay posibilidad de que pueda cumplir con los objetivos.
Joaquina: Si ella lo comprende, entonces entenderá dos cosas: voy a ganar el dinero que necesito para vivir como yo quiero, y además lo voy a respetar. Y eso es diferente, porque ganará el dinero que ella necesita para disfrutar y respetarse a si misma y eso no quiere decir: voy a quitarme cosas que me gustan.
Jon: Entonces, ¿la posibilidad de que los objetivos sean cumplidos o reales, es si dentro hay una demostración de nuestras grandes ilusiones?
Joaquina: En la medida que nuestros objetivos no están alineados con la totalidad de nuestro sistema, lo que vamos consiguiendo es vivir fuera de nuestro éxito y con amargura, pero si entendemos la realidad de nuestro propósito vital, de lo que queremos conseguir, y trabajamos a su favor podremos lograr nuestro objetivo de una manera fácil y sin dolor.
Jon: En el caso de su gestión de tiempo, quieres decir que si ella lo que quiere es ser una gran profesional y sabe que cuando ha tenido dificultades ha sido por cómo ha empleado el tiempo, no querrá alinearse en la gestión del tiempo, querrá vivir tan motivada que el tiempo y ella estén afincados. En resumen, no necesitamos golpearnos, necesitamos entender que un objetivo es algo que nos da vida, que nos da gozo, que además nos da más conocimientos y nos hace útiles.
Joaquina: Si nuestros objetivos van contra nosotros y parten de responsabilidades, compromisos alineados, dolor, de algo que nos mandan, se convierten en claudicaciones de éxito y en un proceso doloroso y no podemos soñar en que funcionen. Podemos transformar el mundo a través de objetivos que son nuestra quimera, no nuestra obligación, no nuestro dolor, o no nuestra amargura, si no que al encontrar ese objetivo lo notamos dentro, se pulsa nuestro sistema y decimos: “esto es lo que yo quiero”. Desde ahí todo nuestro sistema va a funcionar, nos dará tanta fuerza y energía, tanto posicionamiento que va a ser imparable. Es importante creer que nuestros objetivos, además de disfrutarlos siempre nos llevarán a un lugar maravilloso.
Jon: ¿Y en el caso de S?
Joaquina: Si S consigue encontrar un objetivo que está alineado a ella misma, que la mueve por dentro, va a gestionar el dinero, va a gestionar el tiempo y va a gestionar todo, ya que todo lo demás que no funciona se curará. A ella le gusta gastar y estar con la gente, pero su cuerpo cerebral sabe que lo que dice que necesita es algo que va contra sus intenciones. Si ella encuentra un sentido vital, estas dos cosas sabrá canalizarlas para su objetivo, de lo contrario se perderá, perderá el dinero, perderá el tiempo, perderá el trabajo y perderá la felicidad.
Jon: Eso significa que es necesario hacer un ejercicio profundo de meditar cuál sería nuestro objetivo que realmente esté alineado con nuestro deseo de vivir, con nuestro deseo de sentir, con nuestro deseo de saber y con nuestro deseo de realizar experiencias únicas, eso nos llevará a un lugar maravilloso.
Joaquina: S, te pido que pienses en un objetivo que para ti, independientemente de tu hija, independientemente de tu pareja, del trabajo, de la sociedad… a ti te hace sentir viva, te hace sentir auténtica, te hace sentir conocedora y además te hace sentirte útil comprometiéndote con tu felicidad.
S: Pues, mi objetivo es seguir manteniendo mi nivel de vida sin tener la sensación todo el rato de tener un problema detrás. O sea, un problema que tengo que ir corriendo para que no me alcance.
Joaquina: S se ha puesto recta. El objetivo vital es nos permite sentir una fuerza que recorre toda la columna vertebral y nos poneros rectos, nos vertebra, nos dice: “esto es mío”. Ese sí es su objetivo, es un objetivo vital como lo ha formulado. Está emocionada. Lo que S quiere es mantener su economía sintiéndose bien, manteniendo su estatus, manteniendo su nivel de vida. Necesita reformular el objetivo, pero conseguir ganar el dinero que necesita sintiéndose libre, ese si es su objetivo, y eso la va a llevar a respetar el tiempo y a respetar el dinero.
La clase, y la magia continúan…