Un ruidoso grupo de quinceañeras nos adelanta por la izquierdo hablando a y riendo a gritos, no sé muy bien si entre ellas o con los móviles, ya que forman parte del grupo divididos entre ejecutar selfies y participantes de las conversaciones.
Jon: ¿Estas chicas están en el rol: “tengoquinceañosmeríodetodoymicerebrovaregular”?
Joaquina: No seas malo, simplemente están en el siguiente grupo: los roles de sociabilización, que los adoptamos de 12 a 24 años. El primero de ellos es el confiado y está relacionado con la autoestima: ¿Quién soy yo en relación con lo que puedo hacer?
Jon: Un segundo. ¿Para conocer este rol hay que tener claro el familiar?
Joaquina: Sí, hay que conocerlo en sus dos versiones. Su estructura sexual: qué sexo soy, Y su estructura económica: me siento capaz y válido con el para conseguir mi objetivo o hay una limitación familiar por pertenecer a ese sexo: limitaciones por ser mujer, o por ser hombre.
Jon: Es decir, de qué forma te han tipificado en la familia, o qué titulo te han llamado.
Joaquina: La autoestima se ha formado en el rol familiar, y se proyecta luego en el rol social. Sí, por ejemplo, ser mujer es un rol limitante, cuando sales al mundo sales con un patrón limitante. El rol de la autoestima es el reconocimiento de nuestra capacidad afectiva e intelectual. En este primer rol, estás solo, estás en tu intimidad, no hay nadie, solo te preocupas de ti. El rol contrario: Soy inadecuado para lo que va a empezar.
Jon: Y cuando estás en ese rol contrario, ¿cómo sales de él?
Joaquina: Con la capacidad de gestionar tus capacidades. Con la capacidad de obedecer a las capacidades del otro y a las propias. Entendiendo que el otro tiene capacidades positivas de las que yo puedo aprender. Entendiendo también, que yo tengo capacidades positivas de las que el otro puede aprender. La clave es obedecer y saber instrumentar al otro. El problema es que nos sentimos inadecuados a quien nos manda.
Jon: ¿Cuál es el siguiente rol?
Joaquina: El segundo rol es el de la valoración formal. Es donde te adecuas al espacio aceptando el proceso de aceptación: ¿cuanto de mí acepta el otro? El primer impacto es de desconocimiento: ¿qué piensa el otro de mí y de mi adecuación al entorno? Cuando el otro me mira tengo dos opciones, o quiero gustar, o soy antisocial.
Jon: Me imagino que tiene mucho que ver con la crítica que se recibe en la infancia que te hace cuestionar si eres o no adecuado para el otro.
Joaquina: Este rol en negativo es la crítica. Para arreglarlo, el elemento mas importante es la tolerancia: aceptar la diversidad de forma de ser y actuar. Analizar lo que ha pasado como estudio de la situación, y no como critica y juicio del otro. Solo dejando la crítica se llega al siguiente rol: el portavoz. Todos, excepto el que no escucha, tenemos el don de la palabra. Aquí ya estas en grupo, y puedes ser o no portavoz de tus ideas. Las preguntas pueden ser: ¿Eres capaz de aceptar otras ideas?. ¿Dices lo que quieres hacer y lo que piensas, cuando estas en grupo?
Jon: Si esto es consecuencia de nuestra infancia, puede ser muy difícil haber sido capaz de decir lo que queríamos en nuestra familia. Miedo al padre, miedo a las consecuencias…
Joaquina: Es lo que hay que superar, si ese es el caso y aprender la cualidad del intercambio y de relacionarnos con otros. En negativo este rol es dogmático, y únicamente se arreglará con la capacidad de escuchar al otro.
Jon: ¿El cuarto rol?
Joaquina: Surge cuando has sido capaz de implementar en tu vida aquello de lo que has sido portavoz. Cuando falla puede ser por falta de autoestima en alguno de tus valores, o también por problemas con tu portavoz. En negativo es el tímido.
Jon: ¿Cómo se soluciona?
Joaquina: Con la manifestación de un elemento vivencial. Es decir, lo que dices tiene que estar incorporado a tu propia vida.
Jon: Pero la timidez es muy difícil de quitar.
Joaquina: Se quita con el compromiso a ser delicado en todas las situaciones, pase lo que pase. Los tímidos, o son muy bruscos o muy complacientes, o muy expresivos o muy soterrados. Tienen que aprender a encontrar el punto medio.
Jon: Cómo estos son la evolución de los infantiles, y además estas cosas van siempre de cinco en cinco, nos queda uno.
Joaquina: Sí, la libertad. Es la consecuencia de estar con seguridad, siendo portavoz, y ya no te sientes atado a nada, a ningún resultado. En negativo es el depresivo. Por ejemplo, ejecutivos de 36 a 42 que entran en ataques de ansiedad y en la pérdida de autoestima y depresión, ocurre por sentirse inadecuados a un ascenso o a retos nuevos. Cuando el éxito nos asusta tanto, perdemos todo nuestro potencial.
Jon: Entonces, ¿para tener autoestima es fundamental dejar atrás el rol de familia?
Joaquina: Entras en los roles de sociabilización, cuando saltas, cuando haces algo diferente y te planteas si vales. Esto genera un estado de conflicto, con las criticas consiguientes, y tienes que conocerlo, tanto a nivel cognitivo como experimental, para poder ser portavoz.
Jon: ¿Cómo superas el rol de familia?
Joaquina: Cuando dejas de acudir a él. Cuando entras en el siguiente grupo: trabajo y sociedad, y adoptas otro rol.
Jon: ¿Cómo se supera este último rol?
Joaquina: A nivel psicológico solo se cura con el perdón a los padres.
Jon: Entonces, si he entendido bien, los roles de sociabilización primero me muestran quién soy yo en relación con el entorno. Luego me innovo empleando elementos formales del entorno para relacionarme con otros. De ahí me hago portavoz de mis ideas. Adquiriré luego la seguridad cuando sea coherente con lo que tengo y con lo que soy. Todo esto me llevará a ser libre, y, ¿aquí se acaban los roles?
Joaquina: No, quedan los roles grupales: Realizador, innovador, gestor, líder y visionario.
Adjunto cuadro que puede ayudar a visualizar mejor los roles.