Jon: Se habla mucho de tener ideales. El otro día me quedé pensando cuando hablaste del peligro de los contraideales, pero ¿qué son?
Joaquina: Los contraideales son una suerte de dragón interior que nos van consumiendo, y aprender a controlarlos depende de nosotros mismo. La mayor parte de las cosas que hacemos es porque las queremos, y eso incluye no sólo conductas positivas, sino también destructivas. Quien despilfarra, quien se droga, quien come hasta convertirse en un obeso mórbido: la mayor parte de estas personas no dejan lo que les destruye porque en el fondo no quieren. Por tanto, es inútil ir contra esas conductas, porque un alto porcentaje de esas personas no desean en el fondo cambiar nada. Y, lo mejor que podemos hacer es mostrarnos tolerantes. Esas personas, si en algún momento lo desean, podrán cambiar lo que le destruye
Jon: ¿Qué hay detrás del contraideal?
Joaquina: Un profundo deseo de libertad. De ser libres de aquello que nuestros progenitores nos han impuesto, y que además nosotros hemos aprendido, pues nos guste o no, ellos son nuestros modelos, y lo que somos se lo debemos a ello. Es por esta lógica por lo que no es en absoluto extraño que cuanto más rígida sea una madre más disoluto se puede convertir su hijo, que cuanta más pureza haya en la casa más perversión puede aparecer, que cuanto más paciencia aparezca muchísima más tensión, y un largo etcétera.
Jon: Es decir, que cuanto más haya de algo, más va a haber también de su contrario.
Joaquina: De qué adolecemos cada uno de nosotros ha dependido de estos desequilibrios, y si no lo arreglamos, vamos a reproducirlos con nuestras parejas. Para que puedas comprobar que esto que digo no es una afirmación baladí, podemos hacer el siguiente ejercicio. Toma un bolígrafo y un cuaderno, y apunta qué es lo que intentas todo el tiempo que tu pareja modifique, y que no lo logras (y que además cada día va a peor). Si no tienes pareja en la actualidad, piensa en alguna de tus parejas del pasado.
Jon: ¿Por qué pones el ejercicio con la pareja?
Joaquina: Los ideales y los contraideales son la causa de que muchas parejas terminen rompiendo, pues esa lucha cotidiana contra los ideales o los contraideales del otro termina haciendo que la situación se torne insoportable. También es la causa de muchas de las malas relaciones de trabajo. Hay muchos directivos de empresa que se machacan contra un compañero de trabajo porque no lleva el ritmo de trabajo que él considera adecuado, porque no hace las cosas como él, porque guarda informes en lugar de tirarlos, porque guarda papeles, porque no dice la verdad…
Jon: Entonces, hay que encontrar nuestro contraideal para poder empezar a cambiar, y sería además buenísimo que todas nuestras relaciones las empezáramos diciéndole al otro: “Mira, este es mi contraideal; te pido por favor que no trates de cambiarlo, porque no vas a poder. Si no te gusta, aguántate”. Esto nos ahorraría infinidad de problemas.
Joaquina: Mi madre tenía para mí un contravalor muy grande cuando yo era pequeña. Yo pensaba que la mujer jamás tendría que estar cuidando a un hombre. Me parecía que yo era un ser sublime, y que no había nacido para cuidar a un hombre: hacerle la comida, lavarle la ropa, etc… Me parecía que los hombres se debían aprender a cuidar solos. Estas eran las cosas con las que yo fabulaba de pequeña mientras mi madre se consagraba de la mañana a la noche a cuidar a mi padre. Yo detestaba que las mujeres tuviéramos que ser esclavas de los hombres. Llegó un día en el que tuvimos un gran enfrentamiento debido a que ella me argumentó que para qué iba a estudiar si mi vida iba a ser cocinar, limpiar y cuidar a un hombre. Yo le respondí que antes prefería estar muerta que, si yo había nacido para cocinar y fregar como ella, prefería no vivir. Al final, lo que nos dice nuestro entorno y nuestra familia se acaba convirtiendo en nuestra ley, y es urgente que lo localicemos para poder cambiarlo, por lo que deberías de nuevo tomar el boli y el cuaderno y hacer una lista de las cosas que se han establecido en tu vida porque así lo aprendiste de tus padres, y no eres capaz de quitártelo. Encontrar esos contraideales es muy importante, porque son los que no nos permite ser firmes ni flexibles.
Jon: ¿Son lo mismo que las creencias?
Joaquina: Los ideales y los contraideales no tienen que ver con lo que hacemos, sino con lo que somos. Están antes de la acción, y no son creencias, pues las creencias se pueden modificar. Por ejemplo, mi ideal es el autoconocimiento, y mi contraideal es que yo no tengo poder, y eso, aunque lo parezca, no es una creencia en la medida en que no puedo cambiarlo, puesto que soy esos valores. De nada serviría que alguien me argumentase en contra de ello. Los ideales es lo que somos; las creencias son lo que creemos. Las creencias mutan; podemos discutirlas y argumentar a favor o en contra. Los ideales permanecen inalterables.
Jon: Si tienen que ver con lo que somos, entonces tienen mucha relación con nuestra autoestima, valores…
Joaquina: Para poder llegar a decir “sí” o “no” con libertad, para tener autoestima, necesitas saber cuál es el detractor de tu éxito, un detractor que está dentro de ti. También debes averiguar qué es lo que te ayuda a llegar al éxito, y que también lo llevas dentro. Si te permites conocer tu interior en profundidad y te das cuenta de que tienes algo que nunca te ha permitido respirar, que no te deja ser de otra manera a pesar de que te está haciendo daño, no avanzarás, pues estarás cometiendo una y otra vez el mismo error. Si además tratas de abordar tu contraideal como si fuera una creencia nunca lo vas a superar. Necesitas trabajarlo como un ideal que has adquirido para no avanzar en tu vida.
Jon: Es como si llevásemos dos personas dentro.
Joaquina: En realidad, llevas en la vida dos parejas: la persona interna, el yo interno que te hace crecer, y el yo interno que no te deja crecer. Esos dos yo están contigo. El que te deja avanzar y el que no te deja hacer. Es imprescindible para aprender a decir si y a decir no que conozcas cuál es la parte de ti que no vas a poder tocar. Si no eres capaz de descubrirla y trabajarla, el día menos pensado tu detractor estará en tus hijos y en tus parejas. Esto es así porque tanto los ideales como los contraideales se generan en la familia, y si no se trabajan, se reproducen en la familia que nosotros formamos. Por ello, en el momento en que trabajas la familia y la herencia familiar de una manera concreta, logras avanzar. Y es que, cuando hablo de familia, hablo de autoestima. El niño de 0 a 12 años tiene que crear su autoestima a partir de lo que aprende de sus padres. Cuando no la genera, luego hay que trabajarla desde la conciencia.
Jon: Pues si miro dentro, me encuentro con unos cuantos contraideales.
Joaquina: Si cuando analizamos nuestros contraideales nos topamos con varios, eso quiere decir que no estamos mirando al contraideal, ya que sólo hay uno, sino a nuestras creencias. El contraideal es aquello que en cualquier circunstancia surge como una forma de separación de los demás y de nosotros mismos. Además, mientras que las creencias cambian, el contravalor permanece. La creencia la podemos cambiar porque ha habido una situación donde se ha dado en positivo, pero el contravalor no se ha dado nunca en positivo.
Jon: Contravalor y contraideal supongo que es lo mismo.
Joaquina: Sí. El contravalor lo vas superando en la medida que vas entendiéndolo, pero no en la medida en que lo estás contraviniendo. Una cosa que debes tener en cuenta es que al contravalor no se le puede contradecir. Si luchas contra él, tu contravalor encontrará otras formas de atacarte. Y los valores, estén en positivo o negativo, no pueden ser objeto de una conversación, pues no atienden a razones. Nunca podrás hablar de ellos para luchar contra ellos; puedes hablar sobre ellos para enseñarlos. Y recuerda: siempre que luches contra el ideal de alguien, estarás luchando contra su persona. Tengo un amigo musulmán que a las siete menos cuarto se levanta y hace su rezo esté donde esté; para quien no sea musulmán, le será difícil pensar en dicha práctica sin considerarla una tontería, y sin embargo no tendrá ningún sentido que le argumentemos en contra.
Jon: Lo que si puedo es iniciar un diálogo con el otro en el momento en el que me doy cuenta de que mis ideales son los regentes de mis ideas, y eso es lo que hace que piense de una determinada manera y no de otra. Desde ahí me daré cuenta de que mis ideales son solo míos y de que el otro tiene los suyos y está determinado por ellos. Si yo soy creyente y mi interlocutor no lo es, escucharé lo que piensa, pero no entraré en discusiones, pues es una pérdida de tiempo discutir con el ideal. Y lo mismo ocurre con el tema del aborto, o con otros asuntos que tienen como base un ideal, y no una mera creencia.
Joaquina: Lo único que puedes hacer con todas aquellas cosas que vienen de tus ideales es compartir tus puntos de vista y que el otro haga lo que quiera con ellos. Los ideales son la vida, y aquí no podemos entrar a discutir, pues nos mataríamos. Los ideales nos hacen radicales en la medida en que estamos hablando de nosotros mismos, de lo que es nuestro fundamento de vida. Si hablamos de ello en un terreno de opinión terminaremos creyendo que nuestra opinión es la verdad, y lo único que vamos a conseguir es la guerra.
Jon: ¿Qué me aconsejas?
Joaquina: Que seas capaz de conocer tus ideales y tus contraideales para entrar en el terreno del consenso y del aprendizaje, pues ahí vas a poder crecer.
Jon: Gracias.