Caminamos por la calle Fuencarral en dirección al cine Proyecciones. Hay mucho bullicio, personas, niños, perros… todo se entremezcla en un maremágnum que seguramente visto desde arriba no tiene mucho sentido.
Jon: En realidad, todas estas personas se mueven por un objetivo, a corto o medio plaza: llegar al cine como nosotros, pasear al perro, airear a los niños… Todo tiene un porqué en el corto plazo. Parece que debería ser también bueno tener un objetivo más amplio, un objetivo profesional, un objetivo de vida…
Joaquina: Vivir implica reconocer nuestras necesidades e involucrarnos de manera proactiva en lograr aquello que necesito hacer realidad. Plantearnos un objetivo nos da la posibilidad de contactar con la vida, con lo que necesito y que actualmente carezco pero que estoy dispuesto a trabajar para lograrlo. Un objetivo es una quimera que quiero hacer realidad. Lo más importante que tenemos que tener en cuenta al plantearnos un objetivo, es la quimera y la percepción del tiempo en la que queremos hacerla realidad. Un objetivo no puede plantearse conceptualmente. Es necesario plantearlo físicamente, y conseguirlo a través de la emoción, de la razón y de la mente.
Jon: Sin embargo, en muchas ocasiones nos cuesta fijarlo, encontrarlo con la suficiente nitidez como para que motive al movimiento.
Joaquina: El planteamiento de un objetivo requiere pasar por estas cuatro preguntas: ¿Qué objetivo tengo? La respuesta debe ser algo vital. La segunda pregunta es: ¿cómo lo quiero lograr? La respuesta debe provocar bienestar. La tercera pregunta es: ¿por qué lo quiero lograr? La respuesta debe tener una justificación intelectual. Por último, ¿para qué lo quiero lograr? La respuesta requiere que provoque un cambio en el mundo.
Jon: ¿Podemos caminar un poco por cada una de esas preguntas? ¿Empezamos por el “qué”?
Joaquina: El objetivo necesita surgir del interior de la persona, ser vital para poder conectar con la voluntad, ya que ésta es una fuerza interna. El contacto con la voluntad nos permite avanzar y ver qué se requiere para cumplirse sin que exista la posibilidad de que el objetivo se pierda en el tiempo. El objetivo necesita ser consustancial a nuestro cuerpo, que nos vertebre. En la firmeza o la falta de firmeza del cuerpo, así como en la comunicación verbal y no verbal de la persona puede observarse el planteamiento de un objetivo que es real y el grado de compromiso con la meta. El plano físico implica llevarlo al cuerpo, esto es, el objetivo podrá conseguirse porque somos capaces de sentirlo, vivirlo, respirarlo. Lejos de ser un objetivo conceptual, necesita ser informativo y comprender datos exactos y nítidos de lo que queremos lograr. Un objetivo necesita ser real, algo que esté dentro de nuestro marco, de nuestras posibilidades, porque el solo hecho de plantear algo imposible habla de que no queremos tener éxito.
Jon: Noto que muchas veces los objetivos los tomo como obligaciones, casi imposiciones desde fuera, de la sociedad, la familia, el contexto…
Joaquina: La mayoría de los objetivos que no cumplimos es porque vienen impuestos por situaciones que, no resueltas, lejos de convertirse en objetivos, se convierten en obligaciones. Los objetivos pueden ser imposiciones nuestras o de otros, no son obligaciones ni algo que nos hace daño. Por el contrario, son quimeras, son ilusiones, son expectativas, son algo que nos ilusiona y que repercute en nuestro bienestar. Si nuestros objetivos van contra nosotros y parten de responsabilidades, compromisos alineados, dolor, de algo que nos mandan, se convierten en claudicaciones de éxito y en un proceso doloroso y no podemos soñar en que funcionen.
Podemos transformar el mundo a través de objetivos que son nuestra quimera, no nuestra obligación, no nuestro dolor, o no nuestra amargura, si no que al encontrar ese objetivo lo notamos dentro, se pulsa nuestro sistema y decimos: “esto es lo que yo quiero” y a partir de ahí todo nuestro sistema va a funcionar, nos dará tanta fuerza y energía, tanto posicionamiento que va a ser imparable. Es importante creer que nuestros objetivos, además de disfrutarlos siempre nos llevarán a un lugar maravilloso.
Jon: Me dices que es necesario hacer un ejercicio profundo de meditar cuál sería nuestro objetivo, que realmente esté alineado con nuestro deseo de vivir, con nuestro deseo de sentir, con nuestro deseo de saber y con nuestro deseo de realizar experiencias únicas, eso nos llevará a un lugar maravilloso. ¿Cómo?
Joaquina: Es importante que tengas en cuenta que todo objetivo tiene una información y también tiene un proceso, y el proceso tiene que estar en equilibrio con nuestro sistema de gozo. Es decir, que el proceso tiene que ser para nosotros gozoso. Cada persona necesita identificar que es lo que le provoca gozo en la consecución del objetivo, ya sea tener personas con las que hace sinergias, tener lo que quiera, etc. para que sepa, y quiera ir a por ellas.
Jon: ¿Eso tiene que ver con si las personas son físicas o emocionales?
Joaquina: Las personas físicas son prácticas y pueden con mayor facilidad plantearse el objetivo y moverse en él. A diferencia, las personas emocionales se conflictúan al establecer sus objetivos y perseguir sus logros, no quieren caminar hacia la practicidad y prefieren estar en el disfrute, no en el gozo, y esto es perder el tiempo.
Jon: ¿Y en el “por qué”?
Joaquina: Nunca en el “por qué” aparecen sentimientos, justificaciones o problemas. No puede estar basado en cuentas de todo lo que no funcionó. El “por qué” puede partir únicamente de los conocimientos que tenemos para lograr nuestro objetivo, a partir del “porque yo conozco o sé esto”. Parte de todo lo que tenemos para llegar a lograr nuestro objetivo, todo el potencial y la fuerza intelectual. “Porque soy una persona profesional”, “Porque he estado 20 años trabajando”, “Porque además tengo la capacidad de adaptarme”. etc. Todo lo que conozcas, físico, emocional, intelectual, racional y espiritual está incluido, todos los conocimientos, y nunca nada negativo.
Jon: Y llegamos a tu pregunta favorita: ¿Para qué todo esto?
Joaquina: El “para qué” siempre nos trasciende, siempre va más allá, nos va a beneficiar a nosotros, a nuestro entorno más cercano, a nuestro siguiente entorno y desde ahí se hace un objetivo realizable. Si un objetivo solamente sirve para nosotros, no será realizable, lo dejaremos a la mitad del camino, porque sentiremos que no hemos hecho nada.
Jon: entonces ya estamos listos para encontrar objetivos…
Joaquina: Los objetivos son para sentirnos poderosos y nos permitan disfrutar. Busca algo que realmente sea factible, algo que cuando lo digas, sabrás que vas a encontrar la forma de gozar y desde ahí podrás caminar. Los objetivos tienen que ser algo que al ir cumpliéndolos cada día, te digas con alegría: Yo puedo, yo me lo paso bien, ¡Que fantástico!, yo soy capaz, yo soy potente, yo me lo paso bien, yo soy única(o), yo lo consigo, yo soy mágica(o), yo aprendo, y además yo soy útil.
Jon: ¿Puede un objetivo, ser objetivo y resultado a la vez?
Joaquina: El objetivo no puede ser objetivo y resultado a la vez. Un objetivo tiene un resultado, pero el objetivo no puede ser el resultado. El resultado es algo tangible y el proceso es algo emotivo. Una persona plantea su objetivo de sentir un estado de ánimo positivo. No entrará al proceso de obtener el ánimo positivo, sino la condición del objetivo que la lleve a tener el ánimo positivo. El ánimo positivo es un resultado, no es un objetivo.
Entro tan absorto en la sala, que ni me he fijado en la película que vamos a ver. Se apagan las luces y aquí estoy, a punto de ver el resultado de un objetivo de alguien.