49 Los sentidos y el desarrollo personal

Estoy en la biblioteca de la oficina de Montalbán preparando un curso que vamos a impartir en unas semanas. Es una tranquila mañana de sábado y Joaquina está en su despacho. No hay nadie más y el silencio es agradable. Al rato me levanto con algunas dudas.

Jon: Joaquina, disculpa que te moleste, pero antes de seguir buscando información, me gustaría que me esbozaras las líneas generales del curso que vamos a hacer. El de los sentidos.

Joaquina: Claro, ¿por dónde vas?

Jon: Estoy leyendo cosas de Steiner. Para él, el oído: “Es el alma de las cosas que en su resonancia habla a nuestra propia alma” Para Steiner el oído es el sentido que conecta a la persona con la interioridad del otro.  Su función es mediar entre lo que somos y lo que vemos en el exterior.

Joaquina: En realidad el sistema auditivo nos permite conocer la naturaleza interior de las cosas. La voz, su vibración, el roce con los objetos, nos permite conocer la naturaleza, aquello que conforma el mundo más íntimo del otro. Este sistema nos permite conocer la palabra del otro, el pensamiento expresado a través de los ademanes y de palabras que hemos analizado y entendido su complejidad.

Jon: También leía que, para los orientales, el oído está conectado al órgano de riñón, la víscera de la vejiga y los huesos. El pensamiento de confianza y el sentimiento de valentía.

Joaquina: El oído es el órgano de la confianza personal y la entrada de la autoestima. Es necesario reconocer los miedos inconscientes que están conectados al miedo a conocernos, y a saber algo espantoso de nosotros mismos. Los bloqueos a nuestro autoconocimiento son la causa de ansiedad y angustia. Hay una pérdida de estructura personal y sobre todo de sentimiento de miedo a saber qué no se hizo bien, reconocer algo que implica un objetivo de cambio.

Jon: ¿Es la confianza, entonces, el eje del oído?

Joaquina: La confianza supone una suspensión, al menos temporal, de la incertidumbre respecto a las acciones de los demás. Cuando alguien confía en el otro, cree que puede predecir sus acciones y comportamiento. Si quieres hacemos un ejercicio.

Jon: Vale.

Joaquina: Toma tu móvil. Abre el sonido que te recuerda a tu madre. Escribe lo primero que te venga a la mente. Es importante aprender a escuchar los sonidos de la madre, los sonidos de La Tierra, los sonidos de la vida.

Jon: Ya está.

Joaquina: Si hay aceptación y disfrute con esta escucha piensa en el momento que comprendiste que estabas compartiendo algo grande con ella. Piensa en su valor y comprométete a movilizarlo para siempre. Sólo necesitas decidirlo. Grita dentro de ti que ese valor es tuyo y que sólo necesitas aceptarle para hacerlo crecer ilimitadamente. Tu mente, tu emoción y tu cuerpo la reconocerán como la pieza fundamental de tu felicidad y tu desarrollo. Recuerda un momento en el que lo hayas vivido y comprenderás que esto es así

Jon: Hecho. No es el caso, pero ¿y si hay un rechazo?

Joaquina: Si hay un rechazo a escuchar estos sonidos la tendencia natural será a la enfermedad, a la limitación económica, a la lucha y el esfuerzo para lograr cosas que podrían alcanzarse con fluidez. Pero sobre todo será causa de inseguridad en la manifestación personal.

Jon: Con el sentido de la vista, Steiner consideraba que nos permitía percibir el mundo.  Para este investigador la vista nos permite tener una mayor compenetración con el objeto y percibir el color.

Joaquina: La vista abre las puertas al mundo en color que nos rodea y nos permite conocer lo que nos resulta afín y lo que no. Pero sobre todo nuestra capacidad de aceptar la diversidad y convivir con ella.

Jon: Para los orientales el sentido de la vista está conectado al hígado, a la vesícula biliar y a los músculos.

Joaquina: La vista, el color y la forma de los objetos pasará por los filtros de lo que nos gusta y de lo que no. Es la vista el primer filtro para la crítica y el juicio. Lo que nos resulta próximo, lo que no es ajeno, y la capacidad de convivir con ello. Pero sobre todo la vista es la que define el entorno en el que nos movemos. La vista es la puerta que se abre o se cierra al presente porque nos recuerda un pasado de cuyas imágenes nos nutrimos para dar rienda suelta a las nuevas vivencias.

Jon: ¿A qué está conectada la vista en positivo?

Joaquina: A la templanza. La templanza es la virtud moral que regula la atracción por los placeres, y procura el equilibrio en el uso y disfrute de los bienes creados. Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los deseos en los límites de la honestidad.

Jon: ¿Y en negativo?

Joaquina: Al rechazo y a la cólera. En la medida en que no nos miramos dentro, vamos perdiendo la vista hacia fuera. Si hay oscuridad interior, la luz no pasa, y vamos perdiendo la vista hacia fuera precisamente para poder concentrarnos en la mirada interior. La vista te permite decidir cómo hacer las cosas. Cuanto más limitada, habrá menos innovación y creatividad.

Jon: Para Steiner el tacto es el sentido que nos permite percibir nuestro mundo interior. Lo considera el sentido primero y es el que nos conecta con lo que está exterior a nosotros. Marca los límites de nuestro cuerpo y el sentido de percepción que tenemos del mismo.

Joaquina: El amor que nos profesemos será causa primera de nuestra forma de conformar nuestra estructura corporal. La complexión depende en gran parte de nuestro sentido del tacto. Desde este sentido percibimos nuestra vida, ponemos límites a nuestros alimentos, como dormimos, si algo funciona o no dentro de nuestro sistema interior. El tacto ha abierto las puertas del amor y del desamor de nosotros con el entorno. Es el tacto el que nos abre las puertas a nuestro movimiento, el que nos relaja o nos tensiona, el que no conecta con todos los procesos de movimiento.

Jon: Para los orientales el tacto está conectado a la conciencia. Para ellos la conciencia es el sendero para llegar al amor personal, la felicidad y la capacidad de ser transparentes con los demás.

Joaquina: En este sentido tenemos muchos más perjuicios que suelen ser bastante inconscientes: El desarrollo de nuestra infancia y el reconocimiento de nuestras aptitudes, el amor a nuestro propósito personal más allá de los intereses de los que nos rodeaban. Cuando empiezan la valoración de nuestra creatividad o de nuestra inteligencia, nuestra capacidad de sacrificio, de compromiso o no, es cuando nos hemos dado cuenta de que nuestra familia no nos tocaba el alma si no cubríamos sus expectativas personales.

Jon: ¿Tiene que ver si nuestros padres nos acariciaban o expresaban su amos con las manos?

Joaquina: El sentido del tacto no se desarrolla por el amor expresado a través de las manos, sino a través de la conciencia, el amor y la comunicación.

Jon: Esa es una buena conclusión: el sentido del tacto está conectado a la conciencia y al amor.

Joaquina: Sí, y también:

  • Cuanta menos conciencia, más irrespetuoso o más cerrado estás con el tacto.
  • El tacto es obligatorio y debe existir un compromiso de tocar las cosas.
  • El tacto te hace tomar conciencia de las cosas que has visto y oído.
  • El tacto conecta con la razón de la existencia. Por qué quiero estar aquí.
  • El tacto es un sentido que de dentro va hacia fuera

Jon: Steiner sitúa el sentido del gusto en la percepción del mundo exterior. Para este investigador implica un grado de involucramiento mayor del ser humano con el mundo externo.

Joaquina: No solo percibe la sustancialidad, sino que entra en la sustancia misma. La relación de intercambio es más íntima. Las cosas no le dicen solamente al hombre lo que ellas son como materia sino lo que pueden obrar dentro del cuerpo.

Jon: Para los orientales el gusto está conectado a la seguridad en uno mismo y a los órganos páncreas, bazo y estómago.

Joaquina: Al estar conectado con el mundo exterior, cuando percibimos que no nos aceptan o reconocen, se disparan los niveles de azúcar y de albúmina provocando un desequilibrio en los niveles de insulina en el cuerpo. Este desajuste químico induce a ingerir muchísimo más hidrato de carbono que el que puede soportar el cuerpo.

Jon: A mayor malestar interior mayor petición de azúcar.

Joaquina: El sentido del gusto penetra en la mente y la lleva a la acción dependiendo de lo que ha hecho el riñón con los líquidos, el hígado con las grasas, el intestino delgado con las vitaminas y con los minerales. Nuestro PH y nuestros hábitos alimentarios van a definir nuestra tendencia a una comida u a otra. El gusto está conectado también a nuestra capacidad de liderar nuestra vida.

Jon: ¿Y qué me puedes contar del olfato?

Joaquina: El sentido el olfato es el espía de todos nuestros sentidos. Es el que decide lo que vale y lo que no, a lo que nos apegamos y de lo que nos desprendemos. Oler la naturaleza, dejar que los pulmones se vivifiquen es una puerta abierta a la salud de nuestro espíritu. El olfato diferencia las energías positivas de las negativas. Es el gran receptor de las energías telúricas o cósmicas. Cuando está bien educado el olfato nos permite distinguir lo que es bueno de lo que no lo es en nuestros objetivos, en las relaciones, en nuestros propósitos de vida, en nuestras decisiones y sobre todo en nuestro ser más conectado con el más allá de este momento.

Jon: Para los orientales el Olfato está vinculado a los pulmones, el Intestino grueso y la piel.

Joaquina: El olfato es el sentido del perdón. Los olores que no soportamos nos conectan con aquello que no hemos perdonado. Los hedores de los excrementos, los olores de nuestra piel y la agitación respiratoria son un aviso de recuerdos olfativos sin depurar. Cada uno de nosotros recordamos el olor de nuestra familia, de las comidas de nuestra familia. Unos olores que son o no son gratos para nosotros.

Regreso a mi mesa con suficiente información para preparar un gran taller sobre los sentidos y el desarrollo personal.

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