Llego a la oficina después de haber estado toda la mañana haciendo formación en una gran empresa. Trabajé el tema de la diferencia que existía entre la misión y visión que vienen escritas en su página web (como en la de casi todas las empresas), y la diferencia con la realidad que viven en el día a día.
Jon: He estado trabajando la visión y misión con una empresa, ¿qué piensas tú del tema?
Joaquina: Mi petición al mundo es que sepan defender su visión y que tengan clara su misión. Misión une dos cosas: la misión que tienes (lo que quieres en la vida), y el proceso para conseguirlo. Visión son los valores que tenemos y Misión son las creencias para poder llegar a cumplir nuestra visión. Si en la visión tengo mis ideales puestos no me la puede cambiar nadie y si en la misión tengo mis creencias aquí es donde puedo trabajar con los demás. Cuando hablo de ideales me refiero a la visión que tengo del mundo, y cuando hablo de misión, de las creencias para poder llevarlo a término.
Jon: Decía Bertolt Brecht: “hay hombres que luchan un día y son buenos, hay otros que luchan un año y son mejores, hay quienes luchan muchos años y son muy buenos, pero hay los que luchan toda la vida estos son los imprescindibles”.
Joaquina: No vamos a luchar nada si no tenemos una visión, si no sabemos hacia donde vamos. La visión centra nuestros ideales.
Jon: ¿Puedes ponerme un ejemplo?
Joaquina: Tú, por ejemplo, tu visión es que la inteligencia es lo único que puede cambiar el mundo y que hay que matar las emociones y todo aquello que es sensible. Eres el guerrero de la inteligencia sin condicionantes.
Jon: Tampoco te pases, pero vale, un poco así sí es.
Joaquina: Por otro lado tienes la creencia de que las emociones anulan la inteligencia. Entonces, cuando viene una emoción la avasallas y la pisoteas y dices “aquí no entras, aquí solo está la inteligencia”, y eso haces con toda la gente que es emocional. En medio de estos dos polos tienes: “no hay que aprender de nadie porque todo lo sé yo”.
Jon: Sí, es cierto que pienso que las emociones no cambian el mundo, pero la inteligencia sí lo cambia.
Joaquina: Claro, y por eso quieres anular las emociones en el mundo, y para no emocionarte lo que haces es no relacionarte con personas, y ahí surge tu contravalor: “Si estoy solo, y yo solo sé, no pasará nada”. La misión siempre es cómo tienes la visión y cómo tienes el contra valor.
Jon: Si digo sí a la inteligencia, digo no a aprender de los demás, y niego las emociones, ¿como construyo entonces mi visión?.
Joaquina: Todo esto te lleva a ir construyendo tu visión, que es lo que ves, y tu misión, como cumples lo que ves. No existen creencias limitadoras en la misión, son el resultado de las creencias limitadoras de la visión.
Jon. Es decir, que mi Visión de la vida es que el mundo sólo necesita la inteligencia para el cambio. Mi contravalor es que no necesito a nadie para aprender, y mi creencia limitadora es que las emociones no sirven para cambiar el mundo.
Joaquina: ¿Cómo te sientes cuando tienes emociones?.
Jon: Poco inteligente.
Joaquina: ¿Quién te dijo que eras torpe?.
Jon: Uno de mis padres cuando expresé una emoción.
Joaquina: Nunca en la vida perderías tu capacidad si alguien no te hubiera dicho en la misión que eso no es correcto. Y nunca hubieras caído en la baja autoestima, lo cual quiere decir que aquí está tu visión, y en la creencia limitadora tu misión, que se cumple con tu familia, la cual no coincide contigo. La creencia limitadora siempre es una castración familiar: alguien nos dijo: “no vales, no puedes”, y para no llegar a ese punto generas el contra valor.
Jon: Eso quiere decir que desde que nacemos nos van limitando nuestras posibilidades.
Joaquina: Nacemos en un mundo de macro posibilidades que vamos consumiendo y tenemos un eje central, que es la llamada que llevamos interiormente, y que va haciendo que situaciones positivas o negativas nos vayan metiendo en el embudo. Pero cada una de nuestras situaciones está pidiendo que se cumpla lo que para nosotros es nuestra visión, que hemos tenido desde pequeños, de nosotros mismos. En la medida que vamos cumpliendo años, contra nuestra visión vamos recibiendo golpes duros que son rupturas, ruinas, hijos que nos desobedecen, perdidas de trabajo… la vida nos va metiendo en el embudo. Si llegamos a un punto donde la visión no se ha cumplido viene la crisis vital que siempre nos hace enfermar gravemente (emocionalmente, psicológicamente, a nivel físico) de lo que es nuestra visión.
Jon: ¿Qué tienen que ver las enfermedades con esto?.
Joaquina: Todas las enfermedades son avisos a una llamada para entrar en nuestra visión porque está por encima del mundo, de las parejas, de los padres… Y esta visión está continuamente llamándonos a su cumplimiento, y si no le hacemos caso nos va acorralando e iremos viviendo experiencias cada día más dolorosas que nos piden que salgamos del contravalor. Tú tienes una visión de ti mismo y no haces un plan de recorrido. No hay ninguna persona que no pueda conseguir su visión, como tampoco hay ninguna persona que no tenga un contravalor por miedo a que le dejen de querer.
Jon: ¿Qué nos lleva al contravalor?.
Joaquina: Hay dos cosas: el miedo a que no nos reconozcan y el miedo a que no nos quieran. No decimos “si” o “no” porque no sabemos, sino porque tenemos un problema grave de sentimiento de que no nos van a querer. En la medida que cumples tu misión y penetras en ella, eres mucho más capaz de encontrar tu visión, tu camino de desarrollo.
Jon: Entonces el círculo que cierro es que mi misión no se cumple porque no encuentro la solución , y no la encuentro debido a que estoy en el contravalor. Antes has dicho que ni el contra valor ni el valor se pueden tocar, ¿dónde empiezo a trabajar?.
Joaquina: En el terreno de las creencias, descubriendo la verdadera creencia que hay detrás y que apoya esa creencia. ¿Puedes luchar contra el ideal de que la inteligencia es lo más importante?.
Jon: No.
Joaquina: Entonces no te voy a poder convencer de otra cosa, así que no voy a tocar eso. El valor no lo voy a tocar, solo voy a reconocerlo y a disfrutarlo para afianzarlo. El contra valor solo lo puedo reconocer y aceptar. No se puede tocar ni permitir que nadie lo toque. ¿Cuál era tu creencia?.
Jon: Que, si estoy emocional, soy torpe.
Joaquina: Es evidente que no estoy de acuerdo contigo, pero para trabajar esto no puedo hablar desde el conflicto, sino desde la solución. Lo que tengo que conseguir es que tú trabajes, que razones lo tuyo, no lo que yo pienso. Que trabajes en tu terreno. No estoy de acuerdo con lo que dices pero voy a dar la vida para que lo expreses. Jon, esa conclusión a la que has llegado es buenísima. Seguramente has decidido no combatir con las cosas que no podías y en tu camino de búsqueda te has dado cuenta que las emociones no son tu camino. Quiero que me cuentes cómo has llegado a esa conclusión porque para mi es importantísima.
Jon: Ahora es cuando te lo cuento.
Joaquina: No hace falta. Solo quería mostrarte como se hace. Este es el camino: Todo aquello que tenemos cerca y que creemos que es diferente hay que escucharlo hasta el final. No has llegado ahí porque decidiste no combatir contra la gente que decía que las emociones son malas, sino porque en tu camino de búsqueda has encontrado esa solución. Has llegado ahí porque necesitas decir al mundo porqué hay que excluir las emociones. Aunque no esté de acuerdo te voy a escuchar y te daré la opción de que lo digas, ya que tú encontrarás el camino de tu solución, no yo. Llegaste porque te cansaste de combatir contra lo que no podías en tu camino de búsqueda. Y con tus ojos tapados ésta fue la única solución que encontraste, y doy mi vida por llegar a escuchar lo que no haces como yo, y no piensas como yo. Pero no intentaré cambiar tu misión porque lo más que voy a conseguir es perderme el porqué y para qué llegaste ahí.
Jon: Gracias.
Joaquina: En tu camino de lucha has construido una personalidad que es tuya y de nadie más, y está dentro de tu corazón y no la van a poder sacar hagan lo que hagan los demás. Las incoherencias sólo se resuelven escuchándolas. Si el mundo entero escuchara las incoherencias éstas se habrían ido. Existen porque nos gritamos los unos a los otros, porque queremos convencer con nuestras ideas al otro. Yo no quiero convencerte de lo que tienes que hacer, quiero escucharte lo que haces.
El daño que se hace en coaching y otros sitios es que queremos que el otro piense de forma diferente a cómo llegó a sus conclusiones. Tengamos la capacidad y el oído para escuchar lo que no nos gusta, para escuchar un mundo que se contradice, y demos nuestra vida por aquellos que dicen lo contrario de lo que nosotros pensamos. Yo quiero escuchar al que mata para no matar yo, al que miente para no mentir yo, al que flagela al niño para no hacerlo yo jamás, porque si no entiendo al que lo hace, lo haré yo también. Quiero un mundo donde nos escuchemos lo que realmente creemos que no vamos a hacer, porque lo que vamos a elegir es a la persona que hace lo que nosotros creemos que no vamos a hacer y al final acabamos cediendo al lado de la persona que creemos que no va a hacer lo que nosotros no vamos a hacer y convertimos las relaciones en una auténtica basura. Si tuviéramos una visión antes de tener pareja, antes de tener un hijo, si cumpliéramos nuestra misión no habría nadie que estuviera mal.
No intentes tener la razón, todo el mundo tiene una experiencia que necesita ser escuchada y desde ahí aprenderás a decir “si” y a decir “no”, que solo se lo tienes que decir a tu yo interior. Si no escuchas lo que eres, al final se convertirá en un autentico ruido que hará que te sientas infeliz.