Estamos en Málaga, cerca de San Pedro de Alcántara cuya energía agrada tanto a Joaquina. Ella sentada en el sofá, cerca de la ventana, escribe casi sin pausas. Yo, en la mesa del comedor, buceo por Internet y la miro de cuando en cuando.
Jon: Me acabo de cruzar con esta cita de Shakespeare. Me parece muy buena, pero no encuentro a cuál de sus obras pertenece: “Esta cosa oscura que reconozco mía“.
Joaquina: La podemos utilizar el próximo curso de La Sombra. La cita habla de que cada uno de nosotros lleva consigo una persona afable en la vida cotidiana y otra entidad oculta que permanece escondida la mayor parte del tiempo. Bajo la máscara de nuestro Yo consciente descansan ocultas todo tipo de emociones y conductas negativas; la rabia, los celos, la vergüenza, la mentira, el resentimiento, la lujuria, el orgullo y las tendencias asesinas y suicidas, entre otras. Este recorrido inexplorado para la mayoría de nosotros es conocido en psicología como sombra personal.
Jon: Si, algo he leído sobre esa parte de nuestra personalidad que nuestro consciente no quiere reconocer y por eso lo rechaza, pero que de alguna manera lo acabamos sacando a la luz en nuestros encuentros con los demás. Pero, si no lo queremos ver, y mucho menos reconocer, ¿cómo podemos trabajarla?.
Joaquina: La sombra es lo que una persona no quiere ser. El hecho de afrontar la sombra es una experiencia que transforma completamente la vida de una persona. Nuestra sombra personal contiene todo tipo de capacidades potenciales sin manifestar, cualidades que no hemos desarrollado ni expresado. Muchos de nosotros pensamos que sombra es igual a algo negativo y horrible de nuestra entidad oculta. En muchos casos son valores que el conocerlos nos llevaría a producir un esfuerzo para hacerlos efectivos que no deseamos, bien porque la pereza es uno de nuestros elementos básicos de relación con la vida o porque existe una conciencia de infravaloración que nos llevó a no creer en nosotros mismos.
Jon: Entonces la sombra esconde también lo positivo?
Joaquina: La sombra no sólo es el lado negativo desde el punto de vista de la conciencia. No se trata de algo inmoral e incompatible sino que, por el contrario, contiene cualidades que poseen una extraordinaria trascendencia moral. Esto resulta particularmente cierto cuando contiene cualidades que la sociedad ve positivamente pero que el individuo considera como algo inferior. La sombra es el verdadero artífice de la luz. Sin verla a ella Dios no existe en su totalidad.
Jon: Entonces, el lado oscuro de nuestra personalidad encierra simultáneamente a la sombra oscura que se niega a cambiar y al salvador que puede transformar nuestra vida.
Joaquina. Así es. La sombra personal se desarrolla en todos nosotros de forma natural durante la infancia. Cuando nos identificamos con determinados rasgos ideales de nuestra personalidad como la buena educación y la generosidad, por ejemplo, cualidades que, por otra parte, son reforzadas por el entorno que nos rodea, vamos configurando el Yo de las resoluciones. Al mismo tiempo vamos llevando hacia la sombra aquellas otras cualidades que no se adecuan a nuestra imagen ideal, como la grosería y el egoísmo. De esta manera el ego y la sombra se van edificando simultáneamente alimentándose de la misma experiencia vital. Son una el espejo de la otra.
El hogar familiar es el escenario natural en el que tiene lugar este proceso, un proceso en el que la sombra de los distintos miembros de la familia influye poderosamente en la configuración del nuevo Yo enajenado, sobre todo en caso de que el grupo familiar no reconozca sus propios elementos oscuros o cuando todos los elementos de la familia estén de acuerdo en ocultar la sombra de un miembro especialmente poderoso, débil ó querido de la familia.
Jon: ¿Se puede evitar, teniendo los padres adecuados o la educación perfecta?
Joaquina: Todos tenemos los padres adecuados, los elegimos nosotros. El proceso de creación de la sombra es inevitable y universal. Nos hace ser quienes somos y nos induce a trabajar con la sombra para poder llegar a ser quienes, en realidad, somos.
Jon: Y para ver quién somos, ¿podemos arrojar luz sobre la sombra?.
Joaquina: Iluminar nuestra sombra es el entreacto para poder utilizar plenamente todas las capacidades que permanecen desconocidas para nosotros, ocultas entre lo recóndito de nuestro ser.
Jon: Ponme algún ejemplo de cómo funciona, o cómo la puedo ver.
Joaquina: El hecho es que cuando sentimos un deseo muy intenso y lo relegamos a la sombra, opera desde ahí sin tener en cuenta a los demás. Cuando estás muy hambriento y rechazas ese impulso terminas atormentando a tu cuerpo comiendo y bebiendo en exceso. Cuando sientes una aspiración elevada y la destierras a la sombra te condenas a la búsqueda de actividades hedonistas tales como el abuso del alcohol o las drogas. La lista podría ser interminable pero lo cierto es que puedes observar por doquier los excesos del crecimiento desmesurado de la sombra, la obsesión por la salud, las dietas, los medicamentos y la longevidad a cualquier precio, testimonia el permanente miedo a la muerte. Todo aquello que no dejes aflorar se mostrará al exterior de forma simbólica y ello dificultará la localización del problema haciendo aún más densa la sombra.
Jon: Gracias por la aclaración, pero sigo sin saber cómo puedo percibir mi sombra.
Joaquina: No puedes. La sombra huye de la luz de la conciencia porque ésta constituye una amenaza para su continuidad. Todo aspecto de la sombra que hayas podido esclarecer es un aspecto que por si mismo pide solución. Es decir “ya no es sombra”. Por ello, sólo puedes ver a la sombra indirectamente, a través de los rasgos y las acciones de los demás. Sólo puedes darte cuenta de ella fuera de ti mismo. Cuando tu admiración o tu rechazo ante una determinada cualidad es desproporcionado, te hallas bajo los efectos de la sombra. De ese modo, pretendes expulsar a la sombra de tu interior proyectando y atribuyendo determinadas cualidades a los demás, en un esfuerzo inconsciente para desterrarlas de ti mismos.
Jon: Entonces, cuando veo con claridad cualidades e impulsos en los demás y que niego en mi mismo estoy viendo mi sombra. Por ejemplo la pereza mental, la indolencia…
Joaquina: La sombra aparece continuamente en tu vida cotidiana y puedes descubrirla en el humor que expresa tus emociones más ocultas, más bajas o más temidas. Otro método para acceder a la sombra personal consiste en investigar tu sentido del humor y las respuestas que suscita en ti el humor. La mayoría de nosotros sabe que el sentido del humor suele evidenciar mucho más de lo que se ve a simple vista. Cuando algo te resulte muy divertido, te hallas en presencia de la sombra. La sombra suele ser la que ríe y se divierte con lo oscuro, por ello es probable que quienes carezcan de sentido del humor tengan una sombra muy reprimida. La sombra es la que ironiza.
Jon: ¿Te puedo pedir un poco más de precisión?
Joaquina: Puedes descubrir a la sombra en tu vida cotidiana a través de:
- Los sentimientos exagerados con respecto a los demás
- El feedback negativo de los que nos sirven de espejo
- Aquellas relaciones en las que provocamos de continuo el mismo efecto perturbador
- Las acciones impulsivas o inadvertidas
- Aquellas ocasiones en las que nos sentimos humillados
- Los enfados desproporcionados por los errores cometidos por los demás
- Las alegrías desbordadas por los éxitos de otros
- Situaciones donde nos sentimos avergonzados
- Situaciones exageradas de cólera
- Situaciones de amor desmedido
Jon: Veo que la sombra está muy unida a la enfermedad
Joaquina: El ser humano sano siente que la bondad de la vida consiste en la unidad entre su realidad, su energía y su conciencia. Cuando el hombre está sano su vida es un continuo proceso creativo. La persona sana gobierna positivamente su vida y se siente satisfecho consigo mismo. En ese estado la enfermedad y el mal están casi completamente ausentes.
El principal rasgo distintivo de la enfermedad, por el contrario, consiste en la distorsión de la realidad corporal, emocional y del pensamiento. El enfermo suele considerar que sus problemas están causados por factores externos a los que culpa no enfrentándose a su propia destrucción.
La reconciliación con nuestros enemigos internos no supone la eliminación de nuestros adversarios externos pero sí que modifica nuestra relación con ellos. Para alcanzar la paz, nos veremos obligados a realizar un esfuerzo espiritual. Solo entonces dejaremos de considerar que la maldad es algo diabólico y comenzaremos a relacionarnos con ella en términos mucho más humanos. Es este, a fin de cuentas, el camino de la humildad.
Jon: Entonces tengo que desarrollar una relación creativa con la sombra…
Joaquina: Eso sería lo ideal, y te permitirá:
- Aumentar el autoconocimiento y, en consecuencia, aceptarte de una manera más completa.
- Encauzar adecuadamente las emociones negativas que irrumpen inesperadamente en tu vida cotidiana.
- Liberarte de la culpa y la vergüenza asociadas a tus sentimientos y acciones negativas.
- Reconocer las proyecciones que manipulan de continuo tu opinión de los demás.
- Sanar tus relaciones mediante la observación sincera de ti mismo y la comunicación directa.
- Utilizar tu potencial en su totalidad.
- Manejar tus reacciones ante los demás.
- Aprender de tu espejo.
- Vivir una relación plena sin búsqueda de complementos.
Se hace tarde y hablamos de salir a cenar “algún pescado rico”. Saboreando más la conversación que la cena por venir, apago el ordenador, cierro algunos libros y alcanzamos la puerta de la calle.