Joaquina: La comparación se acaba cuando rompes el maniqueo de sentirte diferente a los demás y dejas de creer que tu particularidad te hace ser mejor que el otro. Porque, si eres mejor que el otro, ¿para qué te comparas?. Si crees que eres Dios, ¿qué haces comparándote con los demás?. Qué cosa más absurda, si te crees mejor que alguien, ¿para qué esa comparación?. Enséñale a ese alguien a ser bueno, no le enseñes a ser peor que tú.
Jon: ¿Quieres decir que cuando me comparo, le estoy enseñando al otro a ser peor que yo?
Joaquina: Mucho peor que tú. Si tienes un hermano, disfruta del hermano. No te compares con él. Disfruta de que él ha elegido unas características de aprendizaje. Nada especial. Tu hermano no es especial, ha elegido una parte de experiencia. Imagínate que ha decidido el camino de los deportes, y tú por el camino de los libros. No tiene nada que ver una cosa con la otra. Si tú hablas mejor que tu hermano, no tiene nada que ver con que él no hable. A él no le apetecieron los conceptos y el argumento, y prefirió estar en silencio. Si escuchas mejor que otras personas, o así lo crees, plantéate simplemente que tú has decidido que tus gotas estén penetrando en los oídos. Si ves mejor que alguien, tus gotas se han hecho ojos. Pero nada más. Y si tus gotas se han hecho ojos, enseña a los demás a mirar.
Jon: ¿Y una explicación un poco más conceptual?.
Joaquina: Imagínate un sitio donde está el Amor. Y todas las personas quieren ir a ese sitio. Ese Amor que nos hace totalmente cascada, totalmente valle, totalmente sol… nos hace totalmente una unidad. Pero dudamos del Amor. No hay ninguna persona que no esté cuestionando continuamente el Amor
Jon: ¿El amor a sí mismo o el amor a los demás?
Joaquina: El Amor es lo único que está siendo cuestionado. Esta duda sobre el Amor, no está en que los demás nos puedan amar, pues no podemos cuestionar el amor de nadie. Cuando estoy cuestionando el Amor es porque una de las letras que componen la palabra, no está dentro de mi. Me noto ausente: Qué bien practiqué la “A”, la “M”, la “O”… pero la “R”, la tengo suspensa. Esto es mío, no es de nadie. Mientras yo esté cuestionando el amor de alguien, en realidad estoy queriendo volver al amor. Cuando cuestiono el amor de alguien es porque vivo la culpa de mi falta de amor.
Jon: ¿Nos cuestionamos entonces el amor de los demás porque en el fondo estamos vacíos de amor?.
Joaquina: Cuando una persona siente dentro Amor, lo que hace es sacarlo fuera. Está tan rebosante de amor que no necesita que nadie le rellene.
Jon: Lo que hace es amar.
Joaquina: Cuando no es así, en el lugar del amor se encuentra la culpa. Y todas nuestras relaciones están cuestionando el amor de los demás: Me quieres, no me quieres; me has hecho caso, no me has hecho caso… Cuando estás lleno de amor, no les preguntas a los demás. Profundizando, de lo que trata todo esto es de que no hemos sentido el Amor de Dios, porque no nos ha hecho únicos. Y el recuerdo de querer ser únicos es el que nos hace querer ser especiales. El recuerdo de querer ser únicos es lo que está haciendo que nuestra vida esté siendo una miseria. Porque somos únicos, pero no nos damos cuenta.
Jon: ¿Entonces somos o no somos únicos?.
Joaquina: Somos las letras de un libro que juegan a no construir las frases que hacen el libro.
Jon: Eso es patético.
Joaquina: Somos el libro de la experiencia del amor encarnados en esta experiencia terrena. Eso es lo que somos. No somos ninguna otra cosa. Entonces no importa si somos la “A”, la “M”, la “O”, la “R”… Estamos todos intentando escribir este libro, el libro del Amor supremo, empezando por nuestra individualidad.
Jon: Que es nuestra creencia de ser únicos.
Joaquina: Empecemos por amarnos tanto que no nos comparemos con nadie. Empecemos por reconocer tantísimo nuestra divinidad que no necesitemos estar respaldándola con el de al lado. Reconozcamos nuestra grandiosidad, porque al hacerlo, ya podemos permitirnos sentirnos únicos, pero no especiales.
Jon: ¿Es muy diferente?
Joaquina: Hay una gran diferencia entre tener una experiencia única a ser especial. Nadie puede tener una experiencia compartida en lo divino. La experiencia es personal, pero la existencia es universal.
Jon: Entonces deberíamos escribir el libro del Amor y dejar que cada cuál escriba el libro del Amor.
Joaquina: Imagínate de una forma grande que la “A” es tu capacidad de tener el ánimo de vivir. El Amor necesita el ánimo de vivir, la experiencia en la vida. ¿Tienes el ánimo abierto?.
Jon: Lo había perdido y hace un par de meses lo he recuperado. ¿Quiere decir eso que con el ánimo cerrado no se puede formar parte del libro?.
Joaquina: Claro que se puede formar parte de este libro. Hay personas que forman parte del ánimo siendo alegres y cantarinas. Otras tienen un ánimo más lento y sosegado. Pero todas son la cascada.
Jon: ¿Vas a ir letra por letra de: “A-M-O-R”?
Joaquina: Luego está la mismidad. Son esas gotas que parece que se recrean en si mismas. Están en si mismos, analizan, están todo el rato mirando. La “O” son los que objetan todo y se dejan ir. Las personas que tiran son las que están animadas, las que analizan dan las respuestas, y otras simplemente tienen el alma tan abierta que se dejan llevar y se olvidan de la existencia. Estos son los que están en las ermitas, todo el día rezando… Se olvidan de la vida, están continuamente en un estado de acompasar, de estar. Se olvidan de que están vivos, son vida. La “O” es la vida, es el olvido de para qué estás aquí. Simplemente estás entregado totalmente.
Jon: ¿Qué es la “R”?
Joaquina: La Revolución. Vivimos constantemente en una necesidad de avanzar, y avanzar… Empiezan a animarse, están los que miran dentro de sí; están los que se olvidan de que estamos en la vida, y están los que hacen la revolución. Los olvidadizos nos desesperan, los que están muy animados nos ponen de los pelos, los que están dentro de ellos son fatal; y los revolucionarios nos llevan con la lengua fuera porque no les gusta nada de que hacemos… Todas esas partículas son amor. En todas sus formas. Cuando entramos en la fase Amor, todo se convierte en una misma cosa: Todos participamos del ánimo, todos participamos de la mismidad de Dios, todos participamos en que vivir es vivir y no hacer que vivimos. Y todos participamos de la gran revolución, que es el amor a nosotros mismos para fundirnos plenamente en el amor a Dios. Esa es la revolución que necesitamos hacer, la que necesitamos plantear en el mundo: La revolución de volver todos al Padre. De volver todos a ser lo mismo. Necesitamos hacer esta revolución para matar al AMO (R), el que nos dirige porque está animado y nos lleva a todas partes. El que cree que existe solo él: El que se olvida totalmente de que somos una vida. Y cuando hacemos la experiencia del amor, en vez de haber un AMO, hay una experiencia absolutamente divina.
Jon: Entonces hasta que no juntamos el AMOR completo, estamos segregados.
Joaquina: Hasta que no hacemos la revolución del amor profundo a nosotros mismos estaremos totalmente separados. En el mismo libro, pero separados.