Vamos en el coche serpenteando por la montaña asturiana. A Joaquina se le ilumina el rostro de una manera especial cuando cruza el Pajares. Su pelo castaño coge volumen y sus ojos se vuelven más claros.
Joaquina: ¿No sientes los enanitos corriendo por el estómago?
Jon: jajajaja, no Joaquina, yo no soy asturiano
Joaquina: ¡Qué pena!
La ventanilla baja para que el frescor de estas tierras entre a raudales. Los paisanines, atareados en sus quehaceres diarios, no nos prestan mucha atención. Somos felices, acabamos de terminar un Curso y el calor de Madrid junto a una querencia innata nos empujan al norte.
Jon: Joaquina me has contado a veces que tu infancia en Avilés fue un poco dura. ¿Por qué te sigue emocionando venir a tu tierra?
Joaquina: Para localizar nuestra Fortaleza necesitamos revisar nuestra infancia y detectar cuáles eran los valores que nos emocionaban. Ésta era una emoción genuina, como si nos entregaran una guitarra y con un impulso natural empezáramos a tocar sus cuerdas y a desgarrarlas con nuestros dedos. No hemos necesitado clases previas, sin embargo al tocar el cuerpo de la guitarra nuestras manos conectaron con una fuerza interior y unos pequeños sonidos empezaron a salir de aquella caja hasta ahora desconocida.
Los valores que hemos encontrado en nuestra infancia son algo parecido. Uno de nuestros padres tocaba una música que nos resultaba muy reconocible y muy afín a nuestro modo de ver las cosas.
Nuestros familiares más cercanos nos lo confirmaban, haces esto o aquello, sonríes, te mueves, miras… ¡Eres igualito a tu padre o tu madre!. La etapa infantil es un tiempo de aprendizajes inconscientes. Todo lo que nos rodea nos influye y nos impacta, algunas cosas de una forma saludable y casi imperceptible. Otras con mayor repercusión y hasta con cierta molestia.
Aquello que nos resulta grato, que surge de un modo natural está conectado a los valores que hemos aprendido en esta etapa. Es un tiempo en el que estamos recibiendo mensajes que en el futuro pueden hasta resultarnos contradictorios. En el paso de la dependencia a la individuación vamos detentando cualidades que han sido modeladas a través de los comportamientos de uno de nuestros padres. Por causas claras y determinantes hay actitudes que nos son más fáciles de emular que otras.
Jon: ¿Puedes poner un ejemplo concreto?
Joaquina: Mi hermano era un gran deportista y además muy valiente. Miraba a mi padre andar en la bicicleta y él porfiaba incansable hasta lograr repetir a la perfección sus movimientos. Esto se producía independiente de las frecuentas caídas, daños en las rodillas y un sin fin de incomodidades que a mí, como observadora, me producían temor y me alejaban de cualquier intención de reproducir sus gestas.
Mi padre amaba la natación y pasaba las horas dentro del agua disfrutando como un pez dentro de su medio. Aquellos dos hombres. Uno de 30 años y el otro un pequeño de apenas 5, nadaban y cubrían las distancias hasta que mis ojos los perdían. El pequeño no había recibido clase alguna. Simplemente miraba aquel hermoso padre de grandes espaldas y una fuerte complexión y le seguía.
Jon: ¿Y qué hacía Joaquina?
Joaquina: Yo me alejaba de aquellas oscuras y profundas aguas que parecían llamarme a su interior para esconderme en sus simas y no dejarme salir nunca más. No podía evitarlo. Aquel instrumento no había nacido para mi y el solo pensamiento de introducirme en aquellas aguas saladas me conmovía tanto que temblaba a pesar de la temperatura estival. Mi padre era el modelo perfecto para mi hermano. La valentía y el coraje estaban en ambos como si de un mismo ser se tratara. Y no era cuestión de cumplir las expectativas paternas. Mi hermano practicaba lo que veía.
Yo sin embargo, amándole como le amaba jamás pude repetir su valentía, ni su coraje físico. Mi mente disfrutaba escuchándole, mirándole, conociendo su modo peculiar de observar el mundo. Durante horas me sentaba a su lado y veía por sus ojos. Sus lecturas, sus comentarios, sus agudas observaciones sobe los seres humanos eran recogidas por mi como si de la fuente de la vida se tratara. No había nada tan cálido para mi alma como sentarme a disfrutar de su ser reflexivo.
El conocimiento de mi padre sobre el ser humano y la importancia que le daba al aprendizaje continuo fueron los valores que yo incorpore en mi experiencia infantil. La creencia que sustenta mi vida es que si conoces a las personas es muy fácil entregarte a ellas y amarlas de forma incondicional. Para conocerlas sólo cabe para mi la observación y la voluntad para aceptar la diversidad y la complejidad de seres que están a nuestro alrededor. La realidad de la propia complejidad que confluye con todas las otras para convivir en el mejor modo y espacio posible.
Mi hermano y yo habíamos tenido una guitarra en la mano. Cada uno extrajo una música diferente, ambas igual de válidas.
Jon: Gracias por estos momentos de intimidad familiar. Entonces, para encontrar mi fortaleza necesito distinguir los valores de cada uno de mis padres y distinguir cuáles me resultan más fáciles, que no me requieren esfuerzo alguno y, ¿de un modo casi espontáneo puedo acceder a ejercer esos valores y a disfrutar de ellos?
Joaquina: La vida se construye de momentos significativos en los que fluyes de un modo natural y sin esfuerzos. En esa etapa la hemos aceptado como algo implícito a nuestro ser. La dificultad estriba en que esa cualidad con el paso del tiempo hemos tendido a descartarla porque la unimos a otros comportamientos de nuestro progenitor que quizás no fueran agradables para nosotros.
Jon: Efectivamente, los años han ido empañando un poco, o un mucho, la relación con nuestros padres, ¿cómo podemos ser ecuánimes?
Joaquina: Es complicado que nuestra mente simplifique muchos años en los que nuestra visión ha sido perceptiva y por ende algo sesgada. También lo es que hubo un tiempo donde la admiración por esa cualidad nos invadió y nos abdujo plenamente. Ahora mismo, cuando empezamos a recordar, es posible que vengan a nuestra mente destellos de aquella graciosidad que nos permeó y nos obnubiló. Que hizo de nosotros criaturas entregadas y felices.
Pero siempre hay pautas para determinar tu gran cualidad:
- Separa la relación de tus padres para encontrar la cualidad de cada uno de ellos y determinar cuál es la que tú tienes.
- Busca una actitud que se reflejaba de un modo integral, es decir, en sus actos, en sus sentimientos y en su forma de pensar.
- Es el valor que ejercía pese a las circunstancias que le rodeaban. En momentos alegres y divertidos, o en aquellos de crisis o de incertidumbre.
- Es la cualidad que mostraba sin diferenciar los seres amados de los que lo eran menos.
- Es aquella cualidad por la que le identificaba todo su entorno y era indiscutible a pesar de si mismo.
- Es una fortaleza que quizá no haya sido la más importante para ellos, sin embargo lo es hoy para ti.
- Es aquello que te permite valorar a tu progenitor a pesar de todo lo demás
Para facilitar esta revisión deberías escribir en un papel las cualidades que ves en tu padre y en tu madre. Sin mezclar su relación. Piensa en él y ella ajenos a su unión, sin mediar recuerdos de cómo se llevaban. En su interacción seguramente hay mucha contaminación de ellos como padres, y muchos de los conflictos quizá fueron motivados por no saber adecuar sus valores y llegar a consensos sobre la educación y formas de enfrentarse a los compromisos familiares.
Jon: Joaquina… voy conduciendo…
Joaquina: Siempre con tus excusas para no hacer el trabajo.
Hemos llegado al mirador del Fitu, y los Picos de Europa se ven pequeños al lado de la sabiduría de esta mujer.
Gracias Jon por hacerla tan presente en este blog.
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En cada post me pasa lo mismo. La escucho!! Qué gigante eres Jon. Gracias.
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En uno de los cursos nos hizo el enorme regalo de enseñarnos esta lección precisamente. Nunca dejaré de agradecerle haberme dado las pautas para conocer a mis padres y conocerme a mi. Gracias de nuevo por compartir estos momentos íntimos con ella.
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Gracias por compartir Jon. Gracias a Joaquina, su apoyo y sus enseñanzas, hoy estoy siendo dueña y responsable de Mi y mi vida. (Mexico)
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Gracias Jon!!
Por compartir tan bellamente narrado este momento
Gracias Joaquina por compartir incondicionalmente tu sabiduría !!!
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Gracias por compartir intimidad y sabiduria. Un abrazo
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Gracias Jon por estos fragmentos tan valiosos
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Gracias por compartir tanta sabiduría
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Es que al leerte la escucho!
Con la ultima frase solte la carcajada al mismo tiempo que me salian lagrimas de nostalgia..
Como puede ser eso?..
Gracias Jon !
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